Ingeniero
luismx2 de Enero de 2013
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Prólogo
La creciente oposición al dominio mundial del capitalismo
empresarial tiene que luchar con la sostenida vigencia
de este dominio: su poderío económico y militar en los
cuatro continentes, su imperio neocolonial y, lo que es
más importante, su inconmovible capacidad para someter a la mayor parte de la población subyacente a su vigor y productividad abrumadoras. Este poderío mundial
mantiene a la defensiva al mundo socialista, a un elevadísimo costo, no sólo en términos de gastos militares,
sino también en lo que se refiere a la perpetuación de
una burocracia represiva. Así, el desarrollo del socialismo continúa apartándose de sus metas originales, y la
coexistencia competitiva con Occidente genera valores y
aspiraciones, para los cuales sirve de modelo el estilo de
vida estadounidense.
Ahora, sin embargo, esta amenazadora homogeneidad
se ha ido relajando y una alternativa empieza a imponerse en el continuum represivo. Esta alternativa no se traduce tanto en un diverso camino hacia el socialismo, cuanto en la aparición de diferentes metas y valores de distintas aspiraciones en los hombres y mujeres que resisten
y niegan eLpoder de explotación masiva del capitalismo
empresarial, incluso en sus realizaciones más abiertas y
liberales. El Gran Rechazo presenta formas variadas.
En Vietnam, en Cuba, en China, se defiende y se
lleva adelante una revolución que lucha por evitar la
administración burocrática del socialismo. Las fuerzas
guerrilleras en América Latina parecen animadas por ese
mismo impulso subversivo: la liberación. Al propio tiempo, la fortaleza aparentemente inexpugnable del gran
capitalismo muestra signos de una tensión cada vez más
aguda: parece ser que ni siquiera los Estados Unidos pue-
7 den suministrar indefinidamente sus mercancías: rifles y
mantequilla, napalm y televisión a colores. Es muy probable que los habitantes de los ghettos se conviertan en el
primer sustento masivo de la revuelta (aunque no de
una revolución). La oposición estudiantil se extiende en
los viejos países socialistas como en los capitalistas. En
Francia, ha desafiado por primera vez, de lleno, el poderío del régimen y ha revivido, por un momento, la persuasión libertaria de las banderas rojinegras; es más, ha
demostrado la posibilidad de unas bases más amplias. La
supresión temporal de la rebelión no dará marcha atrás
a la tendencia.
Ninguno de estos factores constituye la alternativa. Sin
embargo, todos perfilan, en muy diferentes planos, las
limitaciones de las sociedades establecidas, de su capacidad
de contención. Cuando se alcanzan estos límites, el sistema establecido (el Establishment) quizá inicie un nuevo
orden de supresión totalitaria. Pero más allá de estos límites, también se encuentra el espacio, tanto físico como
mental, para construir el predominio de una libertad que
no es la del presente: una liberación, asimismo, respecto
de los libertinajes del aparato explotador; una liberación
que deberá preceder a la construcción de una sociedad
libre, que exige un rompimiento histórico con el pasado
y el presente.
Sería irresponsable sobrestimar las posibilidades actuales de esos factores (este ensayo subrayará los obstáculos
y "dilaciones"), pero los hechos están a la vista, y no
son sólo símbolos, sino encarnaciones concretas de esperanza. Señalan a la teoría crítica de la sociedad la tarea
de reexaminar las perspectivas de que pueda surgir una
sociedad socialista cualitativamente diversa de las sociedades existentes, la tarea de redefinir el socialismo y sus
condiciones previas.
En los siguientes capítulos, intento desarrollar algunas
ideas propuestas primero en Eros y civilización y El hom-
8 bre unidimensional} y luego elaboradas en "La tolerancia
represiva" y en conferencias dadas en los últimos años,
sobre todo ante públicos estudiantiles de los Estados Unidos y de Europa. Este ensayo fue escrito antes de los
sucesos de mayo y junio de 1968 en Francia. Simplemente he agregado algunas notas a pie de página por vía de
documentación. La coincidencia entre algunas de las ideas
sugeridas en mi ensayo y las formuladas por los jóvenes
militantes fue sorprendente para mÍ. El carácter utópico
radical de sus demandas sobrepasa con mucho las hipótesis de mi ensayo; y sin embargo, estas demandas se suscitaron y formularon en el curso de la acción misma; son
expresiones de una práctica política concreta. Los militantes han invalidado el concepto de "utopía": han denunciado una ideología viciada. Revuelta o revolución abortada, su acción es un viraje decisivo. Al proclamar la
"impugnación permanente" (la contestatíon permanente)}
la "educación permanente", el Gran Rechazo, reconocen
la marca de la represión social, aun en las manifestaciones
más sublimes de la cultura tradicional, incluso en las manifestaciones más espectaculares del progreso técnico. Ellos
han erguido otra vez a un fantasma (y esta vez es un
espectro que no sólo espanta a la burguesía, sino a todas
las burocracias explotadoras): el espectro de una revolución que subordina el desarrollo de las fuerzas productivas
y los niveles de vida más elevados a los requerimientos
para crear la solidaridad del género humano, para abolir
la pobreza y la miseria más allá de todas las fronteras y
los ámbitos de interés nacionales, para obtener la paz.
En una palabra: ellos han sacado la idea de revolución
fuera del continuum de la represión, y la han situado en
su auténtica dimensión: la de la liberación.
Los jóvenes militantes saben o presienten que lo que
está en juego es simplemente su vida, la vida de los seres
humanos que se ha convertido en objeto de diversión
en manos de los políticos, los administradores y los generales. Los rebeldes quieren sustraerla de esas manos y
hacerla digna de ser vivida; se dan cuenta de que esto
9 es todavía posible hoy, y que para alcanzar esta meta se
requiere una lucha que ya no puede ser contenida por
las reglas y reglamentos de una pseudodemocrada en
un Mundo Libre Orwelliano. A ellos dedico este ensayo.
10 11IJtroducción
Hasta ahora, uno de los principales lineamientos de la
teoría crítica de la sociedad (yen especial de la teoría
marxiana) ha sido e! de abstenerse de lo que razonablemente puede llamarse especulación utópica. Se supone que
la teoría social debe examinar las sociedades existentes a
la luz de sus propias funciones y aptitudes, e identificar
las tendencias demostrables (si las hay) que puedan llevar a la superación de la situación dada. Por inferencia
lógica a partir de las condicio;Ies e instituciones
...