ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Sistemas Productivos

reyjos25 de Octubre de 2013

3.913 Palabras (16 Páginas)294 Visitas

Página 1 de 16

Introducción

El proceso Bolivariano comenzó a gestarse en el corazón de los venezolanos y venezolanas por alcanzar la justicia social, igualdad y cambio. Se encauza por un camino el 6 de Diciembre de 1988, en unas elecciones populares y democráticas que romperían con el tradicional bipartidismo y llevan a Hugo Chávez Frías a ser el nuevo Presidente de la Republica.

El proceso Bolivariano, como todo proceso, ha venido construyéndose a través de un conjunto de acciones y cambios políticos, económicos y sociales, que responden a la necesidad de transformaciones profundas gestada en el pueblo venezolano durante más de 40 años, por el cumulo de injusticias. Los fines de proceso bolivariano están contenidos fundamentalmente en la constitución bolivariana, aprobada por la asamblea nacional constituyente de 1999.

Venezuela a lo largo del tiempo se ha caracterizado por tener una economía poco diversificada, un país rentista, dependiente económicamente del petróleo en el cual predominaba el modelo capitalista y no existía la igualdad social.

Una de las características que definen al sistema económico dominante, es la propiedad privada de los medios de producción. Históricamente la tierra y la industria, son por excelencia esa propiedad privada que genera las ganancias y la Plusvalía, que está en manos de las burguesías capitalistas desde el proceso de acumulación originaria, tal y como lo señala Karl Marx en su obra El Capital.

Quien controla los medios de producción ejerce el control de la producción misma, se apropia de la fuerza de trabajo del proletariado, genera ganancias y condiciona todas las relaciones de producción a favor de sus intereses. Consecuentemente el efecto inmediato es la lucha de clases, por un lado las burguesías afianzando su control sobre los medios de producción, y por el otro el proletariado luchando por zafarse del endemoniado ritmo de la dominación, enajenación y alienación, con esperanza de tener el control de los medios a través de una contienda que se torna distante y conflictiva.

Una vez que se ostenta el control de los medios de producción, el proceso productivo es claramente ejercido con ansias de maximizar las ganancias. Las clases dominantes, han ejercido este mecanismo desde la fase industrial del Capitalismo (determinada por la revolución industrial), se incrementa en la fase financiera con la incorporación del elemento especulativo de la banca incipiente, prolifera ampliamente durante la fase imperial con el neocolonialismo y el saqueo de los recursos en África, sudeste Asiático y Centroamérica, y se afianza en la fase globalizada con la acción de las multinacionales y transnacionales que monopolizan toda la propiedad en sus corporaciones, mecanismos refinados de control omnipotente a escala planetaria.

La propiedad privada de los medios de producción (la tierra y la industria) se convierte en el punto neurálgico de la acción de un sistema alternativo que le de orden y prioridad a lo humano. En tal sentido es uno de los grandes retos que tiene el Socialismo Bolivariano para estructurar un nuevo modelo civilizatorio.

La propiedad privada en Venezuela es una muy cuestionable razón histórica. La apropiación de los medios de producción se entrecruza con una oprobiosa actitud de pillaje y saqueo por parte de la burguesía. Durante el inicio del siglo XX se convierten en los anillos cercanos de la dictadura entreguista del Gomecismo, posteriormente del Bipartidismo y el Clientelismo político, sumando poder y recursos en esta trágica historia de saqueo a la nación. Se apropian de esos medios de producción con la anuencia del régimen de turno, sin mayor contratiempo que el compartir su botín con un selecto grupo de funcionarios de confianza.

El desplazamiento progresivo del ingreso agroexportador por parte de la actividad petrolera, afianza el control de los medios productivos. La burguesía “importa” todos los procesos de producción (tanto en el sector agrícola como en el industrial), maquinarias, herramientas, aditivos, tecnología, asesoría, partes, productos semielaborados y cualquier otro elemento esencial que sea parte del ciclo productivo. Se apropian de la mayoría de las tierras en condiciones de latifundio (improductivos por naturaleza), jugando al macabro juego del valor de uso por el valor de cambio (engorde de los precios de los terrenos en futuras ventas) sin propiciar la verdadera producción necesaria para la seguridad agroalimentaria. Se abandona sistemáticamente la actividad de producción del campo, con lo cual sentencia nuestra dependencia importadora de alimentos.

Responden a los intereses mismos de reproducción del Capital internacional, y fomentan la dependencia absoluta en una suerte de tragicomedia a niveles no conocidos. No es una tenencia honesta de los medios de producción. Responde al infausto mecanismo de apropiación por medios no legales, y con vestigios de ilegitimidad. Se ganan su condición de “burguesía parasitaria”, deshonesta, apátrida y entreguista. Ni siquiera generan las condiciones de inversión lógicas para un desarrollo industrial y agrícola nacional. Esta condición se agrava con el advenimiento de un sistema rentístico, cuya única intención es apropiarse de eso que se denomina “renta petrolera”.

Tal renta no se desarrolla con el respaldo de la producción en nuestro país, si no que se desenvuelve en los mercados internacionales de hidrocarburos, por lo cual la fórmula es letalmente inyectada al proceso económico nacional. Obviamente, por tener el control de los medios de producción, quienes se apropian de manera inmediata de ese fenómeno de ingresos son los integrantes de esa misma burguesía.

El proceso productivo venezolano ha estado “con síndrome rentístico” desde la conformación de los gobiernos del siglo pasado. Responde más a una adaptación del capital a este fenómeno, que a una verdadera producción. Implica relaciones de dominación aguas arriba, y aguas abajo. También depende tecnológica y funcionalmente de los centros hegemónicos de poder. El valor de la moneda estadounidense marca la pauta de este “proceso productivo enfermo”. El valor real de los productos o mercancías lo determina la burguesía a través del chocante mecanismo de la especulación (derivada de la importación) ya que como hemos citado anteriormente es una burguesía parasitaria (nunca desarrolló procesos de inversión en investigación, desarrollo y aplicación de tecnología propias), con lo cual el Estado tiene la responsabilidad de otorgar divisas “apetecibles” para que se importen los elementos necesarios para la producción. En los medios de la burguesía reclaman más divisas para importar de lo que realmente producen, pero aun así dominan las reglas de la oferta y la demanda.

El neoliberalismo en la década de los 80 y 90, abogaba por la tendencia de la privatización de los activos del Estado y de los servicios públicos básicos. Esta situación favorecería el control absoluto de los medios de producción por parte de la burguesía, ya que el Estado en esta tesis económica no interviene en el proceso productivo, y se reduce sustancialmente (vendiendo activos como la CANTV, PDVSA, CVG) para dar paso a la empresa privada como agente intermediario entre el “mercado” y los consumidores. A pesar del estallido social antineoliberal en febrero de 1989, la burguesía seguía poseyendo el control de los medios de producción, con lo cual solo se aletarga la confrontación de clases.

En el contexto de la Globalización, la propiedad privada sufre mimetismos y procesos de apropiación de mayor envergadura. Se desarrollan la “franquicias” para asegurar el control del medio productivo, a través de testaferros “locales”, pero que solo son guardianes de los intereses transnacionales, y del capital foráneo. Se dan nuevas formas de la propiedad privada caracterizadas por la captación rápida de los ingresos, y el envío de estos a las sedes de las compañías matrices.

La hegemonía en el control de los medios de producción genera otros rasgos sui generis en Venezuela. Propicia el desarrollo desigual combinado en diversas escalas (con respecto a otros países, y en nuestra misma economía), poniendo de manifiesto la necesidad casi vital de apropiarse de la “renta petrolera”. La denominada economía informal, es uno de esos efectos colaterales. Inducido por políticas indolentes en materia social y económica, el sector informal sufrió una explosión exponencial. La economía informal es una variable muy complicada, ya que reproduce la dependencia importadora que favorece a sectores hegemónicos nacionales y trasnacionales, se convierte en mecanismo distributivo, que no recibe beneficios de ley establecidos para cualquier trabajador en relación de dependencia (aun cuando piensen que sus ganancias son netas), y sin una cultura impositiva que beneficie al fisco nacional.

Con semejante cuadro clínico, el Socialismo Bolivariano tiene varios retos. En primer lugar decodificar la lógica del capital orientada a monopolizar los medios de producción. Se han dado avances al respecto, con el reconocimiento de nuevas formas de propiedad, tales como la propiedad social, la propiedad mixta, o la propiedad comunal. El Socialismo venezolano no elimina la propiedad privada. Solo abre la posibilidad de coexistir con otras formas de propiedad. Pero en este sentido, la necesidad de materializar efectivamente

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (26 Kb)
Leer 15 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com