RONDA DE DOHA

Última oportunidad para la Ronda de Doha

La Ronda Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) lleva casi diez años abierta y las negociaciones se encuentran estancadas desde antes del estallido de la crisis financiera en 2008. La imposibilidad de llegar a un intercambio de concesiones aceptable para los países avanzados y emergentes en las áreas de agricultura, manufacturas y servicios, unida al hecho de que el comercio internacional continua fluyendo con fuerza tras superar el bache de 2009 generado por la recesión, han hecho que cerrar la ronda no sea una prioridad política.

A los exportadores agrícolas, sobre todo los latinoamericanos, no les urge lograr una mayor apertura de mercados para sus exportaciones porque los precios de las materias primas son elevados. Las grandes empresas multinacionales, que durante la Ronda Uruguay presionaron intensamente a los gobiernos para que lograran un acuerdo que terminó en la creación de la OMC, están cómodas con el actual nivel de liberalización comercial, por lo que no están ejerciendo influencia alguna para alcanzar un nuevo acuerdo.

Por último, como los políticos en los países avanzados (sobre todo Estados Unidos y la Unión Europea) están centrados en sus problemas económicos internos han dejado de ejercer el liderazgo que sería necesario para avanzar.

Ante esta situación, en las últimas semanas se ha intentado dar un impulso para lograr un acuerdo de mínimos con el fin de acallar las voces que ya dan la Ronda por muerta. Pascal Lamy, Director General de la OMC, que en los últimos años ha buscado incansablemente poner de acuerdo a las principales potencias comerciales ha subrayado que existe consenso sobre el 80 % del paquete, por lo que solicita un impulso final que dé lugar a un acuerdo de mínimos este año, consciente de que las citas electorales en las principales potencias a partir de 2012 pospondrían el avance de la ronda indefinidamente, o incluso podrían llevar a su abandono.

Si este último cartucho fracasa sería un duro golpe para la credibilidad y legitimidad de la OMC, que por el momento es el foro que ha funcionado mejor para dar salida a los numerosos conflictos que se han producido entre los países avanzados y los emergentes en materia económica. Una OMC sin liderazgo podría acelerar los acuerdos comerciales bilaterales y regionales (que son discriminatorios), llevando incluso a la fragmentación de la economía mundial en bloques rivales.

Asimismo, la OMC podría convertirse en una institución para el litigio (a través de su mecanismo de resolución de disputas), dejando de ser un foro multilateral para muchos de los temas que dominarán la agenda comercial del futuro, como la seguridad alimentaria, los temas medioambientales o el comercio de servicios de alto valor añadido.

A largo plazo, los países de América Latina estarían entre los principales perjudicados

...