Ensayo sobre Cinema Paradiso

Jesús D. Díaz T.                                       Caracas, 18 de junio de 2021

C.I. v26.367.439                                         Producción Cinematográfica

Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore

Hablar de Cinema Paradiso se hace complicado cuando hay tantas aristas que tocas de tan apoteósica película. Lo que si es cierto, es que el premio Óscar que recibió en 1989 es completamente merecido (a pesar de fracasar en la taquilla italiana en su momento en 1988), pues nos encontramos ante un filme con una capacidad de manejar al espectador de una manera sin igual gracias al uso adecuado de numerosísimos recursos. Y es que las enseñanzas de Alfredo, la inocencia de Toto o el sentido homenaje son elementos que permiten a todo aquel que observa el filme se enamore de una forma en la que nunca lo hubiese podido hacer en el pasado.

Personalmente, un punto hermosísimo a lo largo del desarrollo de la historia es la relación tan sincera que se creó entre Alfredo, operador del Cinema Paradiso y quien proyecta las cintas, y Toto, un niño que vive por y para el cine, pues los hombres (incluido su padre) han partido hacia la guerra y la única alegría de la cual pueden gozar aparentemente es ir a gritarle a la gran pantalla. Y así, gracias al amor al cine que ambos poseen, forman una preciosísima amistad hasta tal punto de Alfredo convertirse en la propia figura paterna de Toto, y toto en la figura del hijo que Alfredo nunca alcanzó a tener.

Tomando todo esto en cuenta, cuando llega el momento del incendio en la sala de proyección y posteriormente Alfredo culmina ciego, todo lo que Toto hace por él permite al espectador llenarse de total nostalgia e impotencia, pues termina convirtiéndose prácticamente en sus ojos y hasta en sus manos al ocupar el trabajo que Alfredo hacía con anterioridad. El ver el crecimiento que tiene Toto como proyeccionista y como humano, además del amor por el séptimo arte, engancha a quien lo observa pues sin mucho esfuerzo te sientes familiarizado con lo que está viviendo.

Citando a Mireia Mullor, redactora de la página Fotogramas, “Cinema Paradiso habla de la magia del cine. Quizás no con la sutileza que mostró Víctor Erice en El espíritu de la colmena (…) pero sí con la emotividad que merece un medio capaz de hacernos reír y llorar en un espacio de 10 minutos”^[1]. Y es que esta película acompañada de una musicalización más que adecuada para cada situación te monta en una montaña rusa de sentimientos a lo largo de ella.

Es interesante como tocan muy por encima (pero lo tocan) el tema de la censura cuando un cura comenzaba a censurar escenas que le parecían obscenas y hacía cortar los filmes para que la gente no los viera. Lo curioso es que tocan esta temática al principio y al final únicamente (literalmente la última escena es resultado del tema de censura y como se usó para que Toto cerrase el capítulo de su vida cuando él era joven.^[2]

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