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Pescando sueños


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2015  •  Documentos de Investigación  •  1.022 Palabras (5 Páginas)  •  121 Visitas

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Pescando milagros

La noticia llegó con el aroma dulce y fuerte del tinto recién hecho y fue impregnando cada camino, penetrando en cada casa y esparciéndose por las calles polvorientas de la somnolienta y melancólica ciudad. Esa que otrora se mostraba orgullosa porque desde sus balcones y ventanales se podía vislumbrar los imponentes picos de la Sierra nevada de Santa Marta, reflejando el legado de una cultura ancestral que hoy dejaba los tenues reflejos de una marca extinta entre sus habitantes; y que ahora por las construcciones, bullicio y cambios propios del modernismo, no dejaban más que los vestigios del pueblo mágico que fue.

Pero...qué?; no puede ser?, exclamaban una y otra vez los nativos de ese macondo fantástico negándose a creer semejante rumor que como reguero de pólvora se fue esparciendo por toda la ciudad.

La protagonista esta vez era Milagros, una mujer menuda de caderas amplias y senos protuberantes a quien la naturaleza le negó el privilegio de ser madre como ella misma afirmaba, pero que en cambio le regaló tres perros, dos turpiales y un gato, los que llegaron para acompañar su soledad.

Esa mañana como bien temprano lo hacía desde hacía 40 años en tributo a su difunta madre, de quien heredó la costumbre de conservar las tradiciones propias de la semana mayor, Milagros se entretenía preparando los dulces típicos y viandas propias de la tierra que la vio nacer y que solo eran permitidos los jueves y viernes santos.

Entretenida en el adobo del suculento Bocachico, se percató de algo que llamó poderosamente su atención: Una mancha oscura, una forma irregular, de mayor proporción y tamaño se esforzaba por hacerse notar.

Milagros con sumo cuidado y casi con devoción tomó delicadamente en sus manos el pescado, lo volteó, examinó una y otra vez acercándolo tanto a sus ojos que por poco sus pupilas terminan impregnadas de las dulces aguas del Rio Magdalena, y es que ante sus desconcertados ojos se erigía cual majestuosa, la imagen nítida de Jesús Crucificado entre los tenues pliegues de la brillante piel del pescado.

Miagros, con voz profunda y aguda gritó en forma descontrolada: ¡Milagro! … ¡Milagro!, ha sucedido un milagro!

Las personas que la vieron pensaron que había enloquecido y es que nunca habían visto a una mujer correr de esa manera anunciando un milagro, con un pescado en la mano.

El hecho fue contagioso, puesto que detrás de Milagros un tropel de gente la siguió y sin saber los detalles, medio crédulos y desconfiados, repetían a viva voz: ¡Ha sucedido un milagro en la casa de Milagros!

Ya calmada y un tanto exhausta Milagros volvió a su hogar sin soltar el Bocachico y allí contó lo sucedido esa mañana de abril, la gente se alborotó en la puerta de la casa, en cuya habitación principal se dispuso un altar en donde reposaba en una bandeja de plata el pescado bendecido, adornado por frescas flores y alumbrado por la luz de un cirio.

En las siguientes horas toda una romería se agolpó en

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