Película biográfica sobre el doctor Jack Kevorkian

No conoces a Jack / Dr. Muerte (Levinson, 2010). Película biográfica sobre el doctor Jack Kevorkian, más conocido como el Dr. Muerte, quien a partir de los años noventa se convierte en una figura mediática y controvertida sobre el tema de la eutanasia.

        En esta película se nos presenta al Dr. Kevorkian, de origen armenio, aislado, soltero, atormentado por el dolor de su madre, el temor al sufrimiento, producto quizá de los relatos de sus padres,  y una obsesión constante por la muerte, no en balde su especialidad fue la patología. Obsesión enfermiza que lo llevaría a realizar experimentos desde su juventud con sus compañeros de trabajo y con prisioneros condenados a muerte.

        Un individuo que no admitía más razón que la suya, obsesivo, con una arrogancia y soberbia enorme que al final se arrepentía de no haberse casado, no por el amor que podría haber vivido sino porque había dejado al mundo sin su descendencia. Llegó a compararse con Ghandi. Narcisista, aterrado ante la idea del dolor y del sufrimiento del propio, no del ajeno.

        Con la inteligencia de usar argumentos que podían confundirse con la compasión hacia el dolor y sufrimiento de los pacientes, en un intento de justificar sus actos. Durante un tiempo se cuidó de no ser él quien administrará los fármacos que desencadenarán la muerte, pero en su afán de protagonismo y de pasar a la historia como un revolucionario, administra el mismo los fármacos a un paciente, lo que da pie a que sea acusado de homicido y prescripción de fármacos cosa que no podía hacer pues su licencia médica había sido suspendida.

        A continuación algunos de los argumentos que usó para justificar sus actos:

• terminar con el sufrimiento        
• donación de órganos
• muerte sin dolor
• le parece imperdonable dejar morir a alguien de inanición
• autodeterminación, derecho de todos
• muerte digna
• el costo que significa para el sistema médico y la familia el atender a un paciente crónico o desahuciado.

        Al final cualquier argumento de estos, disfrazados de compasión y supuestos beneficios individuales y/o sociales,  tenían como fín, justificar y convencer de las bondades de facilitar el suicidio a quienes por el temor a la falta de autosuficiencia, a lo desconocido, al sufrimiento propio y de familiares, deseaban la muerte como la solución, tal vez más movidos por la depresión, temor a lo desconocido y la falta de ayuda para encontrale un sentido a su dolor. Es ver al enfermo como la enfermedad que debe desterrarse, más que como paciente al que hay que ayudar.

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