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Trabajo sobre el libro Los Santos Inocentes


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2022  •  Resúmenes  •  2.987 Palabras (12 Páginas)  •  80 Visitas

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LOS SANTOS INOCENTES

Miguel Delibes

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ÍNDICE

ARGUMENTO…………………………………………………………………..pág. 3

ESTRUCTURA………………………………………………………………págs. 3-6

PERSONAJES PRINCIPALES…………………………………………..págs. 7-10

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ARGUMENTO

Paco y su mujer, Régula forman una familia compuesta de ellos dos junto a sus tres hijos: Nieves, Quirce y Charito, la Niña Chica, muchacha que tiene una deficiencia mental que le hace llorar a grito limpio muy a menudo.

Un buen día, el Azarías, el hermano de Régula, llegará a aquella familia debido a que su señorito, harto de soportar su presencia y sus malas costumbres, le despide. Este hombre un tanto extraño y corto de entendederas, presenta un problema con los pájaros a los que llama milanas. Se pasará los días haciendo tareas de la casa para sentirse útil, mimando a su sobrina Charito y cuidando con todo el cariño del mundo a su “milana bonita”, hasta el punto que llegará a matar a alguien por ella.

Mientras tanto, Paco, Régula, Nieves y Quirce deberán verse sometidos a una explotación total por parte de los superiores, el señorito Iván y Pedro, el Périto, a los que les dará totalmente igual sus condiciones de salud, estado… Una perfecto aislamiento de la, a veces feudal explotación de la Extremadura de la Posguerra.

ESTRUCTURA

El autor, divide el libro en seis capítulos al que él llama libros, pero mi opinión, el libro se puede dividir en tres partes:

La primera parte consta del primer capítulo o del libro primero. En él, mayormente se describe desde la primera línea describiendo e introduciendo mayormente el personaje del Azarías.

A su hermana, la Régula, le contrariaba la actitud del Azarías, y le regañaba y él, entonces, regresaba a la Jara, donde el señorito, que a su hermana, la Régula, le contrariaba la actitud del Azarías porque ella aspiraba a que los muchachos se ilustrasen, cosa que a su hermano se le antojaba un error, que, luego no te sirven ni para finos ni para bastos […][1] 

Desde el principio de la historia se ve claramente que el Azarías es alguien, como hemos dicho antes, extraño. Se meaba las manos y no sabía contar bien. Esto último podía ser normal en gente de su condición, es decir, en criados y campesinos, pero lo otro me temo que no… Esto mismo muestra el texto en este fragmento:

[…] se sentaba en el suelo y se ponía a contarlos, uno, dos, tres, cuatro, cinco…, y al llegar a once, decía invariablemente, cuarenta y tres, cuarenta y cuatro, cuarenta y cinco…, luego salía al corral, ya oscurecido, y en un rincón se orinaba las manos para que no se le agrietasen y abanicaba un rato el aire para que se orearan y así un día y otro día, un mes y otro mes, un año y otro año, toda una vida[..][2] 

Pero sin duda el acontecimiento más importante de esta parte es la muerte de la “milana”. La milana es el búho que tiene el señorito del Azarías. El Azarías le daba de comer y sin duda tenía un fuerte lazo con el animal. El señorito, por lo contrario no parecía mostrar ningún interés por el animal, ni siquiera el día en el que enfermó y al final murió.

[…] el pájaro no reaccionaba a los habituales estímulos, con lo cual el Azarías lo depositó sobre la paja, salió y preguntó por el señorito, la milana está enferma, señorito, te tiene calentura, le informó, y el señorito, ¡qué le vamos a hacer, Azarías! Está vieja ya, habrá que buscar un pollo nuevo, y el Azarías desolado, pero es la milana, señorito, y el señorito, los ojos adormilados, ¿y dime tú, qué lo mismo da un pájaro que otro?, y el Azarías, implorante, ¿autoriza el señorito que dé razón al Mago del Almendral?, y el señorito adelantó indolentemente su hombro izquierdo, ¿al Mago?, muy gastoso te sales tú, Azarías, si por un pájaro tuviéramos que llamar al Mago, ¿adónde iríamos a parar?[..][3]

La segunda parte, cuenta y presenta con más profundidad la familia de Paco y Régula. Estos, como antes hemos mencionado, vivían con sus tres hijos: Quirce, Nieves y Charito. Un buen día, la Raya Crespo, el Guarda Mayor, se les presentó en su casa y les dijo que don Pedro les había ordenado que volvieran al cortijo: “[…] se presentó en la Raya Crespo, el Guarda Mayor, Paco, lía el petate que te vuelves al Cortijo, le dijo sin más preámbulos, y Paco, y ¿eso?, don Pedro, el Périto, lo ordenó, a mediodía bajará el Lucio, tú ya cumpliste […][4]

A partir de ese día comienza una vida para esa familia. Paco seguía siendo guarda mayor del cortijo, Régula se encarga de abrir la puerta y cerrarla a los señoritos y Nieves, hija de estos, es contratada por Pedro para limpiar su casa. A todo esto se le suma el despido del Azarías y su posterior entrada en la familia y en la casa. Los primeros días, el Azarías intenta sentirse útil y coge los excrementos que van dejando las ovejas para luego echárselas a los geranios para que las heces actuarán como abono. Peo esto termina por cansar a su hermana, ya que el abono en exceso perjudicaba a las plantas, y a menudo, enviaba a su inocente hermana junto a la Charito, la Niña Chica, con la que tenía un buen lazo también y curiosamente, la llamaba, igual que a su difunto pájaro “milana bonita”. Pero este, el Azarías, no dejó de lado sus extrañas y asquerosas costumbres de antaño, cuando trabajaba para el señorito de la Jara, por lo que, todas la mañanas se seguía orinando las manos y a cualquier hora de cualquier día, este defecaba en cualquier sitio del Cortijo cosa que a Paco le desquiciaba como se muestra en este fragmento:

[…] pero lo más grave para Paco, el Bajo, eran los desahogos del Azarías, puesto que a cualquier hora del día o de la noche su cuñado abandonaba la casa, buscaba un rincón, bien orilla de la tapia, o en los arriates, o en el cenador, o junto al sauce, se bajaba los calzones, se acuclillaba y lo hacía, así que Paco, el Bajo, cada mañana, antes del recorrido, salía al patio como un enterrador, la azada al hombro y trataba de borrar sus huellas y, luego, volvía a la Régula y se lamentaba, este hombre debe tener las canillas flojas, de otro modo no se explica, y cada lunes y cada martes aparecía en el Cortijo un nuevo evacuatorio […][5] 

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