Barreras a la inclusión: desde la accesibilidad física hasta las actitudes excluyentes en la escuela y la sociedad
Enviado por junica • 6 de Agosto de 2014 • 649 Palabras (3 Páginas) • 187 Visitas
¿Es posible una escuela sin exclusiones?
Barreras que impiden el respeto, la participación, la convivencia y el aprendizaje
Dr. D. Miguel López Melero
Universidad de Málaga (España)
e-mail: melero@uma.es
Algunas ideas previas
Agradezco uno vez más la invitación que me hace el CEP de Baeza a participar en unas Jornadas sobre Escuelas Inclusivas y lo hago convencido de que la mayoría de los profesionales que acuden a ellas ya vienen realizando ‘prácticas inclusivas’ en sus respectivas escuelas.
Me llena de satisfacción estar hoy en Baeza porque el tema me ofrece una nueva oportunidad para compartir con ustedes mis preocupaciones, mis reflexiones y mis dudas; mis sentimientos y mis emociones sobre la necesidad de abordar un tema tan importante hoy en educación: ¿es posible construir una escuela donde nadie se sienta excluido? Mi respuesta a este interrogante es que no sólo es posible, sino que es absolutamente necesario, y como es necesario hemos de buscar cuáles son las barreras que, desde la edad más temprana, impiden la presencia, la participación y la convivencia de las personas y culturas diferentes en la escuela pública. A mi juicio esta es la cuestión fundamental que tiene planteada en la actualidad la escuela pública: que nos aclaremos de una vez qué entendemos por escuela inclusiva y no la confundamos con prácticas caritativas de integración. Por eso he titulado esta ponencia: ¿Es posible una escuela sin exclusiones? Barreras que impiden el respeto, la participación, la convivencia y el aprendizaje, aunque muy bien podía llevar el subtítulo: Todo eso que dices está muy bien, pero ven tú a mi clase y me lo cuentas con mi Alvarito.
Voy a empezar mi ponencia contándole una anécdota. A principio de año tuve que viajar a Albacete. Tenía un tribunal sobre unas plazas de Habilitación. Llamé por teléfono a RENFE y le comento a la persona que me atiende mi demanda:
- Buenos días, necesito un billete en AVE hasta Madrid y otro hasta Albacete en el tren que corresponda.
- Muy bien, me contestan. ¿Cuándo viaja usted?
- Le interrumpo y le digo que soy minusválido y le pregunto si hay asientos o lugares para minusválidos.
- Me comenta el señor que hay dos puestos en el vagón delantero y otros dos en el trasero, pero si llevo silla de ruedas o no.
- Le comenté que sin silla de ruedas, pero ¿qué pasaría si es con silla de ruedas? Y me contesta:
- Es que si viaja usted con sillas de ruedas debe llamar a otro número, porque ese era el número de USUARIOS
- ¿Es que si soy minusválido hay un número diferente? Me contesta que sí.
- Como tenía interés por esto que me estaba ocurriendo, le dije que me diese el número de atención a las personas con sillas de ruedas. Me lo da y llamo.
- Me responde una señorita muy amable. Hola señorita le llamo porque soy minusválido y viajo a Madrid en el AVE y llevo silla de ruedas.
- Muy bien ¿y cuándo viaja usted?
- Pues si hay asientos esta misma tarde a partir de las 2. Me contesta la señorita que no puedo viajar esta tarde. ¿Por qué, si usted me ha dicho que si hay asientos?, le pregunto.
- Me contesta: porque si es minusválido con silla de ruedas tiene que solicitarlo 24 horas de antelación para que haya servicio de rampas de acceso al tren, o en su defecto, al menos 4 horas de que salga el tren
- …
No me lo puedo creer, primero no pertenezco al colectivo de los USUARIOS, segundo, debo avisarlo 24 horas antes para que estén colocadas las rampas, o excepcionalmente 4 horas antes para que en la misma estación se hagan los preparativos correspondientes ¿Y si necesito viajar por una urgencia, qué hago? Esto que les cuento es absolutamente cierto, por ser minusválido
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