ANALISI PORTER
VICTORMANUEL32918 de Mayo de 2014
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FUERZAS SECTORIALES Y RENTABILIDAD
La evidencia de que existen empresas que ganan más dinero que otras ha motivado un
extenso debate sobre cuáles son las fuentes de tales diferencias. Estudios estadísticos
sofisticados han determinado que entre un 10% y un 20% de las variaciones observadas
en la rentabilidad de las empresas, se deben a la estructura del sector en el que compiten
(Schmalensee, 1985; Rumelt, 1991; McGahan & Porter, 1997; McGahan, 1999). Una de
las herramientas más utilizadas para evaluar la estructura del sector es el modelo de las
cinco fuerzas de Porter (Porter, 1980). Esta nota técnica desglosa el contenido de dicho
modelo, la forma de valorar cada una de las fuerzas y ofrece unos pocos mensajes
estratégicos.
Introducción
El principal objetivo del modelo de las cinco fuerzas de Porter es valorar la rentabilidad
potencial en el largo plazo de una industria, donde la rentabilidad se mide en términos de
retorno sobre el capital invertido. Para ello, analiza las características estructurales
básicas del sector, enraizadas en sus aspectos económicos y tecnológicos. Como
consecuencia, no se interesa por las fluctuaciones que influyen en la rentabilidad a corto
plazo (p.e., una escasez de materiales, una huelga, etc.), sino que enfatiza la estructura
microeconómica que subyace a una industria (aspectos concretos que afectan a la oferta y
a la demanda del bien ofrecido).
Antes de aplicar el análisis estructural, es preciso contar con una definición de industria o
sector; en realidad, hay mucha controversia sobre la definición adecuada de este término,
cuestionándose si debería hacerse en términos geográficos, de proceso o de producto, o si
debería hacerse de manera amplia o cerrada. La definición más aceptada es aquella que
entiende por sector al grupo de empresas que ofrecen productos que son sustitutos
próximos entre sí. En la práctica, el buen juicio, criterio y experiencia del empresario son
criterios válidos para decidir dónde se trazan los límites del sector en estudio. Sin
embargo, debe tenerse en cuenta que esto implica elegir quiénes son los competidores,
actuales y futuros, cuáles los productos que se consideran sustitutos, cuál es el perfil del
cliente, etc.
Adicionalmente, debe tenerse presente que no es lo mismo la definición de un sector que
la definición de dónde quiere competir una empresa (la definición de su modelo de
negocio). Por ejemplo, “la industria del automóvil” expresa una definición amplia de
sector, mientras que “vender automóviles deportivos” expresa un modelo de negocio de
una empresa. Separar la definición del sector y la definición del negocio que realizará la
empresa ayudará a eliminar confusiones a la hora de señalar los límites del sector.
Por último, a la hora de hacer el análisis estructural es preciso elegir un punto de
referencia, es decir, ponerse en los zapatos de una empresa que ya forma parte de un
sector, o de una empresa que desea ingresar al mismo. Normalmente, el punto de
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referencia que ofrece mejor perspectiva es el de una empresa que actualmente compite en
el sector en estudio.
Las cinco fuerzas sectoriales: Un desglose
Según Porter, los factores competitivos que determinan la rentabilidad de un sector son:
1) el grado de rivalidad entre los competidores existentes; 2) la amenaza de entrada de
nuevos competidores; 3) la presión de productos sustitutos; 4) el poder de negociación de
los consumidores; y, 5) el poder de negociación de los proveedores. Estas fuerzas quedan
reflejadas en la Figura 1.
Figura 1
Las cinco fuerzas sectoriales
Primera fuerza: Grado de rivalidad
El grado de rivalidad entre las empresas existentes en un sector se refiere a la intensidad
con que dichas empresas compiten para mantener su posición en el mercado; recibe
adjetivos como “cortés”, “elegante”, “moderada”, “alta”, etc. Si uno o más competidores
sienten que su posición peligra, o creen que pueden mejorarla, acudirán a tácticas como la
competencia de precios, las batallas de publicidad, las introducciones de nuevos
productos y/o la oferta creciente de servicio al cliente. En general, a mayor rivalidad en
un sector, menor rentabilidad.
Para valorar el grado de rivalidad en una industria es preciso analizar los factores que la
afectan, tales como el número, perfil y tamaño de los competidores existentes, la
capacidad instalada, la tasa de crecimiento del sector, el espacio para la diferenciación del
producto, los costos de cambio que enfrenta el consumidor y las barreras de salida, entre
otros. A continuación se ofrece una breve explicación sobre cada uno de ellos.
En general, mientras mayor es el número de competidores en un sector, más intensa es la
rivalidad, puesto que más empresas pugnan por apropiarse de una parte de un pastel de
Amenaza de
Entrada
Sustitutos
Rivalidad Poder negociación
consumidores
Poder negociación
proveedores
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tamaño determinado. Tal ha sido el caso, por ejemplo, de la industria de los vuelos
domésticos en Ecuador: la entrada de nuevos competidores como Ícaro y Aerogal, ha
reducido los precios en las rutas donde estas empresas compiten, sobretodo comparado
con los niveles que eran habituales cuando únicamente Tame operaba en el sector
(piénsese, en concreto, en los precios actuales en la ruta Quito-Manta). De forma
semejante, mientras menor es el tamaño de las empresas del sector, mayor es la
propensión a utilizar tácticas competitivas que atentan contra la rentabilidad del sector en
el largo plazo; esto se debe a que cualquiera de estas pequeñas empresas piensa que sus
acciones pasarán desapercibidas para la competencia, situación que la inclina a pensar
que es posible ‘robar’ cuota de mercado mediante un descenso en los precios. Esta
situación es muy común en negocios pequeños como restaurantes que ofrecen ‘menú del
día’. Dicho comportamiento también está relacionado con el perfil estratégico del
competidor: competidores de perfiles sofisticados evitarán utilizar tácticas que atenten
contra la rentabilidad del sector.
Con relación a la capacidad instalada, un desequilibrio entre oferta y demanda afectará el
nivel de precios del sector y, con ello, su rentabilidad en el largo plazo. De esta forma, si
existe un exceso de capacidad instalada, existe un incentivo para que las empresas inicien
guerras de precios con el fin de impulsar la demanda y conseguir llenar su capacidad,
elevando el nivel de rivalidad en el sector. Esto es lo que sucede, por ejemplo, en el
servicio de transporte terrestre interprovincial de la ruta Quito-Ambato.
Otro factor que afecta la rivalidad en un sector es su tasa de crecimiento: industrias
maduras, cuyas tasas de crecimiento son pequeñas o nulas, imponen mayor presión sobre
las empresas para mantener su cuota de mercado, incentivándolas a tomar medidas
estratégicas que atentan contra la rentabilidad de la industria en el largo plazo con el fin
de conservarla.
Similar situación se presenta en industrias cuyo producto o servicio no ofrece espacio
para la diferenciación; en casos como los bienes de consumo, por ejemplo, la decisión
del consumidor se basa fundamentalmente en precio y servicio, ocasionando una intensa
competencia en precios cada vez más bajos y servicios cada vez más amplios, reduciendo
los niveles de rentabilidad promedio del sector. Lo contrario sucede en industrias donde
el consumidor valora mucho la diferenciación, como es el caso de ciertos textiles.
Los costos de cambio que enfrenta el consumidor también afectan el grado de rivalidad
de las empresas existentes en un sector; este concepto hace referencia a los gastos en que
debe incurrir un consumidor cuando decide cambiar de un competidor a otro, y pueden
incluir cosas como pérdida de beneficios por interrumpir la relación comercial (como
sucede en el caso de pasajeros frecuentes que abandonan una línea aérea para ir a la
competencia, perdiendo las millas acumuladas), costo de aprendizaje (como sucedería
con el usuario de computadoras compatibles con Windows que decide trasladarse al
sistema Apple, o viceversa), o costo de recopilación de información sobre ofertas de la
competencia (como puede ser el caso de los proveedores de servicio de hosting en el
Ecuador).
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Finalmente, las barreras de salida de un sector también afectan el grado de rivalidad de
sus empresas participantes. Este concepto hace referencia a aquellos factores económicos,
estratégicos y emocionales que hacen que una empresa siga compitiendo en el mismo
sector a pesar de estar ganando poco o incluso estar perdiendo dinero. Algunos ejemplos
de barreras de salida elevadas son: disponer de activos altamente especializados (como
por ejemplo, el equipo y material necesario para extraer petróleo), enfrentar costos fijos
elevados de salida (como acuerdos laborales y liquidaciones, o falta de otra alternativa de
empleo), sufrir de barreras emocionales (las que pueden sufrir pequeños emprendedores
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