Discotecas

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Si cree que el gerente de una buena discoteca se relaja más que el cliente, se equivoca. No bebe la cerveza de la barra ni tampoco baila al ritmo del DJ. Su éxito se mide en la duración de su negocio. Esto significa hacerse un profesional del márketing, reinventarse mil y una veces (para seguir durando). Bases de datos, 'flyers' por correo electrónico y volantes impresos, auspicios de empresas cerveceras, eventos especiales, promociones y buen ambiente son el soporte de las discotecas más duraderas de Lima. Por obvio que parezca, cada una posee estrategias publicitarias bien definidas --y con estilo-- donde no hay tiempo para improvisar.

LA MULTIDISCO

Kapital Disco lleva 8 años vigente en Comas y ese período es una excepcional muestra de que los gustos temáticos para cada día sí funcionan. "Nunca antes existió un lunes de ambiente y fuimos los primeros en tener los miércoles de cumbia, con grupos como Agua Marina y Kaliente", apunta Juan Carlos Navarro, gerente de márketing. Desde 1999 incluyeron las matinés los jueves y viernes ("con el 'boom' del reggaeton") y aprovecharon un impensado domingo salsero. Solo se descansa los martes y la razón es clara: la costosa inversión para mantener un local propio de 700 m2 y uno de los mejores equipos de luces de Lima. Para que el local llene al 50%, Navarro cuenta con un equipo de 7 personas dedicadas a diseñar invitaciones, volantear en zonas estratégicas del Lima Norte, y a enviar invitaciones por Internet. "Hasta la venta de cervezas cambia según las fechas. Los viernes y sábados se venden jarras y chop. Pero los domingos vendemos las botellas de 620 ml que son más baratas, para atraer a más gente", concluye.

¿Por qué funciona su estrategia? Navarro cree que el sector C es bastante fiel en comparación con el ingrato A-B, siempre ávido de novedad y exclusividades.

CUANDO SEAS GRANDE

Quizá el que mejor sabe de estas volátiles lealtades es Alex Von Ehren, gerente general de United Disco, grupo que reúne a las exclusivas Aura, Momo y últimamente la renovada La Ley. Él comenzó en 1994 cuando Asia no tenía bulevar ni se presentía el 'boom' del kilómetro 98. "En las residenciales Las Palmas y Cayma había muchos jóvenes del sector A B que no tenían dónde divertirse. Abrí Ibiza, que era una 'disco' de cuatro paredes en un terreno de 300 m2, un pedazo de lote que era de mis papás", recuerda. Lo tildaron de loco, porque no había electricidad. Invirtió US$30 mil en un grupo electrógeno y en seguridad para inaugurarla en Año Nuevo. Recuperó todo en una sola noche. "Mi público objetivo es el más adulto, que carga más dinero, pero cuando la 'disco' va muriendo entran los más 'chibolos'", comenta. Momo es una de las discotecas que administra en el sur y está dirigida a chicos entre 20 y 25 años.

Con un público exclusivo la base de datos es vital, pues el equipo de Von Erhen envía invitaciones diferenciadas según las edades. Cuando abrió Teatriz (1999) empezó con adultos y terminó con jóvenes menores de 23 años, sabía que estos después pasarían a ser clientes de Aura (2003) cuando fueran mayores. La exclusividad vía e-mail no tiene pierde.

SALSA CON CLASE

¿Quién dijo que la salsa solo se baila en espacios abiertos y con poca luz? Bueno, así fue por años, pero el 'boom' de las salsotecas demuestra que el conocedor y el bailarín buscan un buen ambiente. "Solo Kimbara y La Ley difundían la salsa a fines de los años 90, pero promover sus locales no era su fuerte: ellos destacaban más el nombre de las orquestas y cantantes en sus anuncios", dice Carlos Gonzales, gerente del Tumbao, en el 2002. Luego de trabajar como promotor en Lima de grupos salseros cubanos (Manolito y su Trabuco y la Charanga Habanera), en el 2002 Gonzales hizo algo impensable: abrió una salsoteca a la espalda de Polvos Azules. Aprovechó su amistad con músicos salseros y los invitó a un local acogedor, con luces fuertes y buena atención. En su caso, la estrategia es difundir la seguridad, tanto dentro como fuera del Tumbao. Con estacionamiento vigilado, tranqueras que solo permiten la entrada de taxis autorizados y policías resguardando la entrada y salida de clientes, ir a La Victoria no significa un riesgo

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