Principios De Administracion
fedesilber5 de Mayo de 2013
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¿Y ha de morir contigo el mundo mago?
de Antonio Machado, Galerías (1900 - 1907).
Y ha de morir contigo el mundo mago
donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,
la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?
¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
la vieja vida en orden tuyo y nuevo?
¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?
La Estructura Invisible de la Realidad Social
Transcripción del texto "La Estructura Invisible de la Realidad Social" de John R. Searle, de La Construcción de la Realidad Social (1997), citado en "Historia, el Mundo Contemporáneo" de Alonso, Vázquez y Giavón, Aique (Buenos Aires, 1999).
Una razón por la cual los seres humanos podemos soportar la enorme carga de las múltiples relaciones sociales que nos sujetan es que la compleja estructura de la realidad social resulta, por así decirlo, ingrávida e invisible. El niño crece en una cultura en la que la realidad social le es, sencillamente, dada. Aprendemos a percibir ya usar automóviles, bañaderas, casas, dinero,restaurantes y escuelas, sin ponernos a pensar qué son, en qué consisten, por qué existen estos objetos. Nos resultan tan naturales como las piedras, el agua y los árboles. También nos parece natural que exista la propiedad, los matrimonios, los abogados, las constituciones, las guerras, los poderes de gobierno...
Esto ocurre porque la realidad social es creada por nosotros para nuestros propósitos. Los seres humanos, a través del lenguaje, creamos instituciones y relaciones sociales.
El secreto para comprender la existencia continuada, la persistencia de las instituciones y las relaciones sociales es, sencillamente, que los individuos directamente implicados y un número suficiente de miembros de la comunidad siguen reconociendo y aceptando colectivamente esas instituciones y relaciones. En el momento en que, pongamos por caso, todos o casi todos los miembros de una sociedad rechazan el reconocimiento de los derechos de propiedad, como en una revolución y otro tipo de revuelta, los derechos de propiedad dejan de existir en esa sociedad.
El Idioma Analítico de John Wilkins [fragmento]
Fragmento tomado de "El Idioma Analítico de John Wilkins", un ensayo de Jorge Luis Borges, publicado primera vez en la colección Otras Inquisiciones.
... Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas. El instituto Bibliográfico de Bruselas también ejerce el caos: ha parcelado el universo en 1000 subdivisiones, de las cuales la 262 corresponde al Papa; la 282, a la Iglesia Católica Romana; la 263, al Día del Señor; la 268, a las escuelas dominicales; la 298, al mormonismo, y la 294, al brahmanismo, budismo, shintoísmo y taoísmo. No rehusa las subdivisiones heterogéneas, verbigracia, la 179: "Crueldad con los animales. Protección de los animales. El duelo y el suicidio desde el punto de vista de la moral. Vicios y defectos varios. Virtudes y cualidades varias."
He registrado las arbitrariedades de Wilkins, del desconocido (o apócrifo) enciclopedista chino y del Instituto Bibliográfico de Bruselas; notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo. "El mundo - escribe David Hume - es tal vez el bosquejo rudimentario de algún dios infantil, que lo abandonó a medio hacer, avergonzado de su ejecución deficiente; es obra de un dios subalterno, de quien los dioses superiores se burlan; es la confusa producción de una divinidad decrépita y jubilada, que ya se ha muerto" (Dialogues Concerning Natural Religion, V. 1779). Cabe ir más lejos; cabe sospechar que no hay universo en el sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra. Si lo hay, falta conjeturar su propósito; falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias, del secreto diccionario de Dios.
La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que éstos son provisorios.
Alegoría de la Caverna
Transcripción del texto de Platón: "República" (Libro VII)
Versión libre a partir de la traducción de Patricio de Azcárate, Ed. Edicomunicación, 1994, págs. 247-250
- Ahora represéntate el estado de la naturaleza humana, con relación a la ciencia y a la ignorancia, según el cuadro que te voy a trazar. Imagina un antro subterráneo, que tenga en toda su longitud una abertura que dé libre paso a la luz, y en esta caverna hombres encadenados desde la infancia, de suerte que no puedan cambiar de lugar ni volver la cabeza a causa de las cadenas que les sujetan las piernas y el cuello, pudiendo solamente ver los objetos que tienen en frente. Detrás de ellos, a cierta distancia y a cierta altura, supóngase un fuego cuyo resplandor les alumbra, y un camino escarpado entre este fuego y los cautivos. Supón a lo largo de este camino un muro, semejante a los tabiques que los titiriteros ponen entre ellos y los espectadores, para ocultarles los resortes y mecanismos con que ellos manejan a sus muñecos.
- Ya me represento todo eso.
- Figúrate personas, que pasan a lo largo del muro, llevando objetos de toda clase, figuras de hombres, de animales, de madera o piedra, de modo que todo esto aparezca sobre el muro. Entre los portadores de todas estas cosas, unos se detienen a conversar y otros pasan sin decir nada.
- ¡Extraños prisioneros y cuadro singular!
- Se parecen, sin embargo, a nosotros. Por lo pronto, ¿crees que puedan ver otra cosa de sí mismos y de los que están a su lado, que las sombras que van a producirse enfrente de ellos en el fondo de la caverna?
- ¿Cómo habrían de poder ver más, si desde su nacimiento están obligados a mantener la cabeza inmóvil?
- Y respecto de los objetos que pasan detrás de ellos, ¿pueden ver otra cosa que las sombras de los mismos?
- No.
- Si pudieran conversar unos con otros, ¿no convendrían en dar a las sombreas que ven, los nombres de las cosas mismas?
- Sin duda.
- Y si en el fondo de su prisión hubiera un eco, que repitiese las palabras de los transeúntes, ¿no se imaginarían oír hablar a las sombras mismas que pasan delante de sus ojos?
- Sí.
- En fin, no creerían que pudiera existir otra realidad que estas mismas sombras.
- Sin duda.
- Mira ahora lo que naturalmente debe suceder a estos hombres, si se les libra de las cadenas y se les cura de su error. Que se libere a uno de estos cautivos, que se le fuerce de repente a levantarse, a volver la cabeza, a marchar y mirar del lado de la luz, hará todas estas cosas con un trabajo increíble; la luz le ofenderá los ojos, y el alucinamiento que habrá de causarle le impedirá distinguir los objetos, cuyas sombras veía antes. ¿Qué crees que respondería si se le dijese que hasta entonces sólo había visto fantasmas y que ahora tenía ante su vista objetos más reales y más aproximados a la verdad? Si enseguida se le muestran las cosas a medida que se vayan presentando, y a fuerza de preguntas se le obliga lo que son, ¿no se le pondrá en el mayor conflicto, y no estará él mismo persuadido de que lo que veía antes era más real que lo que ahora se le muestra?
- Sin duda.
- Y si se le obligase a mirar al fuego, ¿no sentiría molestia en los ojos? ¿No volvería la vista para mirar a las sombras, en las que se fija sin esfuerzo? ¿No creería hallar en éstas más distinción y claridad que en todo lo que ahora se le muestra?
- Seguramente.
- Si después de le saca de la caverna y se le lleva por el sendero áspero y escarpado hasta encontrar la claridad del sol, ¡qué suplico sería para él verse arrastrado de esa manera! ¡Cómo se enfurecería! Y cuando llegara a la luz del sol, deslumbrados sus ojos con tanta claridad, ¿podría ver alguno de estos numerosos objetos que llamamos seres reales?
- De momento no podría.
- Necesitaría indudablemente algún tiempo para acostumbrarse a ello. Lo que distinguiría más fácilmente sería, primero, las sombras; después las imágenes de los hombres y demás objetos reflejados sobre la superficie de las aguas; y por último, los objetos mismos. Luego dirigiría su mirada al cielo, al cual podría mirar más fácilmente durante la noche, a la luz de la luna y de las estrellas, que en pleno día a la luz del sol.
- Sin duda.
- Y al fin podría, no sólo ver la imagen del sol en las aguas y dondequiera que se refleja, sino fijarse en él y contemplarlo allí donde verdaderamente se encuentra.
- Sí.
- Después de esto, comenzando a razonar, llegaría a la conclusión que el sol es el que crea las estaciones y los años, el que gobierna todo
...