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Crisis Sector Cafetero Colombia 2013

Satrus16 de Abril de 2013

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Para responder si es justo o no ayudar al sector caficultor colombiano se deberá, en primer momento, establecer los criterios que utilizaremos para evaluar su relevancia en diversos contextos (económicos, políticos, sociales y culturales). Producto de los criterios que implementemos, podemos encontrar diversas razones de fondo para justificar la ayuda por parte del gobierno. Para dar un ejemplo de lo anterior podríamos argüir que Colombia es un Estado Social de Derecho consagrado en la Constitución Política en su artículo 1, en consecuencia es deber del Estado garantizar unas condiciones mínimas de vida a todos los habitantes de su población como lo ha venido desarrollando la Corte Constitucional a través de su jurisprudencia . Siguiendo esta lógica y partiendo del hecho que la mayoría de trabajadores del sector se encuentran en condiciones de informalidad laboral, bajos niveles educativos y en algunos casos problemas de hambruna (Cano, 25-29; 2012), se hace imperativa la acción del Estado para remediar dicha situación.

Sin embargo me alejaré de dicho enfoque de los derechos, para primar las razones histórico-económicas por las cuales es necesaria dicha intervención, dado que nos permite observar el origen de las condiciones antes descritas y las posibles rutas para solucionarlas o mitigarlas.

Una razón clave histórica parte de la base que el sector cafetero ha sido uno de los principales pilares del desarrollo económico del país durante todo el siglo XX como lo resaltan Kalmanovitz (97; 2006) y Montenegro (263-264; 2006): “…el sector cafetero fue un actor muy importante en la política y la economía nacional durante el siglo XX… un sector que genero más del 50% de las exportaciones del país cumplió también un papel importante en el balance político”. Por ende el país tiene una deuda con dicho sector a pesar, de que como lo resaltan los mismo autores, éste haya perdido importancia en términos de participación del PIB dado que para la fecha solo representan 0.06% del mismo.

Una segunda razón para justificar la intervención es porque el café colombiano sufre de un fenómeno llamado comoditizacion, es decir entra a competir con productos muy parecidos de otros países, por ende no tiene el poder de mercado suficiente para controlar los precios del grano y es necesario la implementación de ayudas del gobierno para matizar la volatilidad de éstos (Cano, 2; 2012). Dicho fenómeno se presenta por múltiples razones entre las cuales la revaluación de la tasa de cambio es una de las más relevantes, y que es explicada a su vez por el alto nivel de inversión extranjera en el sector minero-energético. Este fenómeno genera una pérdida de competitividad del sector y del nivel de ingresos de los productores. También hay pérdidas de productividad para el sector por culpa del cambio climático, el alza de los precios de los combustibles, fertilizantes y la tierra. Todo lo anterior ha incrementado los costos de producción y ha provocado una disminución de la misma en los últimos años, al punto que para el 2011, estaba por debajo de los ocho millones de sacos , que según diversos estudios también se debe a que los cultivos de nuestro país tienen una baja tecnificación y escasos niveles de fertilización (Cano, 5-9; 2012) (Concha; 2012).

Una segunda razón clave por la cual se evidencia la necesidad de la intervención pública, es que un método frecuente que han venido implementando los productores para contrarrestar los efectos de la alta volatilidad del precio, es negociar sus cosechas a través del mercado de futuros en la bolsa. Sin embargo, dicha alternativa en razón del mecanismo por el que se cotiza el precio base, no logra compensar las pérdidas en el mercado de contado o real (Cano, 6; 2012), es por esta razón que se genera una falla de mercado creando un equilibrio sub- óptimo.

Un tercera razón es que el gobierno tiene un parte de responsabilidad de la actual crisis, dado que a partir del año de 1989 se rompió el “pacto del café” y los acuerdos de cuotas entre países productores y consumidores. Con ello se transformó el mercado hacia la libre competencia, situación que no supieron aprovechar los gobiernos de turno; evidencia de ello es que desde finales de la década del 80 pasamos del segundo lugar de producción a ocupar el cuarto, lo cual se tradujo en una reducción de 7% en la participación mundial del mercado del café (Cano, 7; 2012).

Pero quizás dos son las razones más importantes por las cuales el gobierno nacional debe intervenir en el sector, aunque no necesariamente con un subsidio a la producción. La primera la exponen Cano y Vallejo (14; 2012):

“…la mejor muestra de la importancia que sigue teniendo la industria cafetera en la economía colombiana, reside en el hecho de que esta actividad genera hoy uno de cada tres empleos rurales, ocupa 560 mil familias, y permite que dos millones de personas vivan directamente de la producción de café. Con 631 mil empleos generados en el año, supera en 3,7 veces el total aportado por las flores, el banano, el azúcar y la palma juntos.”

Con esto los autores argumentan, a través de ejercicios econométricos, que ante incrementos en el ingreso de los caficultores de aproximadamente el 10%, se puede llegar a reducir la pobreza y mejorar las condiciones de equidad, que en términos del PIB se habla de aproximadamente 43 puntos porcentuales adicionales (Cano, 15; 2012). Adicionalmente afectan de manera más profunda el consumo de los hogares en contraste con la minería u otros sectores de la agricultura porque aproximadamente el 70% de sus costos de producción son salariales (Cano, 23; 2012) (Concha; 2012).

La otra razón por la cual el sector sigue siendo relevante es que a pesar de los incrementos de los precios internacionales del café y en mayor medida de los “suaves colombianos”, estos últimos presentan una elasticidad-precio de la demanda baja (Concha; 2012). Esto quiere decir que ante incrementos del precio, la demanda cae muy poco, lo cual es un fuerte indicativo de la preferencia de los consumidores por este tipo de café, en consecuencia reconocen un diferencial y disposición a pagar un extra por los mismos. Un potencial de generación de ingresos que no tienen otros sectores de la economía nacional.

Punto2:

De acuerdo con la información suministrada por los medios de comunicación, el “movimiento por la dignidad cafetera” le plantea al gobierno nacional los siguientes puntos para analizar en la mesa de diálogo (Celis; 2013):

• Incrementos en el precio de sustentación igual o superior a 800000 mil pesos.

• Cero importaciones de café.

• Condonación de deudas adquiridas con el Estado.

• Subsidios a fertilizantes.

• Suspensión de actividades mineras en zonas de cultivo.

Por parte del gobierno, en cabeza del ministro de trabajo, se mencionó la necesidad de lograr mayores niveles de formalización en el sector, a lo cual los cafeteros respondieron que debía darse por consiguiente un aumento en el precio de compra de sustentación (Celis; 2013). Pasados los días del paro, el gobierno nacional llego a un acuerdo inicial con los cafeteros de un incremento en el auxilio del precio de sustentación de 145.000 mil pesos (Celis; 2012). Lo cual indica que se incrementa el nivel de subsidio que venían recibiendo a través del Fondo Nacional del Café (FNC) y el resto de puntos se acordaran en posteriores reuniones entre representantes del gremio y del gobierno.

En primer lugar, el continuar con una política de subsidios al sector cafetero, no es solo un incumplimiento de Colombia ante los acuerdos suscritos con la OMC, sino que además es no comprender la naturaleza y ventajas de un mercado libre. Esto se sustenta porque Colombia debe transformar su aparato productivo eliminando los subsidios y los aportes parafiscales, al igual que lo hicieron países como Brasil después de la entrada a la libre competencia. Además de la necesidad imperiosa de abrirse a la siembra de otras variedades diferentes a las arábigas como la robusta, buscando llegar a mercados donde la presencia del café colombiano es muy baja (Cano, 39; 2012).

Otra consecuencia indeseable de implementar subsidios en la producción de un bien que se exporta, es explicada a través de la teoría económica y “modelo estándar de comercio”. En dicho modelo, se establece que una política de subsidios a las exportaciones, en un país que tiene un efecto sobre los precios internacionales del café como el caso de Colombia (se debe recordar que sigue siendo el cuarto productor a nivel mundial según cifra de la OIC) empeorará los términos de intercambio . Esto se presenta porque encarece el precio relativo del café con respecto al precio de los bienes que importamos, lo cual genera una disminución de la demanda agregada de café suave colombiano con relación a los bienes importados y por ende una reducción de nuestros términos de intercambio. En otras palabras consumimos una menor cantidad de todos los bienes (Krugman; 1994).

Como un tercer argumento para estar en contra de los pactos logrados, es que este acuerdo solo genera mayor interdependencia entre los caficultores y el gobierno nacional, lo cual es una carga fiscal que en el largo plazo puede ser muy gravosa para la administración pública e injustificable ante los contribuyentes.

Ahora bien, más allá de los efectos ciertos que se pueden estipular, a través de lo que mencionan los investigadores y economistas, con base en lo acordado por la partes hasta el momento. Podemos realizar una

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