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Enviado por   •  8 de Mayo de 2015  •  3.233 Palabras (13 Páginas)  •  150 Visitas

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LIDERAZGO

El néctar del servicio

David Fischman

El servicio satisface la necesidad más elevada del ser humano: la necesidad de trascender, de pasar encima de uno mismo. Pero no siempre lo entendemos así.

¿Alguna vez se ha enamorado de un producto y ha sentido necesidad de comprarlo a toda costa? Con gran ilusión ahorra y finalmente lo compra. Siente una satisfacción grande, era lo que quería, el producto es su engreído. Pero luego de unas semanas, mira el producto y no siente nada; es más, ya no sabe dónde ponerlo para que no estorbe. Ahora ya tiene en su mente otro producto que quiere comprar.

Esta situación es normal, ya que las empresas compiten invirtiendo en publicidad para lograr la venta de sus productos. Persuaden a los consumidores para comprar el auto, la nueva moda en ropa, gaseosas, o computadoras que los pueden llevar a alcanzar la felicidad. Esta felicidad se traduce en la satisfacción de alguna necesidad que el producto puede cubrir. Por ejemplo, las gaseosas apelan frecuentemente a la necesidad de afiliación del ser humano. En su publicidad muestran jóvenes de buena apariencia, en un ambiente ameno y divertido, consumiéndola felices.

Los consumidores jóvenes compran la gaseosa para satisfacer, subconscientemente, la necesidad de afiliarse con la gente bacán.

Otros productos como los autos de lujo apelan frecuentemente a la necesidad de logro y poder. En sus avisos muestran a personas exitosas y seguras que sobresalen. En conclusión, nuestro sistema económico se basa en el hecho de que el consumidor se orientará a maximizar su felicidad o minimizar su infelicidad individual, satisfaciendo sus necesidades a través de la compra de bienes y servicios.

"Los consumidores jóvenes compran la gaseosa para satisfacer, subconscientemente, la necesidad de afiliarse con la gente bacán".

Para comprar bienes y servicios debemos trabajar cada vez más. Mientras más tenemos, más queremos y el círculo vicioso no para. Al final nuestra supuesta felicidad termina apilada en el almacén de la casa u oficina junto con los demás productos que compramos y que no usamos.

A excepción de la compra de bienes o servicios que satisfacen nuestras necesidades fisiológicas, la felicidad duradera no se obtiene comprando. Paradójicamente, una forma de obtenerla está en el proceso inverso a la compra: el servicio desinteresado. A diferencia de las compras, que se basan en la escasez y se tiene un dinero limitado para adquirir bienes, el servicio se basa en la abundancia. El servicio no cuesta dinero y mientras más lo haces, más felicidad y amor obtienes. El servicio satisface la necesidad más elevada del ser humano: la necesidad de trascender, de pasar encima de ti mismo.

Pero, si el servicio maximiza la felicidad, ¿por qué tan poca gente lo hace? Muchos no se dan la oportunidad de hacerlo. Estamos inmersos en el sistema buscando nuestro beneficio individual, tratando de crecer, ascender, lograr nuestras metas y prestigiarnos.

Creemos que eso nos dará la felicidad que anhelamos, ignorando que la felicidad duradera está siempre a un paso nuestro: haciendo servicio.

Tómese un tiempo para pensar en qué podría servir desinteresadamente. No se limite a entregar dinero, invierta su tiempo en una causa que considere importante. Niños abandonados, ancianos, enfermos, personas de bajos recursos o con problemas, valores, responsabilidad social, etc. Empiece con sólo una hora semanal. Una vez que experimente la sensación, ya nunca lo dejará.

Cuentan que una paloma entró a una iglesia en busca de una rosa que estaba al lado del atrio. Como la iglesia estaba llena de espejos, la paloma se estrellaba con los espejos al buscar la verdadera flor. Finalmente, después de varios intentos cayó muerta en el atrio, al lado de la verdadera rosa.

Tengamos cuidado de no pasarnos la vida buscando, como la paloma de la historia, una percepción equivocada de la felicidad. Dejemos de buscar la felicidad solamente en los espejismos del consumo y démonos la oportunidad de encontrarla en la realidad del servicio desinteresado hacia el otro.

El líder "laissez-faire"

"Este tipo de líder, por su inacción, se convierte en un corcho de botella que impide la salida de proyectos".

René está motivado con su nuevo trabajo. En su primer día, busca a Felipe, su jefe, para pedirle una reunión, pero éste le dice que lo espere en su oficina. Pasan las horas y Felipe no aparece. René busca a Felipe, pero es nuevamente rechazado.

Al día siguiente, ocurre lo mismo.

Felipe no aparece. Finalmente, al tercer día se reúnen sólo 20 minutos, pero Felipe se la pasó hablando por celular la mitad del tiempo. René se siente desorientado, desconcertado. No tiene claros sus objetivos y no conoce a nadie.

A este tipo de líder, Bernard Bass lo denomina laissez-faire. Este líder posterga la toma de decisiones, está ausente y tiene poca comunicación. Nunca tiene tiempo para desarrollar labores de liderazgo con seguidores. Con este líder, si hay logros, es gracias al esfuerzo de algunos subordinados automotivados que trabajan solos. Como podemos intuir, es el estilo de liderazgo menos efectivo. Pero, ¿acaso no es moderno dar empowerment a los subordinados para que trabajen solos? A continuación detallo algunas diferencias entre el empowerment (dar poder) y el laissez-faire (dejar hacer):

El líder que hace empowerment:

1.- Entrega el poder paulatinamente. Su meta es lograr que los subordinados actúen de manera independiente. Por ello, traza una estrategia de desarrollo y crecimiento para cada uno.

2.- Está orientado a sus subordinados, les entrega información necesaria, facilita el trabajo y elimina obstáculos. 3.- Comparte su visión y define claramente los objetivos y los límites de poder. En conclusión, el líder que hace empowerment entrega verdaderamente el poder para que los subordinados decidan con autonomía. En el liderazgo laissez-faire, en cambio, el líder da autonomía sin realmente entregarles el poder.

Si ponemos mucho tiempo una botella de champagne en el congelador, su corcho podría salir disparado o se podría romper la botella. Lo mismo le ocurre al líder laissez-faire en la empresa. Este tipo de líder, por su inacción, se convierte en un corcho de botella que impide la salida de proyectos de sus subordinados. Los pone a todos en el congelador. Pero, igual que con la botella, después

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