SALIENDO DEL FRASCO
paulaensayos10 de Noviembre de 2013
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El presente ensayo tiene como objetivo analizar en la película "De Caravana", el cruce de dos subculturas antagónicas, coexistentes en la provincia de Córdoba. Haciendo hincapié en problemáticas sociales como la discriminación y marginación entre los sectores sociales opuestos.
A continuación se presentan las escenas seleccionadas para el análisis, en orden de aparición.
En la primera escena de la película “El Laucha”, aborda violentamente a su ex-pareja “Sara” al salir de su casa; cuestionando entre otras cosas porque sale con “Penélope”, travesti amiga de “Sara”, agrediéndola verbalmente y tratándola de modo despectivo.
Esta situación es analizable desde el texto La diversidad bajo sospecha, de Duschatzky, S. y Skliar, C. (2000), aborda la temática de la alteridad, exponiendo:
(…) no es solo en la eliminación física que se realiza el acto expulsor. La propia civilización desplaza la violencia externa la coacción interna mediante la regulación de costumbres y moralidades. (…) La modernidad estableció una lógica binaria a partir de la cual denominó inventó distintos modos el componente negativo: marginal, indigente, loco, deficiente, drogadicto, homosexual, extranjero, etc. (p.3; 4)
Aquí se pone de manifiesto, como las sociedades depositan lo negativo en las minorías, en los subgrupos y con ello propicia la segregación y discriminación. Esta alteridad, niega todo aquello que se aleja de la normalidad, tal como pueden ser las nuevas formas de identidad, de ejercer la sexualidad.
El concepto de “normalidad” hace alusión entonces a todo aquello esperable, correcto, que se corresponde con las normas y los valores sociales; pero ¿toda la sociedad se rige por los mismos valores sociales? No, existe un grupo o contracultura, que por reunir determinadas características, se rige por valores diferentes, lo que los lleva a separarse de lo que es considerado “normal” y con ello a ocupar un lugar poco feliz en la gran sociedad.
En la segunda escena “Juan Cruz”, va por primera vez al baile de “La Mona” Jiménez, al ingresar pregunta por una persona con quien había realizado contacto previo para que lo guíe dentro del baile. “Juan” se asegura que el mismo lo este acompañando en todo momento.
En esta escena se hace visible un fenómeno que es claramente caracterizado por Chiriguini, M.C. y Mancusi, M. (2008), quienes abordan el choque de dos culturas diferentes, en donde se observa un visible desprecio hacia el otro y la ignorancia de un grupo respecto a otro.
(…) comportamiento adjudicable no solo a la ausencia de información, sino, también a la falta de interés en conseguirla y en las nociones a priori e intereses que determinan las reacciones y respuestas mucho más allá del contacto real. Este tipo de conducta es lo que tiende además a la formación de estereotipos y ocurre habitualmente como consecuencia de un conocimiento “exterior” [Las comillas son del autor] del otro, producto de una falta de interacción con ese “otro” (p. 84)
La reacción del protagonista al entrar al baile deja entrever la necesidad de resguardo frente a algo que por ser ignorado, provoca temor. Éste temor a su vez, es reforzado por el estigma que envuelve a la “cultura del cuarteto”, incluyendo, en el imaginario de quienes no pertenecen a ésta, la posibilidad de correr peligro; ya sea por exponerse a situaciones de violencia física, de inseguridad, o bien, de desprotección, en si. Esta postura no es más que la actitud cotidiana que se toma frente a lo diferente, a lo que no posee características similares al grupo social de pertenencia, ¿o a caso no es “común” sentir miedo de alguien por su manera de vestir, por sus características fisonómicas o por su impronta? Esta manera de actuar, naturalizada y tomada como “común”, permite emitir juicios de valores desde el desconocimiento, siendo lo que día a día ensancha la brecha de desigualdad, propicia la estratificación de la sociedad y con ello la marginación.
En la tercera escena, “Juan Cruz” lleva a su casa ubicada en Barrio Cerro de las Rosas a “Sara”, allí, recibe el llamado de un amigo al teléfono fijo. Al dialogar con el mismo, advierte que no tiene su teléfono celular, aseverando que se lo robaron en el baile, a lo que reacciona con expresiones verbales violentas y despectivas hacia quienes asisten a éste.
La reacción de “Juan Cruz” frente a la pérdida de su celular muestra una tendencia arraigada en las sociedades, la facilidad de culpar a aquel que reúne los “requisitos” para ser un sujeto marginal, como único depositario de la culpa; tal como lo expresan Duschatzky, S. y Skliar, C. (2000), en su texto La diversidad bajo sospecha:
“El otro diferente funciona como depositario de todos los males, como el portador de todas las “fallas” sociales. Este tipo de pensamiento supone que la pobreza es del pobre, la violencia del violento… [El párrafo continúa]” (p.1)
El pensar en el otro como culpable, elimina toda posibilidad de tolerancia, como así también de introspección frente al accionar propio, coartando toda posibilidad de mea culpa y dirigiendo la culpabilización al exterior.
Barada, M. (2010) en el texto “El arte villero en Argentina y el mundo” expone que:
En la Argentina el término “villero” define a la persona nacida en lo que se conoce como “villas miseria” [Las comillas son del autor] (…) El término suele utilizarse con fines peyorativos, para describir más que el origen humilde, la identificación que sufren los miembros del grupo con la delincuencia y el vandalismo. (p. 161)
Esta frecuente asociación entre los sectores marginales y las conductas delictivas, es reforzada por el enfoque que se entreve en el film; ya que los personajes de esta película encuentran su sustento económico en una actividad que es condenada socialmente, desde su carácter de ilegalidad; ilegalidad que esta aprehendida e interiorizada desde el sentido común del grueso de la sociedad. Cabe pensar y preguntarse ¿es acaso la elección de un “trabajo” considerado ilegal, una forma de revelación de un sector marginal para con los grupos sociales opuestos? Esta problematización puede ser respondida retomando el concepto del sentido común. Si en una cultura marginal, prácticas como venta de droga, violencia y trato menospreciante, están naturalizadas, no tienen porque atentar contra el sentido común, por lo cual la pregunta enunciada anteriormente puede tener una respuesta negativa. El creer que determinadas prácticas de la contracultura surgen como revelación a la los sectores sociales dominantes, es el resultado de una mirada omnipotente, que resalta la supremacía que el sector social pseudo dominante cree tener sobre aquellos considerados marginales.
En la cuarta escena, “Juan Cruz” luego de salir corriendo de la villa perseguido por policías, se baja de su auto y vomita en la calle. Dicha situación es observada por dos obreros, (padre e hijo), acto seguido el hijo aconseja con picardía a “Sara” a cerca de cómo ayudar a “Juan Cruz”, para ello utiliza un lenguaje grosero, lo que su padre desaprueba, careciendo igualmente de los medios para expresar lo mismo sin utilizar insultos.
En esta escena se pone en evidencia las escasas herramientas lingüísticas que poseen estos personajes, correspondientes a un sector social en el que el habla esta constituida, en su mayoría, por una jerga, la cual puede definirse como el léxico que incluye el vocabulario de un determinado grupo social. En este caso la jerga incluye insultos, que a partir de la naturalización, pierden su significado real, utilizándose cotidianamente como una muletilla . Esta dificultad en las posibilidades lingüísticas, es incluida en el texto de Gigliotti, Gutiérrez, Lander y Ublich, el cual refiere que:
(…) al caracterizar la desigualdad socioeconómica como producto de un proceso “natural” [Las comillas son del autor], que se presenta como justo y adecuado, dentro del actual modelo neoliberal hegemónico donde el éxito individual y la posición social, son las claves para la inserción en el mundo. El no llegar a estas metas se explicaría, entonces, por imposibilidades personales o falta de capacidades y habilidades, más que por beneficios, posiciones favorables y privilegios reservados a los sectores con mayor poder dentro del sistema. (p. 8; 9)
Frente a esto surge el dilema ¿Cómo una persona se inserta en la sociedad si tiene escasos medios para comunicarse verbalmente? Probablemente esta respuesta sirva para dilucidar uno de los factores que delimitan la división cultural.
Si la capacidad lingüística y cognitiva es considerada, por excelencia, como el rasgo que transforma al hombre en ser humano, en sujeto que se constituye en interacción social; entonces se puede aseverar que el manejo de una jerga resulta útil para los procesos comunicativos dentro de un marco social, pero no lo suficiente para acceder a estratos “superiores” si se quiere, para “encajar” dentro de los cánones de la “gran cultura”.
En la quinta escena “Adrián” le impone a “Juan Cruz” los requisitos que deberá cumplir si quiere recuperar sus pertenencias y su vida, ejerciendo sobre él una amenaza, dejándolo sin escapatoria. Luego “Adrián” le entrega a “Juan Cruz” su celular, el cual él había dado por robado; reforzando su posición de dominio argumentado “todo lo tuyo es mío”.
En el texto “La diversidad bajo sospecha” de los autores Duschatzky, S. y Skliar, C. (2000), se propone el término de
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