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ANTECEDENTES HOTELES

emmanuelrivera4 de Julio de 2014

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Hoteles

Antecedentes de hoteles.

Cuando los antiguos hombre se aventuraron a salir por primera vez de sus asentamientos tribales, no había, desde luego, hoteles en los cuales pudieran alojarse. Muy probablemente, estos viajes fueron guerreros o comerciantes. Los conquistadores armaban sus tiendas donde lo deseaban: en cambio, los mercaderes, como buscaban hacer trueques con herramientas, vestido y ganado en las nuevas tierras, daban un alto valor a la hospitalidad. Los primeros viajeros intercambiaban mercancías - tales como adornos tela o animales – por hospedaje. Indudablemente la hospitalidad fue uno de los primeros servicios a cambio de dinero.

Las posadas de los tiempos babilónicos ofrecías apenas un poco mas que una cama o una banca a un rincón de un cuarto o un establo. La mayoría de estos no eran si no moradas privadas que ofrecían alojamiento temporal para los extraños. Los huéspedes se quedaban en cuartos comunales de gran tamaño donde no existía higiene ni privacidad. Las tarifas eran razonables – aproximadamente 2 centavos por noche - pero la compañía era ruda, los viajeros compartían los cuartos con los caballos y el ganado.

En el tercer siglo de la era cristiana, el Imperio Romano, desarrollo un sistema extenso de caminos revestidos con ladrillos en Europa y Asia Menor. Para conveniencia de los viajeros, se construyo una cadena de alojamientos a las orillas de las principales vías públicas, desde España hasta Turquía.

En la Roma antigua existían varias clases de establecimientos. A lo largo de los caminos y dentro de las poblaciones había tabernas y posadas para satisfacer las necesidades de los viajeros y de la población local. En el siglo XIV, en pleno período de descomposición del orden feudal, las tabernas y posadas que ofrecían alojamiento, comida y bebida se habían convertido en una realidad común. Las posadas, generalmente pequeñas, ofrecían un alojamiento bastante rudimentario que incluía establos para los caballos. Las tabernas sólo servían comida y bebida, generalmente a la población local. No alojaban huéspedes. Además de cerveza, en las cervecerías se ofrecían bebidas refrescantes y apenas se comía. Se introdujeron leyes para controlar los precios de las posadas y tabernas, así como para garantizar la calidad de los servicios.

A mitad del siglo XVI las tabernas y posadas crecieron en importancia como consecuencia del desarrollo del comercio en la Inglaterra de los Tudor. Las carreteras y las vías fluviales seguían siendo esenciales para los viajes, por lo que las posadas se establecieron en puntos claves a lo largo de los ríos y en poblaciones cercanas a las carreteras. Las posadas se hicieron más grandes y algunas tenían capacidad para albergar hasta cien viajeros e incluso disponían de habitaciones individuales, aunque lo usual era que se compartieran los cuartos. Las posadas disponían de grandes establos para caballos y carretas, así como de amplios patios que servían como escenario para diversiones nocturnas.

No fue si no hasta la Revolución Industrial, en el siglo XVIII, cuando las tabernas europeas comenzaron a combinar hospedaje con servicio de comida y bebida. A pesar de ello, la higiene recibió poca atención. Los viajeros todavía tenían que compartir con otras personas las camas y las habitaciones, y las tarifas eran altas. Como las posadas y tabernas europeas donde los mercaderes y soldados pasaban la noche eran inadecuadas para los aristócratas se eligieron, para estos, estructuras lujosas, con cuartos privados, saneamiento individual y todas las comodidades de los castillos europeos. Los nuevos y elegantes establecimientos adoptaron la palabra francesa de “hôtel", que significa mansión, y sus tarifas excedían los recursos de los ciudadanos comunes.

A lo largo del siglo XIX, los posaderos estadounidenses mejoraron los servicios y continuaron construyendo propiedades de mayor tamaño y los equiparon mas ampliamente. La mayoría de tales establecimientos se localizaban en los puertos y operaban junto con las tabernas. Pero la tendencia viajera de los estadounidenses produjo una constante inspiración en las casas de hospedaje. Ningún otro factor influye tanto como el espíritu democrático de la nación para desarrollar un hospedaje cómodo e higiénico, accesible al ciudadano común.

El primer hotel estadounidense, el City Hotel, se inauguro en 1974, en el bullicioso puerto en la ciudad de Nueva York que en aquel tiempo tenia 30,000 habitantes. A diferencia de cualquier establecimiento de hospedaje anterior, el City Hotel no era solo una residencia o una taberna a la que se hubieran añadido habitaciones para huéspedes, sino un espacioso edificio autónomo – uno de los más grandes en Nueva York – con 73 cuartos para huéspedes cuyo propósito era el hospedaje.

El City Hotel inspiró la construcción de otros hoteles pioneros. Primero apareció la Exchange Coffee House en Boston, después un segundo City Hotel en Baltimore, seguido de la Mansión House en Filadelfia y el Adelphy Hotel en Nueva York. Estos hoteles se convirtieron en importantes centros sociales y, a diferencia de sus contrapartes europeas, daban la bienvenida a cualquiera que pudiera pagar las tarifas razonables. Entre tanto en Europa, un hospedaje higiénico continuaba siendo un privilegio reservado a la aristocracia. En cambio en Estados Unidos, los alojamientos limpios y cómodos estaban a la disposición de cualquier trabajador o familia de clase media.

En la ciudad de México, el primero de diciembre de 1575 se inauguró el primer establecimiento en el que se dormía y comía, fue el Mesón de Don Pedro Hernández Paniagua

En 1829, el arquitecto Isahia Rogers emprendió la construcción de un gran hotel en Boston. Su creación, la Tremont House, fue el primer hotel de primera clase y el hito hacia la revolución de la hospitalidad. Tremont House fue el primer hotel que ofreció habitaciones con llave. Cada habitación tenia un lavabo, una jarra y una barra de jabón. Otra de sus innovaciones fue emplear personal de tiempo completo – incluyendo un portero uniformado – para saludar y atender a los huéspedes. En el lobby (vestíbulo) se hallaba un restauran francés. Tremont House fue la precursora de una nueva generación de prestigiosos establecimientos de hospedaje. Le siguieron en Chicago Grand Pacific, la Palmer House y la Sherman House.

En 1874, en San Francisco, un banquero y antiguo carpintero de barcos, William Chapman Ralston, se dio a la tarea de construir el hotel más lujoso del mundo. Ralston había llegado a California durante la fiebre del oro, pero había hecho su fortuna en la banca. Su grandiosa creación, el Place Hotel, ostentaba 800 habitaciones y se erguía a la altura de siete pisos. Este hotel se convirtió en un símbolo de la transición de San Francisco: de un pueblo floreciente a una eminente ciudad de estatura internacional. El plano arquitectónico se basaba en el de los palacios europeos; los pisos eran de mármol, el techo presentaba domos de vidrio opaco, y tres patios enormes abastecían de luz y aire a los cuartos interiores. El mármol para revestir 40,000 pies cuadrados fue subministrado por 15 canteras diferentes, y para los acabados interiores se importaron maderas preciosas de 13 países. El hotel moderno de lujo, el Place, tenía su propia planta eléctrica, un abastecimiento de agua proveniente de pozos profundos, extinguidores de fuego y aire acondicionado.

El Place y los hoteles de primera que le siguieron atraían a la gente extremadamente rica y, como los hoteles europeos de su clase, estaban mas allá de los recursos del ciudadano medio.

A principios del siglo XIX un nuevo tipo de viajero entro en escena – el hombre de negocios- para quien el alojamiento era un dilema: Los grandes hoteles eran muy grandes y las posadas al estilo antiguo, antihigiénicas. Para alojar a este nuevo tipo de huéspedes, Ellsworth M. Stlater invento un nuevo tipo de establecimiento para hospedaje: el hotel comercial. El primer Stlater Hotel se inauguro en Buffalo, Nueva York, en enero de 1908.

Stlater tomo el concepto de los cuartos privados e higiénicos y le añadió el baño privado. Para mayor seguridad, instalo una luz en cada entrada. Todos los huéspedes recibían gratis una jarra de agua helada y el periodo matutino. El lema publicitario de Stlater – una habitación y un baño por un dólar y medio – fue bien conocido entre los viajeros estadounidenses de principios del siglo XX. Los diseños arquitectónicos de Stlater, sus conceptos de mantenimiento y sus ideas acerca del servicio, se convirtieron en el fundamento para todos los establecimientos de hospedaje subsecuentes, desde moteles hasta resorts de lujo.

Después de la Primera Guerra Mundial, muchos hoteles se construyeron en las grandes ciudades y en las comunidades mas pequeñas de las afueras. En 1972, el Stevens Hotel – que mas tarde se le nombró Conrad Hilton – se estableció en Chicago y, durante varias décadas, continuo siendo el hotel mas grande del mundo. Poco tiempo después, principio la construcción de un nuevo hotel lujoso, el Waldorf – Astoria en Nueva York.

La gran depresión casi borro la industria hotelera. Después de la caída de la bolsa de valores de 1929, 85% de hoteles estadounidenses se fue a la quiebra. Pero, un operador de hoteles, Conrad Hilton, se las arreglo para mantenerse a flote gracias a sus inversiones en petróleo y gas.

Cuando era adolescente, Hilton se había ganado la vida acudiendo a la parada del tren de San Antonio a las 3:00 a.m. para ofrecer en renta las recamaras disponibles de la casa de su padre a los vendedores que viajaban. La tarifa por una noche era de 2.50 dólares, e incluía tres alimentos,,

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