La máxima felicidad, propósito y satisfacción
chelox72Monografía30 de Junio de 2011
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Dedicatoria
Este libro está dedicado a los millones de trabajadores que saborean la idea de disfrutar
de una atmósfera más productiva y relajada en el trabajo, y a los miles de millones de
peces que preferirían no encontrarse volando por el aire en Pike Place, el mercado de
pescado más famoso del mundo. Aquí encontrarás las claves para crear un ambiente de
trabajo innovador y rentable, en el que una actitud juguetona, atenta y entregada
conduce a más energía, entusiasmo, productividad y creatividad.
Prefacio
(de Ken Blanchard, coautor de El ejecutivo al minuto, Raving Fans y Gung Ho!)
Fish! es una historia increíble, que primero fue filmada por John Christensen. Él y su
empresa, ChartHouse, produjeron un vídeo sorprendente sobre Pike Place, un famoso
mercado de pescado en Seattle. He enseñado este vídeo en todos mis seminarios para
ilustrar lo que ocurre cuando creas empleados Gung Ho! [Dispuestos a todo]; pones en
marcha tu fuerza de trabajo y creas Raving Fans [Admiradores entusiastas]. Ahora,
Stephen Lundin y un antiguo compañero mío de trabajo, Harry Paul, han formado
equipo con Tom para publicar la historia de Fish! En cualquier medio de comunicación
que se muestre, se trata de una historia de amor fabulosa. Como sugiere el libro,
«cuando elegimos amar el trabajo que desempeñamos, todos los días podemos alcanzar
el máximo de felicidad, propósitos y satisfacción».
¿Eso es importante? Es increíblemente importante, sobre todo si pensamos que buena
parte de la población dedica el 75 por ciento de su vida adulta, durante la vigilia, a
actividades relacionadas con el trabajo: prepararse para ir al trabajo, dirigirse al trabajo,
trabajar, pensar en el trabajo y relajarse después del trabajo. Si le dedicamos tanto
tiempo, deberíamos poder disfrutar con ello y sentirnos llenos de energía. Sin embargo,
hay demasiada gente que dedica todo ese tiempo al trabajo a cambio de satisfacer sus
necesidades en otra parte; «gracias a Dios que es viernes» sigue siendo una forma de
vida para mucha gente. Eso se puede acabar si lees Fish!, lo compartes con todos tus
compañeros de trabajo y juntos ponéis en práctica los cuatro secretos y las estrategias
sugeridas que te proponen Lundin, Paul y Christensen. Os garantizo que los jefes se
beneficiarán con este libro porque no sólo conservarán a los empleados, sino que los
motivará a rendir más. A todo el mundo le gusta trabajar en un ambiente distendido,
lleno de energía y donde puedan notar la diferencia. Los principios de Fish! también
benefician al empresario porque el personal mantiene el entusiasmo por lo que hace y
no se quema. Como podéis ver, estoy entusiasmado con este libro. Lo encuentro
sencillamente maravilloso. La historia de Pike Place, el mercado de pescado más
famoso del mundo, es estupenda. Pero este libro no es una guía para vender más
pescado; es una historia de amor que puede ocurrir, también, en su empresa.
Amar lo que haces
Hoy día está de moda creer que nadie debería conformarse con hacer nada salvo lo que
a uno realmente le gusta. Escribir poesía, recorrer el mundo en un barco de vela, pintar:
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haz lo que verdaderamente te gusta, y el dinero ya vendrá. Nos decimos que la vida es
demasiado breve para malgastarla dedicando horas a un trabajo que no sea el ideal, y
continuamos buscando el lugar de trabajo perfecto. El peligro es que si ese anhelo de
alcanzar el trabajo ideal nos hace concentrarnos en el futuro, nos perderemos esa vida
maravillosa que se nos brinda ahora, en este momento. El hecho es que en el mundo real
hay condiciones que nos impiden alcanzar ese trabajo ideal y perfecto. Muchos tenemos
responsabilidades con la familia, o de otro tipo. Otros, todavía no hemos sentido la
llamada de nuestra verdadera vocación. Algunos vivimos sometidos a tanta tensión que
no disponemos, literalmente, de tiempo ni energía para buscar otro trabajo. ,Fish! es una
parábola, un relato inventado sobre la manera en que podernos descubrir la fuente
profunda de energía, creatividad y pasión que existe dentro de todos nosotros cuando
aprendemos a amar lo que hacemos, incluso si en ese momento no estamos haciendo
exactamente lo que amamos.
Seattle, lunes por la mañana
Era un lunes húmedo, frío, oscuro y gris en Seattle, dentro y fuera. La mejor previsión
del hombre del tiempo del Canal 4 mencionaba la posibilidad de que se abrieran algunos
claros hacia el mediodía. En días así, Mary Jane Ramírez echaba de menos el sur de
California. ¡Qué ajetreo!, pensó mientras hacía repaso de los tres últimos años. Dan, su
marido, había recibido una oferta interesante de Microrule, y ella había confiado en
encontrar trabajo una vez instalados. En cuatro cortas semanas les habían notificado el
traslado, hecho las maletas, cambiado de ciudad y encontrado una fantástica guardería
para los niños. Su casa entró en el mercado inmobiliario de Los Angeles en el momento
adecuado y se vendió de inmediato. Tal y como esperaba, Mary Jane encontró
rápidamente un puesto de supervisora en el área de servicios internos de First Guarantee
Financial, una de las instituciones financieras más importantes de Seattle. A Dan le
encantaba su trabajo en Microrule. Por la noche, llegaba a casa pletórico de energía y
con un montón de historias de la gran empresa para la que trabajaba y el trabajo
avanzado que hacían. A menudo, Dan y Mary Jane acostaban a los niños y luego se
quedaban charlando hasta bien entrada la noche. Aunque Dan estaba entusiasmado con
su nueva empresa, se interesaba igualmente por el día que había tenido ella y quería
saber cosas acerca de los compañeros de trabajo y los retos que surgían en la vida
laboral de su esposa. Era obvio, a primera vista, que eran grandes amigos. El espíritu de
cada uno brillaba en presencia del otro. La cuidadosa planificación de su futuro había
anticipado todos los problemas menos uno. Doce meses después de haberse instalado en
Seattle, Dan fue ingresado urgentemente aquejado de la rotura de un aneurisma, una
rareza genética, según dijeron, y falleció de un derrame interno sin haber recuperado la
conciencia. No hubo ni avisos ni tiempo para despedidas. Este mes ha hecho dos años.
Ni siquiera llevábamos un año entero en Seattle. Frenando estos pensamientos, mientras
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empezaban a aflorar los recuerdos, sintió cómo la invadía una ola de emoción. No
continuó. Este no es el momento de pensar en mi vida privada; todavía no he llegado a
la mitad de la jornada, y estoy hasta arriba de trabajo.
First Guarantee Financial
En los tres años que llevaba en First Guarantee Financial, Mary Jane se había ganado
una gran fama de supervisora competente. No era la primera en llegar ni la última en
marcharse, pero seguía una ética laboral gracias a la cual su bandeja de entrada casi
siempre estaba vacía. De hecho, su manera seria de trabajar le acarreó algún problemilla
en la empresa, ya que mucha gente intentaba asegurarse de que fuera ella quien lo
resolviera todo personalmente. Sabían que el trabajo quedaría terminado a tiempo y
sería de Óptima calidad.
También era una buena jefa. Escuchaba con atención las preocupaciones y las ideas de
sus empleados y, a cambio, era apreciada y respetada. No era raro encontrarla haciendo
el trabajo de alguien con un hijo enfermo o con una cita importante. Y, como jefa en
funciones, hizo que su departamento fuera uno de los que más rendían. Actuaba siempre
de una manera relajada, que rara vez generaba tensiones, salvo las que implica hacer
bien el trabajo. Los colaboradores y los empleados disfrutaban trabajando con ella. El
pequeño grupo de Mary Jane se ganó la fama de ser un equipo con el que se podía
contar. En agudo contraste, había otro departamento más grande en la tercera planta que
era a menudo motivo de conversación por la razón opuesta. Expresiones como «no
responden», «son insoportables», «están en el limbo», «qué desagradables», «qué
lentos», «qué pérdida de tiempo», «aquí todo es negativo» se utilizaban con frecuencia
para describirlos. Eran el blanco de todos los odios. Por desgracia para la empresa, casi
todos los departamentos tenían que tener contacto con la tercera planta porque allí se
procesaba la mayoría de las transacciones del First Guarantee, y todo el mundo temía
cualquier contacto con este departamento. Entre los jefes corrían las historias sobre el
último fiasco con la tercera planta. Y los que la visitaban, la describían como un lugar
tan muerto, que te chupaba la vida. Mary Jane aún recordaba la carcajada general que
estalló cuando uno de los jefes dijo que se merecía el Premio Nobel. Al preguntarle qué
quería decir con eso, contestó: «Porque creo que he descubierto vida en la tercera
planta». La gente se desternilló de la risa. Algunas semanas después, Mary Jane aceptó,
no sin cierta reticencia, un ascenso a jefa del departamento de procesamiento
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