Actitudes Ante El Cambio
netohg4828 de Febrero de 2015
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Ernesto Hernández Guzmán
Diseño Organizacional
ACTITUDES ANTES EL CAMBIO
Por: Horacio Andrade
Mucho se ha hablado y escrito acerca de la actitud que los seres humanos asumimos ante el cambio, entendido en su sentido más amplio. Hay quienes sostienen que tenemos una resistencia casi natural a él, y quienes, por el contrario, afirman que en principio nuestra inclinación es no sólo a aceptarlo, sino hasta a promoverlo, y que la resistencia se da cuando hay un alto nivel de incertidumbre que impide prever cuáles podrían ser sus resultados más probables.
La realidad está más bien a medio camino entre estas dos posturas externas. Por un lado, sería absurdo pensar que las personas nos resistimos al cambio, así en abstracto, porque eso equivaldría a decir que nos resistimos a cualquier cambio, lo que a todas luces es falso. Hay muchos cambios a los que les ponemos una muy buena cara, al ver que traerán beneficios y muchos más antes los que permanecemos indiferentes, dado que no son importantes para nosotros.
Por otro lado, tampoco hay elementos para suponer que estamos diseñados, por así decirlo, para aceptar el cambio como algo que consustancial a la vida, a nuestra vida, y por lo tanto para tener ante él una actitud abierta y proactiva. Una cosa es que cambiemos porque hacerlo es algo inevitable, y otra muy diferente que queramos cambiar, es decir, que constantemente estemos buscando nuevas formas de ser y de hacer.
Lo más probable, entonces, es que en realidad no estemos “pre-programados” ni a favor ni en contra del cambio, sino que nuestra actitud hacia él es más bien casuística: aceptamos rápida y gustosamente lo que pensamos nos resultará positivo y conveniente, y rechazarnos lo que creemos, o de plano sabemos, que nos será perjudicial.
La resistencia también proviene, en un gran número de ocasiones, del hecho de que el cambio, independientemente de que se le va como una amenaza, o como una oportunidad, nos puede sacar de nuestra zona de confort. Uno de los grandes obstáculos para iniciativas de cambio o para aceptar muchos de los cambios a lo que tenemos que hacer frente a lo largo de nuestra vida, es la satisfacción con el estado de cosas existente.
Cuatro cuartos.
El psicólogo sueco Saab Lanssen, ha propuesto un modelo que resume las diferentes actitudes humanas ante el cambio, representado por una casa que tiene cuatro cuartos. El primero de ellos es, precisamente, el de la satisfacción.
Casi toda nuestra vida la pasamos en esa habitación: es confortable, tiene lo que necesitamos, nos sentimos bien en ella. Este cuarto está lleno de rutinas, de aprendizajes que nos han funcionado, de creencias que damos por ciertas, de personas que nos dan bienestar y seguridad, de metas alcanzadas, de laureles en los que dormimos. A veces salimos de él por nuestra voluntad, cuando queremos lograr algo más o nos damos cuenta de que es conveniente o necesario. Pero otras veces son acontecimientos sobre los que no tenemos control lo que nos sacan de él.
Estos acontecimientos pueden ir desde la muerte de alguien querido hasta la pérdida del trabajo, la terminación de una relación afectiva o de amistad o el cierre de un ciclo importante, personal o profesional. Pueden ser también situaciones inesperadas e inciertas, que no sabemos cómo podrán terminar o qué consecuencias traerán. Entonces, es casi un hecho que pasaremos al segundo cuarto, el de la negación.
En él, rechazamos aquello que vino a echarnos del cuarto de la satisfacción, nos oponemos a lo que sucedió o está sucediendo, y tratamos de evitarlo de alguna manera, o por lo menos de bloquearlo mentalmente, cerrando los ojos a lo que es inevitable. Hay quienes se quedan instalados en ese cuarto para siempre, o
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