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Circuito De La Lana


Enviado por   •  29 de Octubre de 2014  •  3.119 Palabras (13 Páginas)  •  351 Visitas

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El circuito de la lana: Introducción

La producción de lana se localiza en distintas regiones del país. El stock ovino se distribuye 55% en Patagonia, 23% en Buenos Aires, 12% en el Litoral (Entre Ríos y Corrientes) y 12% en el resto del país. La Patagonia es la única zona donde la producción de lana tiene carácter de monoproducción, por lo cual los ciclos de producción y los problemas de la actividad afectan en mayor medida tanto al productor lanero como a la actividad regional en su conjunto. Si bien la explotación ovina puede ser encarada a través de cada uno de sus subproductos (lana, cuero y carnes) sólo el rubro lanar se analizará debido a su mayor importancia en términos económicos.

El lanar se caracteriza por su rusticidad y adaptabilidad, lo cual lo constituye en explotación óptima para un más eficiente uso del recurso suelo. Comparativamente requiere una mayor utilización de recursos humanos, imprescindibles en las labores de manejo, selección, sanidad y esquila.

La Argentina es el tercer país productor-exportador de lanas en el mundo, después de Australia y Nueva Zelanda. En cuanto a la producción, la Argentina ocupa el quinto lugar, siguiendo a Australia, la URSS, Nueva Zelanda y la República Popular China. A pesar de las buenas perspectivas para la colocación de mayores volúmenes, tanto por las condiciones del mercado internacional como por las posibilidades de una mayor producción lanera en el país, el sector en su conjunto muestra una tendencia declinante en los últimos años. Los agentes intervinientes en todo el proceso han sufrido en mayor o menor grado el impacto negativo de la crisis nacional y regional. Al mismo tiempo las políticas para el sector no fueron siempre coherentes ni continuas, aunque la actividad muestra claras posibilidades de reactivación.

Fases del proceso productivo

El eslabón pecuario

A diferencia de otras zonas dedicadas a esta actividad, en la Patagonia la cría de ovino es casi siempre exclusiva. " Se entiende por país productor-exportador el que normalmente destina la mayor proporción de la producción propia al mercado externo.”

Según cifras de 1974 (Empadronamiento Nacional Agropecuario y Censo Ganadero) existían en la Patagonia unas veintiún mil explotaciones agropecuarias de las cuales aproximadamente diez mil incluían ganadería ovina en su plantel productivo. Esta situación presenta notables variaciones regionales. En las provincias del norte patagónico predominan las explotaciones de menor tamaño, especialmente en Neuquén mientras que en Santa Cruz y Tierra del Fuego se da la mayor concentración de la tierra. Las fluctuaciones de los precios y el estancamiento productivo y tecnológico determinaron la tendencia de los productores a aumentar el tamaño de las majadas, como recurso para mantener sus ingresos. Esto trajo aparejada la sobrepoblación de los campos sin que paralelamente se tomaran medidas para incrementar la oferta forrajera. Las consecuencias de este proceso fue la desertización por sobrepastoreo, en algunos casos irreversible. Toda la Patagonia presenta erosión eólica en mayor o en menor grado de avance, siendo en la franja central donde el proceso es más intenso. Se llegó así a 1984 con campos y majadas en estado deficiente, a lo cual se agregó la copiosa nevada de ese invierno que provocó una mortandad estimada de cuatro millones de cabezas.

Algunos informantes sostienen que este desastre natural parece haber dejado un stock en cierto equilibrio con la oferta forrajera. Pero los pobladores tienden a repoblar los campos por falta de conciencia conservacionista. Además este equilibrio no es uniforme en toda la región, hay zonas donde si no se alivia la presión se corre el riesgo de daños irreversibles. Problemas de manejo de la majada se unen a la sobrecarga de los campos dando como resultado una baja productividad y deterioro en la calidad del producto final. El grado de adopción tecnológica es muy bajo en las grandes explotaciones a causa de la generación de un sistema de producción basado más en la propiedad de grandes extensiones de tierra que en la inversión de capital, y en los más pequeños por la baja rentabilidad que no permite la inversión. A ello debe agregarse la falta de

continuidad en las políticas y la ausencia de medidas que impulsen el cambio tecnológico y estimulen al productor a lograr mayor eficiencia.

El manejo de la majada es en general irracional y desordenado. Los principales problemas que se presentan al respecto son: manejo sanitario deficiente, mala nutrición, falta de prácticas de mejoramiento genético e inadecuadas técnicas de esquila. Al respecto éstas constituyen el principal factor de mortalidad animal y de deterioro de la calidad de la lana. Por falta de personal idóneo y también por prácticas rudimentarias, pero culturalmente arraigadas, la esquila se realiza en muy malas condiciones. Los animales sufren mutilaciones, cortes y golpes; el "doble corte* que suele realizarse disminuye el valor del producto. Además se realiza sobre pisos de tierra con el consiguiente aumento de impurezas y suciedad en la lana. Defectos tales

como irregularidades, presencia de pelos negros, contaminación con fibras y pelos extraños significan un menor precio comparativo.

El eslabón comercial

El mercado interno de lana se caracteriza por un bajo grado de transparencia, la intervención de numerosos agentes y la existencia de complejos canales de comercialización.

Los precios obtenidos no tienen difusión ni están orientados por valores de mercado; más bien provienen de un acuerdo tácito entre vendedor y comprador. Este último puede variar el precio ofrecido según la necesidad que tenga del producto o las urgencias de venta que vea en el vendedor.Por otra parte el producto obtenido en la esquila no es acondicionado y clasificado en forma óptima. En consecuencia se vende el lote total, desconociendo el

productor el precio que se obtiene por los distintos tipos de lana. Los exportadores y acopiadores compran en estancias; son diferentes los modos como operan y, en consecuencia, diferente es el precio obtenido por el productor. El exportador grande realiza una evaluación "objetiva" del lote, extrae una muestra del fardo y la envía a analizar, por lo general a sus propios laboratorios; el precio depende del resultado del análisis. Mientras que los pequeños y los acopiadores en general realizan una estimación "subjetiva" del producto, cotizando todo el lote sin clasificar ni analizar.

También los plazos de pago dependen del canal de venta utilizado, pero en general se abona aproximadamente el 50 por ciento al contado, financiando el productor al exportador por 180 días el resto.

Los barraqueros o acopiadores se dedican a la comercialización interna de la lana o la venden a un exportador. Se pueden dividir en medianos y chicos.

Los medianos se dedican a la compra, clasificación y venta de lana en barracas, muchas de ellas en Avellaneda y sur de Buenos Aires. La clasificación la realizan respondiendo a las necesidades de la demanda: lavaderos, exportadores autónomos, industria local.

Los barraqueros chicos (o acopiadores de campaña) son el tipo más común en la Patagonia. Operan con productores chicos que están en lugares alejados y de difícil acceso, como por ejemplo las comunidades indígenas. En general son propietarios de almacenes de ramos generales, a los que el productor se compromete a entregar su lana luego de la zafra a cambio de la provisión de víveres a lo largo del año. La lana que se negocia por esta vía es generalmente de menor calidad y los precios obtenidos son más bajos.

Para hacer frente a la situación desventajosa de los productores más pequeños en la comercialización y obtener mejores precios han aparecido en los últimos años dos tipos de acciones:

1. Las intervenciones de gobiernos provinciales. A través de los "planes de esquila" el gobierno de Neuquén, por ejemplo, realiza la esquila con equipos volantes y recibe la lana en dieciséis centros de negociación primarios. Anticipa a los productores un porcentaje del precio, concentra la lana recibida, la acondiciona en lotes uniformes (previa extracción de muestras que son analizadas en el laboratorio de INTA-Bariloche) y posteriormente la vende en subasta pública.

También en Río Negro funcionan centros de acopio y comercialización con apoyo del gobierno provincial.

2. Las cooperativas de comercialización. Si bien su participación en la comercialización total es muy reducida (menos del 4 por ciento) el desarrollo de estas organizaciones beneficia no sólo a los asociados sino también al conjunto de los productores, al brindar un precio de referencia por la venta de la producción. Se estima que la venta a través de este canal consigue precios entre un 10 por ciento y un 20 por ciento superiores a la venta individual. Hay algo más de diez cooperativas, casi todas ubicadas en la Patagonia, excepto COPROLAN? localizada en la provincia de Corrientes merece una mención especial por la importancia que adquirió en los últimos años (cuenta con cerca de doscientos asociados y comercializó 1.650.000 kg. de lana

clasificada en la zafra 1985/1986).

lote, extrae una muestra del fardo y la envía a analizar, por lo general a sus

propios laboratorios; el precio depende del resultado del análisis. Mientras

que los pequeños y los acopiadores en general realizan una estimación

"subjetiva" del producto, cotizando todo el lote sin clasificar ni analizar.

También los plazos de pago dependen del canal de venta utilizado, pero en

general se abona aproximadamente el 50 por ciento al contado, financiando

el productor al exportador por 180 días el resto.

Los barraqueros o acopiadores se dedican a la comercialización interna

de la lana o la venden a un exportador. Se pueden dividir en medianos y

chicos.

Los medianos se dedican a la compra, clasificación y venta de lana en

barracas, muchas de ellas en Avellaneda y sur de Buenos Aires. La

clasificación la realizan respondiendo a las necesidades de la demanda:

lavaderos, exportadores autónomos, industria local.

Los barraqueros chicos (o acopiadores de campaña) son el tipo más

común en la Patagonia. Operan con productores chicos que están en lugares

alejados y de difícil acceso, como por ejemplo las comunidades indígenas.

En general son propietarios de almacenes de ramos generales, a los que el

productor se compromete a entregar su lana luego de la zafra a cambio de

¡a provisión de víveres a lo largo del año. La lana que se negocia por esta vía

es generalmente de menor calidad y los precios obtenidos son más bajos.

Para hacer frente a la situación desventajosa de los productores más

pequeños en la comercialización y obtener mejores precios han aparecido

en los últimos años dos tipos de acciones:

1. Las intervenciones de gobiernos provinciales. A través de los "pla

nes de esquila" el gobierno de Neuquén, por ejemplo, realiza la

esquila con equipos volantes y recibe la lana en dieciséis centros de

negociación primarios. Anticipa a los productores un porcentaje del

precio, concentra la lana recibida, la acondiciona en lotes uniformes

(previa extracción de muestras que son analizadas en el laboratorio

de INTA-Bariloche) y posteriormente la vende en subasta pública.

También en Río Negro funcionan centros de acopio y comercializa

ción con apoyo del gobierno provincial.

2. Las cooperativas de comercialización. Si bien su participación en la

comercialización total es muy reducida (menos del 4 por ciento) el

desarrollo de estas organizaciones beneficia no sólo a los asociados

sino también al conjunto de los productores, al brindar un precio de

referencia por la venta de la producción. Se estima que la venta a

través de este canal consigue precios entre un 10 por ciento y un 20

por ciento superiores a la venta individual.

Hay algo más de diez cooperativas, casi todas ubicadas en la Patagonia,

excepto COPROLAN? localizada en la provincia de Corrientes merece una

mención especial por la importancia que adquirió en los últimos años (cuenta

con cerca de doscientos asociados y comercializó 1.650.000 kg. de lana

clasificada en la zafra 1985/1986).

El desconocimiento del funcionamiento cooperativo por parte de los

productores, la escasez de financiamiento y las experiencias no siempre

positivas son aspectos que inciden negativamente sobre el desarrollo del

sistema cooperativo. Así, por ejemplo, el hecho de que las cooperativas

suelen no poseer fondos que permitan financiar al productor hasta que

venda la lana implica que éste frecuentemente se incline por la opción

individual, que le asegura una buena parte del precio al contado.

Los consignatarios son un agente intermedio de la demanda que se

encuentra en extinción, porque su actividad se vincula con el funcionamiento

de los mercados concentradores que han desaparecido. La difusión de los

medios de transporte y los beneficios otorgados a la elaboración y

exportación por la Patagonia llevaron a una paulatina declinación de los

centros de comercialización ubicados en la provincia de Buenos Aires. El

Mercado Central de Frutos de Avellaneda18 fue demolido y el de frutos

"Victoria" se halla en proceso de liquidación.

La exportación

En cada zafra operan entre sesenta y setenta firmas exportadoras, cuya

participación no es pareja

El eslabón industrial

En esta etapa es posible distinguir, en una primera instancia, entre los lavaderos autónomos y las industrias integradas. Los lavaderos autónomos compran la lana en estancia, la lavan y la comercializan en el mercado interno a la industria.

Las industrias integradas operan en distintas etapas productivas (lavado, peinadurÍa, hilatura de peinado, de cardado, telares, telares para alfombras) e integran en diferente grado estos procesos. Algunas de estas empresas tienen un importante endeudamiento por la expansión de la capacidad instalada en 1976-1983, que en la actualidad se suma a la caída de la demanda final de estos productos por la contracción del mercado interno.

Las hilanderías integradas operan desde la clasificación de la lana hasta la hilatura. En general, estas empresas se iniciaron en la actividad textil a partir de la última etapa del proceso productivo que hoy abarcan. Son los establecimientos que poseen el mayor capital dentro del rubro.

Descendiendo en los niveles de integración se encuentran las industrias semi integradas y autónomas que abarcan tejeduría e hilandería, industrial frazadero y alfombrero. En este tipo de empresas es evidente la atomización, sobredimensionamiento del parque y gran antigüedad de las maquinarias. Los rendimientos, menores a los internacionales, impiden el acceso generalizado al mercado externo de productos elaborados.

Evolución de la producción ovina.

Una de las características principales de la evolución de la producción ovina en el país ha sido la declinación de las existencias desde el siglo pasado hasta la actualidad. Si bien este fenómeno se da en todas las regiones productoras la interpretación de las causas es variable. En la zona pampeana la declinación fue resultado de la expansión de otras actividades que plantearon una mejor alternativa económica (ganado bovino, cereales, oleaginosas). En cambio en la Patagonia las causas están vinculadas al manejo y deterioro de los recursos naturales. De todos modos se dio un leve incremento en la productividad, pues la caída en el stock de ovinos fue mayor que en la producción de lana.

EI principal mercado de la producción lanera es el internacional. En promedio desde 1969/70 se destinó para la exportación el 55 por ciento de la zafra anual, un 37 por ciento se envió al mercado Interno y un 28 por ciento quedó como stock para el año siguiente.

El consumo nacional muestra cierta rigidez, aunque con tendencia declinante. La caída de 1980/1981 se relaciona con la pérdida de protección arancelaria de la industria nacional con motivo de la apertura económica de la dictadura militar.

Históricamente la Unión Soviética y el Mercado Común Europeo han sido los principales compradores de la lana argentina. La primera compra exclusivamente lana sucia; la Comunidad compra en forma más diversificada en cuanto a grados de elaboración del producto. A partir de 1982 están presentes Japón y China como fuertes clientes, pasando a ser este último país el segundo comprador en 1986 después de la URSS. A la diversidad de países compradores débese añadir la de los tipos de lanas que se venden. Si se considera mercado al existente en los distintos países para cada finura y en cada etapa de elaboración, la Argentina atendió en la zafra 1984/1985 a doscientos quince distintos mercados (Federación Lanera Argentina, 1986).

En la Argentina no hay un precio mínimo, ni sostén o indicador, como ocurre en otros países importantes en el comercio de lanas. La intervención estatal se ve reducida a medidas impositivas y cambianas más algunos subsidios efectivizados para algunas zafras.

Desde 1973 la política arancelaria se ha modificado tendiendo a beneficiar las exportaciones con valor agregado. La exportación de productos textiles no tiene recargos y la salida por puerto patagónico recibe un subsidio del 7 por ciento.

Conclusiones y propuestas.

Se requiere la puesta en marcha de un programa que mejore la productividad y la calidad de la lana argentina y un ordenamiento del sistema de comercialización para incrementar los ingresos de los productores ovinos más pequeños. Al respecto debe comenzarse por promover algunas de las siguientes acciones y/o estudios.

1. Proveer al productor de asistencia técnica y financiera destinada a un manejo más eficiente de los recursos naturales, que actualmente son muy rudimentarios. Al respecto deben adoptarse prácticas que apunten a disminuir la mortalidad y a mejorar los aspectos reproductivos. En cuanto a los recursos naturales debe tenderse a un mejoramiento de los pastizales por cultivos de pasturas artificiales. Además, hay la posibilidad, en algunas áreas, de efectuar una redistribución de aguas superficiales y acceder con bajos niveles de inversión a un sistema de riego que amplíe la superficie con mallines.

2. Profundizar los estudios sobre aspectos tales como; receptividad de los distintos tipos de pastizales, inventarios de suelos y vegetación; evaluación y manejo de forrajeras exóticas, factores de mejoramiento de la eficiencia reproductiva de las majadas y relevamientos de la calidad de la lana.

3. Incentivar la asociación del pequeño y mediano productor en cooperativas, a través de las cuales y con el asesoramiento técnico correspondiente se logre un más apropiado manejo de la producción y ocupe el productor una posición más sólida en la comercialización del producto. El programa de asistencia debe poner énfasis en el mejoramiento de las técnicas.

4. Estudiar la posibilidad de que las cooperativas intervengan no sólo en la comercialización (incluida la exportación) sino también en la provisión de insumos y en los procesos industriales como el lavado y peinado.

5. Promover la ampliación y modernización de laboratorios y establecer un sistema único de clasificación y tipificación de lanas. El conocimiento por parte del productor del tipo de lana que vende constituye un incentivo para la producción de buena calidad

6. Establecer algún mecanismo de difusión de precios de acuerdo a calidad, rindes, origen y plazo de pago para mantener informado al productor sobre el comportamiento del mercado.

7. Fomentar una regulación fiscal estable que permita un acceso competitivo al mercado externo.

8. Analizar alternativas de financiamiento que posibiliten la incorporación de la Argentina al SIL (Secretariado Internacional de la Lana) para facilitar las exportaciones de tejidos e indumentaria a partir de la utilización de la marca Woolmark como garantía de calidad de la lana.

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