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TOMA DE DECISIONES

dianatorresco19 de Noviembre de 2014

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INTRODUCCION

El propósito de este trabajo es resaltar la importancia y trascendencia de la toma de decisiones en las instituciones educativas; cada día los profesores, directores y aquellos a cargo de las políticas educativas toman decisiones que tienen un efecto directo en el aprendizaje estudiantil.

No es posible ignorar en el siglo XXI el rol de los datos en la toma de decisiones. La nueva tecnología: internet, redes sociales y otros muchos, en todas partes las personas los están utilizando para que los ayuden a entender mejor su mundo.

Es también una época en que las organizaciones, incluidas las instituciones educativas, se están redefiniendo para adaptarse a los cambios. Para tener éxito en un mundo que se transforma y que se vuelve cada vez más complejo, es vital que las escuelas crezcan, se desarrollen, se adapten y se hagan cargo del cambio, y así puedan controlar su futuro.

La explosión de datos está revolucionando la sociedad. Al ser parte de la era del conocimiento, ésta ha centrado mucha energía en la información como un elemento necesario para tener conocimiento y usarlo bien. Nuestra responsabilidad como docentes en la toma de decisiones tiene un efecto positivo o negativo en el aprendizaje de nuestros alumnos. Por ejemplo: ¿Cómo puedo ayudar a mis alumnos de quinto año que aún no leen de manera efectiva?; ¿Qué debo hacer si me doy cuenta que un niño está siendo maltratado por sus padres? ¿Qué capacitación necesito para estar preparado para la Reforma Educativa?; ¿Qué cambios de política se necesitan para respaldar el mejoramiento escolar?

En los últimos años, a las escuelas se las ha responsabilizado cada vez más por la educación que imparten. A medida que los educadores de todo el mundo se comprometen a usar datos para decidir, es importante que desarrollen algunas habilidades y enfoques para que empleen la información en forma sensata. Los datos, por sí solos, son benignos o al menos neutrales y no responden preguntas.

Cuando los gestores de políticas, líderes y profesionales de la educación toman decisiones informadas, gracias a evidencia defendible, pueden enfocarse con precisión en lo que hacen a todo nivel; desde decisiones sobre qué y cómo enseñar a los alumnos en las aulas, hasta aquellas sobre dónde asignar los recursos a través de un sistema.

Los sistemas educativos, los directores de escuelas y los profesores necesitan mucho más que datos para cambiar las políticas y las prácticas. No obstante, contar con información apropiada significa proporcionar un componente pequeño, pero esencial, del complejo proceso de mejoramiento escolar.  

La toma de decisiones es una actividad inscrita en el ámbito social y político de la función docente; es un proceso complejo que involucra no solo al director, sino a los maestros, a los alumnos y a los padres de familia quienes se interrelacionan en el cumplimiento de sus roles y funciones para alcanzar la meta que la escuela se ha trazado.

La toma de decisiones constituye uno de los aspectos críticos de la administración escolar que marca el éxito o fracaso de la institución como organización.

Su importancia radica en la orientación que le da a las acciones que la escuela, en su realidad organizacional, emprende para resolver la gran variedad de situaciones que la cotidianidad le presenta convirtiéndose en el elemento primordial de la planeación.

Actualmente, la cuestión de tomar decisiones rebasa cualquier marco que limite su importancia ya que se convierte en centro de la actividad ejecutora de personas y de organizaciones.

La toma de decisiones es también un proceso integrado en todas las dimensiones de la función directiva y sobre todo está siempre bajo el escrutinio de otros, porque construye el ambiente escolar, porque impregna las relaciones interpersonales, porque tiene relación con la planeación y la enseñanza, porque pone al alcance u olvida las metas educativas, pero lo más interesante es que proyecta al centro educativo ante la comunidad.

Es además fundamental en el funcionamiento de la organización, inherente al proceso administrativo que todo director desempeña en la institución y además que ambos, director y proceso están al servicio de la dimensión pedagógica, que finalmente es el eje rector de la misión de la escuela.

Definida como proceso, la toma de decisiones viene a considerarse como la elección entre varias alternativas mediante un curso de acción para resolver un problema específico.

En muchas ocasiones un problema puede representar una oportunidad disfrazada y la toma de decisiones una estrategia para efectuar modificaciones en cualquiera de los niveles del sistema educativo con la finalidad de que la niñez y la juventud tengan mayor calidad tanto en sus aprendizajes como en su vida.

Algo que no debemos pasar por alto en la toma de decisiones es que debe estar de acuerdo con los propios valores, con la ética, coherente con su forma de pensar, de actuar y sobre todo plenamente convencido de que toda alternativa elegida afecta o beneficia a los demás por lo que lleva en sí una responsabilidad y un compromiso.

Para tomar un curso de acción adecuado podemos sugerir cuatro elementos principales que conforman el proceso de la toma de decisiones: primeramente hay que identificar aquello que se tiene que decidir, en la importancia de contar con toda la información posible sobre la problemática, en el sometimiento al análisis de las alternativas que se tienen a fin de que la elección determine la dirección que han de llevar las acciones y finalmente la evaluación de la eficacia de la decisión. Estas acciones constituyen la ruta metodológica que implica el proceso.

Con base en lo anterior podemos definir un esquema preestablecido para ciertos problemas que son recurrentes y sobretodo tener una metodología para resolver aquellos que no se pueden programar. Para estos últimos es necesario tener claro el peso o valor de los criterios de decisión ya que esto nos ayudara a elegir entre las opciones que sean más viables.

Las decisiones se toman bajo un criterio de racionalidad limitada pues no siempre tenemos al alcance toda la información que se requiere y sobre todo el análisis de todas y cada una de las alternativas sería punto menos que imposible.

Haciendo un breve recuento de las condiciones que, en primera instancia inciden en las decisiones, nos encontramos con las tres siguientes: la certidumbre, el riesgo y la incertidumbre. Cuando las personas identifican las circunstancias y los hechos, así como el efecto que podrían tener en la posibilidad de preverlos, tomarán decisiones en condición de certidumbre. A medida que la información disminuye y se torna ambigua, la condición de riesgo entra en el proceso de la toma de decisiones. Las personas empiezan a fundar sus decisiones en probabilidades objetivas (claras) o subjetivas (intuición o juicio de opinión). En la condición de incertidumbre, las personas que toman una decisión cuentan con poca información o ninguna acerca de las circunstancias y los criterios que deben fundamentarla.

Russo y Shoemaker (1993) señalan que en el proceso toma de decisiones existen una serie de diez trampas en las que suelen caer los directores novatos al confiar en sus propios juicios y no recabar suficiente información. Los errores típicos que se cometen suceden porque las emociones están a flor de piel en el momento de decidir.

La contraparte la ofrece Damasio (en Zepeda 1999) al concluir en sus investigaciones, que un individuo requiere del componente emocional para tomar una decisión racionalmente pues la inteligencia no basta para llevarnos al logro de lo que nos proponemos.

Tomando en cuenta lo anterior, y considerando que no existe un método único para tomar decisiones, nos parece importante resaltar el último punto del proceso: la evaluación de la eficacia de la decisión que tomamos, tenemos que considerar si el problema se ha resuelto conforme a lo previsto, analizando los resultados para modificar o replantear el proceso en los aspectos necesarios para conseguir el objetivo pretendido. En esta etapa nos preguntamos: ¿la decisión tomada produce los resultados deseados?

Las investigaciones sobre la práctica de los directores se han centrado más en prescripciones y análisis de sus obligaciones desligándose de la realidad cotidiana de la vida en las escuelas y del liderazgo organizativo de los directores que conlleva el ejercicio del poder y la política.

Este último concepto hace alusión a la forma de desempeñar tanto el control, la supervisión de la efectividad del trabajo de los docentes como de ofrecer la satisfacción de sus demandas y sus necesidades. Control y adhesión implican para cualquier director una problemática compleja en la escuela que se considera una organización educativa formal “en cuanto existe una agrupación de miembros con una división de tareas y responsabilidades en función de unos objetivos generales educativos”.

La dificultad de la función directiva tiene su fundamento en que la escuela es una organización compleja, por lo tanto esa forma de dirigirla, de controlarla,

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