Gestion De Activos Y Pasivos
mar3016 de Mayo de 2014
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La Gestión de Activos y Pasivos (GAP): una solución para evaluar, controlar y hacer seguimiento de los riesgos de mercado*
StratCo Consultores Asociados, Noviembre 2005.
La gestión de activos y pasivos (GAP) cobró relevancia hace unos 25 años en Estados Unidos, cuando la catástrofe de las Savings and Loans tuvo un costo superior a los 300,000 millones de dólares. Poco a poco, varios países han adoptado reglas para medir los riesgos de mercado y evitar situaciones similares. De la misma manera, el Banco Internacional de Pagos de Basilea ha publicado recomendaciones al respecto para estandarizar criterios de medición.
Para entender mejor el proceso presentamos una reseña del desarrollo de las técnicas de GAP, describiendo las bases en que se fundamenta y los objetivos que busca. Finalmente, le damos una mirada a la situación colombiana.
ANTECEDENTES
El contexto del mundo financiero de mediados del siglo pasado fue bastante tranquilo. Durante muchos años los principales parámetros macroeconómicos se comportaron dentro de unos márgenes predecibles, y la legislación de cada país protegió a los competidores de las fuerzas del mercado. Gerenciar una institución financiera en estas condiciones era un asunto sencillo.
Sin embargo, a comienzos de la década de los setenta dos aspectos cambiaron: la inflación se convirtió en un fenómeno internacional de grandes proporciones y los cuerpos reguladores adoptaron esquemas más libres que fomentaban la competencia. Como consecuencia, nacieron nuevos retos y nuevas presiones haciendo más difícil mantener la rentabilidad de antes. También se incrementó la vulnerabilidad de los estados financieros a los riesgos inherentes al negocio, dado que el menor margen de utilidades resultante de estos cambios ya no podía diluir las pérdidas generadas por eventos imprevistos.
Esta década será recordada por su generalizada inestabilidad económica. Los efectos del embargo petrolero y la separación del dólar americano del patrón oro, entre otros, introdujeron fuertes desequilibrios en las economías mundiales, generando una inflación disparada. La consecuencia inmediata para el sector financiero fue el alza de las tasas de interés, lo cual cambió la manera de hacer banca. El negocio dejó de ser prestar dinero a un precio superior al del costo de las captaciones: la estructura de vencimientos tanto de los activos como de los pasivos empezó a cobrar importancia.
La estabilidad nunca se recobró. La economía quedó marcada por una mayor volatilidad en las tasas de interés y de cambio entre las diferentes monedas.
Existen muchas razones que podrían explicar este fenómeno. Dos de las que generaron mayor interdependencia de los mercados son la internacionalización de las economías y el libre movimiento de capitales. Otro problema era que cada país manejaba su problemática macroeconómica a su manera, lo que causaba desequilibrios permanentes. Todo esto hizo que los problemas coyunturales de un país impactaran en las economías de sus socios comerciales.
También hay que tener en cuenta la nueva corriente de pensamiento de los organismos reguladores de la actividad financiera. Lentamente, las fuerzas del mercado fueron tomando el control del sector antes regulado y protegido. La iniciativa la tomó Estados Unidos al inicio de la década de los ochenta, pero la creciente popularidad de las teorías de libre mercado había conseguido que otros países implantaran medidas semejantes. El Estado colombiano adopto medidas como la relajación del control de cambios, la autorización a instituciones extranjeras para abrir operaciones en el país y la aparición de la Multibanca, entre otras.
El resultado de este proceso de liberación fue una competencia más agresiva. Las instituciones, que venían trabajando su base de clientes como si fuera un mercado cautivo, tuvieron que desarrollar estrategias: algunas mejoraron sus servicios, otras diseñaron nuevos productos, segmentaron su clientela y unas refinaron sus precios, todo para mantenerse competitivas. Los ganadores fueron los clientes, que gracias a la existencia de nuevas alternativas en el mercado pudieron sofisticar su conocimiento, pedir soluciones a problemas financieros más complejos y adquirir una mayor sensibilidad al precio.
LA GESTIÓN DE RIESGOS
En la actualidad existen 4 grandes clases de riegos para una institución financiera: riesgos de crédito, operacionales, del entorno y del mercado.
Los riesgos de crédito se refieren al incumplimiento en el pago de las obligaciones contraídas por la clientela y han sido manejados por las divisiones comerciales. Los operacionales abarcan los errores en procesos, las fallas de los sistemas y el fraude. Estos son controlados con entrenamiento, capacitación, mantenimiento y pólizas de seguros. Los riesgos del entorno cubren los temas regulatorios, fiscales o sociales, manejados con programas institucionales, relaciones públicas o campañas de imagen.
Finalmente, existen 3 riesgos de mercado: de liquidez, de interés y de cambio. El riesgo de liquidez se presenta al intermediar dinero con transformación de plazos, y trata de la imposibilidad de responder a las obligaciones contraídas. El de interés se refiere a los efectos que tienen las subidas o bajadas de las tasas de interés del mercado sobre el margen financiero, mientras que el riesgo de cambio se presenta cuando existe una diferencia entre el total de los activos y el total de los pasivos de una misma denominación monetaria en una entidad. Estos riesgos son objeto de la GAP.
OBJETIVOS DE LA GAP
La GAP es una función que debe encuadrarse en la estructura organizacional y dimensionarse dentro de las necesidades específicas de cada institución. Su objetivo más elemental es medir y controlar los riesgos de mercado y diseñar estrategias para manejarlos. Sin embargo, con esquemas más sofisticados la GAP puede ayudar en la medición de la rentabilidad individual de los productos, la evaluación del desempeño de una gestión proactiva de activos y pasivos y en la planeación del crecimiento y de la estructura del balance.
La implantación de la GAP debe tener en cuenta dos factores. Primero, las características de las actividades de la institución. Una compañía de que se limita a otorgar créditos de consumo necesitará un sistema de GAP sencillo, mientras que un banco que maneja operaciones de cambio, créditos con condiciones poco corrientes y sus derivados, necesitará una GAP de mayor complejidad. En segundo lugar, la GAP implica un cambio en la cultura de la institución y requiere el desarrollo de habilidades específicas.
Hay que anotar que la GAP no es responsabilidad únicamente del área financiera, sino que toca a toda la institución en un proceso de análisis y planeación. Por esta razón es mejor empezar con sistemas de baja complejidad, que permitan asimilar los cambios y adquirir las habilidades necesarias, para irlas perfeccionando hasta llegar al nivel requerido por su tipo de operación.
La Versión Básica
El objetivo de una versión básica de GAP es aportar transparencia a los riesgos de tasa de interés y de cambio, para medirlos y centralizarlos en las manos más adecuadas para manejarlos. Para ello, la GAP debe tener una organización con claras responsabilidades y un proceso de análisis y toma de decisiones que permita evidenciar el riesgo, simular los efectos de diferentes escenarios futuros del mercado y evaluar las consecuencias de las posibles estrategias de cobertura. Este esquema se basa en la centralización de todas las posiciones del balance en el portafolio de la GAP y en la simulación de la evolución del valor de mercado de este portafolio o del margen financiero de la institución.
Niveles de Sofisticación
En una etapa posterior se podrá aislar el margen comercial antes de centralizar las posiciones de riesgo de interés en su portafolio, aplicando a cada operación una tasa de transferencia interna que refleje el costo de oportunidad o el rendimiento del dinero en el mercado financiero institucional.
Tomemos el ejemplo de un crédito a 90 días, al cual le fijamos una tasa al cliente del 18% efectivo anual. Supongamos que la tasa del mercado vigente para captaciones en bolsa, para el mismo plazo, es del 8%. Este crédito se transfiere al portafolio de la GAP con la tasa del mercado (8%) y la diferencia, un margen del 10%, queda como el beneficio comercial de la operación. Así se aíslan los márgenes comerciales (los diez puntos porcentuales en el ejemplo) tanto de las operaciones activas como de las pasivas, dejando en la GAP solamente los riesgos de la tasa de interés.
Como resultado de este refinamiento se sientan las bases que permitirán medir los ingresos financieros de cada producto y su rentabilidad, siempre y cuando podamos medir los costos atribuibles a cada producto.
Planeación de Balance
La GAP permite planear el crecimiento y la estructura del balance dentro de los límites establecidos para los riesgos de mercado. Aplicando sus técnicas de simulación se pueden identificar los nuevos perfiles de riesgo generados por la estructura de balance proyectada según los planes comerciales. En esta forma se pueden planear con anticipación las estrategias de cobertura necesarias.
Para lograr estos objetivos la GAP se apoya en tres fundamentos: un grupo de instrumentos que usa para su análisis, una estructura organizativa con responsabilidad gerencial
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