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Crisis Mundial


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2012  •  1.570 Palabras (7 Páginas)  •  384 Visitas

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Introd ucción

Transcurridos dos años desde el comienzo de la crisis, las explicaciones

de lo ocurrido continúan hegemonizadas por un contrapunto entre

neoliberales y keynesianos. Los economistas ortodoxos cuestionan

la osadía de los banqueros, los desaciertos de los gobiernos y la irresponsabilidad

de los deudores. Los heterodoxos objetan el descontrol

oficial, la tolerancia de la especulación y la ausencia de regulaciones

financieras. Frente a esta argumentación comienza a ganar espacio

otra interpretación de raíz marxista, que atribuye la convulsión a desequilibrios

intrínsecos del capitalismo.

Apetenc ias e inter ferenc ias

Los neoliberales (Gary Becker, Alan Greenspan) repiten su libreto

cómo si nada hubiera ocurrido. Presentan la crisis como un accidente

pasajero, que no debería alterar el reinado de los financistas. Reconocen

que el terremoto obliga a reconsiderar las supervisiones oficiales

a los bancos, pero se oponen a eliminar las desregulaciones de los

últimos años.

* E conomista, investigador, profesor. Miembro de Economistas de Izquierda (EDI).

Su portal es: <www.lahaine.org/katz>.

La crisis capitalista mundial y América Latina

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Lo que no pueden explicar es su fervoroso apoyo al socorro estatal

que recibieron las entidades. Es evidente que ese auxilio contraría

todas las prédicas a favor de la competencia y el riesgo. A veces argumentan

que las instituciones financieras suministran dinero a toda la

sociedad y deben ser preservadas con los fondos públicos.

Pero si requieren ese sostén pierden validez todas las alabanzas

a la empresa privada. Los bancos constituyen el pilar de un sistema

que los neoliberales consideran virtuoso y autosuficiente. Con esas

cualidades deberían poder afrontar las situaciones críticas sin ningún

auxilio externo. En esas circunstancias y no durante el ciclo normal de

los negocios se pone a prueba la consistencia del capitalismo.

Los economistas ortodoxos eximen a los banqueros de toda responsabilidad.

Atribuyen la crisis a los efectos ocasionados por las políticas

oficiales de abaratamiento del crédito, que estimularon el otorgamiento

de préstamos a clientes insolventes. Pero en un contexto

de bajas tasas de interés, los financistas podrían haber orientado sus

colocaciones hacia otros destinos. No montaron la burbuja inmobiliaria

por presiones oficiales, sino por el alto rendimiento que prometía

ese negocio. Sólo reconocieron la existencia de un problema, cuándo

la morosidad de esos créditos desató el quebranto de los bancos.

Ahora convierten a las víctimas en culpables del desplome. Los pequeños

deudores que padecen el desalojo de sus viviendas son acusados

de comportamiento irresponsable. Los neoliberales encubren las estafas

cometidas por los banqueros, pero cuestionan a las familias empobrecidas

que tomaron préstamos por simple necesidad de alojamiento.

Esta acusación es coherente con su restrictivo análisis de la crisis,

en función de las conductas individuales. Utilizando ese parámetro

consideran que los banqueros actuaron con excesiva confianza y se

dejaron arrastrar por la codicia. No registran cuán absurdo es reclamar

moderación en la actividad más competitiva del capitalismo. Las

reglas de juego que rigen en ese ámbito habitualmente premian al

aventurero y castigan al cauteloso.

La propia dinámica de la concurrencia por manejar los nichos

más rentables del mercado empujó a los financistas a tomar los riesgos

que provocaron el colapso. Los neoliberales, que elogiaron a los

apostadores en el auge, despotrican ahora contra la desmesura.

En sus caracterizaciones de la crisis focalizan todos los inconvenientes

en la inclinación psicológica de los financistas a tomar riesgos

sin evaluar las consecuencias. Pero omiten el condicionamiento objetivo

de esta actitud, que impone la vigencia de ciclos ascendentes y

descendentes de los negocios. Siguiendo estas fluctuaciones los banqueros

están forzados a valorizar su inversión, con iniciativas que,

tarde o temprano, desembocan en un crack general.

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Claudio Katz

Las explicaciones neoliberales incurren en incontables contrasentidos.

Afirman que las señales de alarma fueron desoídas durante la

euforia irracional de los últimos años, y consideran que una retirada

a tiempo podría haber evitado el descalabro. Pero esa obviedad olvida

que los desmoronamientos

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