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Carolina


Enviado por   •  7 de Octubre de 2013  •  Informes  •  1.743 Palabras (7 Páginas)  •  254 Visitas

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El Rajaleña pertenece al género de la trova, en cuanto a la copla, danza y tonada se refiere.

En Colombia estas coplas de origen español, reciben diferentes nombres, según el departamento y lo que cambia y las diferencia entre si, es la tonada y la forma de interpretarla. En Antioquia y el Viejo Caldas conservan el nombre genérico trova; en la región de los Llanos Orientales se les conoce como contrapunteo; en los Santanderes reciben el nombre de torbellinos; en Boyacá se les conoce como Guabina, en la costa atlántica se les conoce cono piquería y en el Huila y Tolima como Rajaleñas. Históricamente, el Rajaleña está influenciado por todo el folclor andino de una cultura mestiza, que es el producto de la fusión hispano-aborigen, con predominio de las costumbres españolas, sobre las indígenas.

La música folclórica es considerada patrimonio de la colectividad que la canta y la transmite a las futuras generaciones, las cuales le dan el sentido y la temática propia de la época en que se está viviendo.

Su nombre de rajaleña, Guillermo Abadía Morales, proviene de los antiguos cantos de los peones de las haciendas del Huila, tonadilla musical alegre, sencilla y elemental de gran originalidad en su modo de cantar, generalmente son pintorescas y de doble sentido, improvisadas por campesinos rudos encargados de “rajar leña”, que se utiliza para el fuego en las cocinas de las fincas. Actualmente los rajaleñas siguen siendo parte fundamental de la cultura opita ya que representan su idiosincrasia, sus costumbres y constituyen una herramienta de transmisión inmaterial de la cultura huilense.

El “rajaleña” ha sido definido como el bambuco crudo, sin mezcla, auténtico. En el está todo el sentir de la tierra del alto Magdalena, es la danza popular del calentano antiguo. Es la alegría más sincera de nuestro campesino.

Los Rajaleñas

Guillermo Abadía Morales [2]

El rajaleña fue un antiguo canto de los peones en las viejas haciendas del Huila y en él se utilizaba el coplerío regional y una tonadilla musical sencilla y elemental pero de gran originalidad en su modo de cantarse. Las coplas de rajaleña son generalmente pi¬carescas y a veces se exceden en el doble sentido pornográfico como que eran improvisadas por campesinos rudos a quienes se encomen¬daba el trabajo de menor categoría en las haciendas o casonas de campo, esto es, el de “rajar la leña” para el consumo de las cocinas. Estos peones, habitualmente muchachos que no servían para me¬nesteres de más iniciativa y responsabilidad, improvisaban, mien¬tras cumplían su monótona tarea diaria, cantas o coplas de burla a sus compañeros para amenizar el trabajo. Estas coplas, por ra¬zón de sus autores, se llamaron “coplas de rajaleña” o simplemen¬te “rajaleñas”. Y todas las que resultaban de subido color se asimi¬laban a éstas aunque no fueran ya ideadas por los peones leña¬teros. Podría aducirse otro argumento, quizá más valedero, de Pedro Henríquez Ureña, el maestro dominicano, en esta relación recogida y que data de 1.580: “Había en Santiago de Cuba dos o tres mú¬sicos tocadores de pífanos (variedad de flauta) con un joven se¬villano Pascual de Ochoa, tocador de violón (hoy violín) que había venido de Puerto Príncipe (Camagüey) con unos frailes dominicos y dos negras libres naturales de Santo Domingo, nombradas Teo¬dora y Micaela Ginés, tocadoras de bandola. En 1598 una de ellas; Micaela, vivía en La Habana. Teodora quedó en Santiago de Cuba e inspiró la antigua canción en que se la nombra y cuya música tiene parecido con las viejas milongas argentinas. Se llama el Son de Má Teodora; ya dijimos que ella tocaba la bandola. La letra de la canción dice

-¿Dónde está la Má Teodora?

- Rajando la leña está.

-¿Con su palo y su bandola?

- Rajando la leña está.

-¿Dónde está que no la veo?

- Rajando la leña está. Etc.

Hay una nota marginal que dice: “rajar la leña” equivale a “tocar en un baile”. Agregamos: así como nosotros decimos a los tiples y bandolas “palos” (con su palo y su bandola, dice el verso cubano) en forma despectiva, como en la frase común: “traje¬ron los palos?” que se usa entre nuestros músicos populares. “Le¬ña” sería aún más despectivo y “rajarlos” sería pues “tocar mucho en ellos, sin consideración” y ya sabemos que los cordófonos sufren más frecuentemente el daño de rajarse por lo excesivo y descuidado del uso. Esto podría indicarnos una procedencia dominicana o cu¬bana para el aire “rajaleña” si lo derivamos de “rajar leña” como el acto de tocar cordófonos, porque las dos negras bandolistas eran dominicanas aunque vivieran entonces en Cuba. Pero aunque sí pudiera hallarse algún parentesco entre la chacarera y los raja¬leñas, el Huila está muy lejos de Santo Domingo y de la Argentina y resulta muy probable que de haberse derivado el aire huilense de un originario són dominicano, habría dejado señales evidentes a su paso por nuestro Litoral Atlántico que tiene mayor afinidad con las Antillas que nuestro Departamento del sur. Sin embargo, el parecido del són mencionado por Henríquez Ureña con las mi¬longas nos presentaría una influencia más lejana aún. A pesar de todas estas sugerencias nos inclinamos más a creer en la tesis de los copleros de las haciendas del Huila que eran definidamente peo¬nes “rajaleñas” en sentido directo. En cuanto al aire folklórico po¬demos notar que tiene una estructura rítmica y melódica muy se¬mejante a la de una vieja tonada que trajera, hace muchos años a Bogotá, el famoso requintista Felipe Sánchez y que sirvió de ba¬se al tema principal del bambuco “El Trapiche” de Murillo. Pero el ritmo del rajaleña es más acelerado y sincopado como que en él se nota de modo invariable la influencia del joropo llanero. Esto último es válido sólo para los rajaleñas (trovas) que llevan acom¬pañamiento de Sanjuanero. Aquí

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