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Infancia EL APRENDIZAJE ESCOLAR DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOEDUCATIVA

damarosadaSíntesis27 de Febrero de 2017

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EL APRENDIZAJE ESCOLAR DESDE UNA

PERSPECTIVA PSICOEDUCATIVA

Soledad González-Pumariega,

José Carlos Núñez Pérez,

Ramón González Cabanach,

Antonio Valle Arias

Tomado de:

González-Pienda, J., González, R., Núñez, J. y Valle, A. (2002). Manual de psicología de la educación. Madrid: Pirámide, pp. 41-47.

OBJETIVOS

Los contenidos de este capítulo se centran en el proceso de aprendizaje, más específicamente en el modo como se define, considerando diversas perspectivas, y en qué aspectos (interpersonales e intrapersonales) pueden repercutir en el mismo. Los objetivos que con este capítulo se persiguen son que el lector sea capaz de:

1.        Definir el aprendizaje tomando como referencia las llamadas «metáforas del aprendizaje».

2.        Analizar las aportaciones instruccionales que pueden derivar de las diversas teorías encuadradas dentro de las metáforas señaladas anteriormente.

3.        Justificar la necesidad de considerar la compatibilidad de las distintas teorías del aprendizaje de cara a diseñar una intervención.

CONTENIDOS

Aunque existe una amplia diversidad de enfoques teóricos en el estudio del aprendizaje, la perspectiva histórica refleja una consideración del mismo desde una orientación conductista a una cognitiva, sin olvidar las diversas variantes existentes en cada una de ellas. Por supuesto que las discrepancias se traducen no sólo en la concepción del aprendizaje, sino también en los factores que influyen en el mismo, en cómo se produce, en cuál es el papel desempeñado por los procesos cognitivos –atención, memoria, etc.–, en cómo ocurre la transferencia o generalización de lo aprendido. Por estas razones, es difícil encontrar una definición de aprendizaje que sea comúnmente aceptada por los diferentes autores, con independencia del enfoque teórico en el que se sitúen. A pesar de todo, creemos que la definición que vamos a plantear a continuación sí podría ser compartida por la mayor parte de los autores que trabajan en este campo.

        Podemos definir el aprendizaje como un proceso que implica un cambio duradero en la conducta, o en la capacidad para comportarse de una determinada manera, que se produce como resultado de la práctica o de otras formas de experiencia (Beltrán, 1993a.; Shuell, 1986). En esta definición aparecen incluidos una serie de elementos esenciales del aprendizaje. En primer lugar, el aprendizaje supone un cambio conductual o un cambio en la capacidad conductual. En segundo lugar, dicho cambio debe ser perdurable en el tiempo. En tercer lugar, otro criterio fundamental es que el aprendizaje ocurre a través de la práctica o de otras formas de experiencia (por ejemplo, observando a otras personas).

        Debemos indicar que el término «conducta» se utiliza en el sentido amplio de la palabra, evitando cualquier identificación reduccionista de la misma. Por lo tanto, al referimos al aprendizaje como proceso de cambio conductual, asumimos el hecho de que el aprendizaje implica adquisición y modificación de conocimientos, estrategias, habilidades, creencias y actitudes (Schunk, 1991). En palabras de Schmeck (1988a, p. 171), el aprendizaje es un subproducto del pensamiento... Aprendemos pensando, y la calidad del resultado de aprendizaje está determinada por la calidad de nuestros pensamientos.

        Es evidente que las posibilidades del ser humano para aprender son muchas y muy variadas; conseguimos aprender gran cantidad de cosas sin necesidad de que alguien nos enseñe o transmita los conceptos, procedimientos y habilidades implicadas en dicho aprendizaje. Sin embargo, esto no quiere decir que todos los aprendizajes que realizamos se puedan producir de una forma natural y a través de la simple interacción entre la persona que aprende y el material de aprendizaje. Existen cierto tipo de habilidades y conocimientos que precisan de una instrucción específica para que el individuo llegue a dominarlos adecuadamente.

        Pero esta necesidad de establecer contextos específicos para enseñar determinados conocimientos también añade una mayor complejidad al propio proceso de aprendizaje, que si bien se ve facilitado por la intervención de otras personas, aparecen en juego una serie de variables que van a afectar al desarrollo de todo el proceso en su conjunto. Así por ejemplo, variables como la concepción de la enseñanza y del aprendizaje que tiene el profesor, su capacidad pedagógica y sus conocimientos sobre las materias que imparte, sus actitudes y motivaciones, etc., van a condicionar el desarrollo del proceso de enseñanza/aprendizaje en general y de los aprendizajes del alumno en particular.

1.        ENFOQUES PSICOLÓGICOS EN EL ESTUDIO DEL APRENDIZAJE

Se tiende a aceptar que la investigación psicológica sobre el aprendizaje comenzó entre 1880 y 1890, con los estudios clásicos de Ebbinghaus (1885, 1913), Bryan y Harter (1987, 1899) y de Thorndike (1898). A lo largo de la primera parte del siglo XX, la investigación sobre el aprendizaje floreció especialmente en los EE.UU. El primer tratado importante sobre este tema fue el segundo volumen de la trilogía de Thorndike (1913) titulado Psicología educativa: Vol. 2. La Psicología del aprendizaje. Durante los años treinta y cuarenta, se publican varios trabajos importantes, culminando en 1948 con el trabajo más significativo del campo, el famoso Teorías sobre el aprendizaje, de Hilgard, libro que tuvo un gran impacto en este campo.

        La mayor parte de estos primeros trabajos estaban dominados por la orientación conductista hacia la conducta humana que caracterizó a la psicología durante la primera mitad del siglo XX. Se definía el aprendizaje de forma más bien limitada como un cambio de conducta, y se consideraba que tenía lugar desde fuera hacia dentro (eran los factores ambientales, fundamentalmente, los responsables de lo que el sujeto aprendía). El amplio cuerpo de investigaciones empíricas sobre el aprendizaje realizadas entonces se centraban en identificar los factores ambientales que determinaban los cambios en las ejecuciones. En la mayoría de las ocasiones, estos factores se estudiaban de manera sistemática con muy poca base teórica. En la mayoría de los casos, se asumía que lo que los sujetos aprendían eran asociaciones entre estímulos y respuestas y que la investigación debería identificar leyes generales del aprendizaje aplicables a todas, o a casi todas, las situaciones.

        Con la llegada de la revolución cognitiva, durante los primeros años de la década de los setenta, el modo de enfocar el aprendizaje y la conducta humana empieza a cambiar. La investigación contemporánea sobre el aprendizaje se puede caracterizar en términos casi opuestos a los expresados con anterioridad. Por ejemplo, las teorías sobre el aprendizaje se basan más en asunciones teóricas, en análisis lógicos y en la comprensión intuitiva, que en resultados empíricos. Se considera el aprendizaje como producto de condiciones internas o estados del aprendiz (más desde dentro hacia fuera que al contrario), y se considera que estos factores internos son más importantes que los externos; los sujetos adquieren conocimientos complejos e interrelacionados, más que aprender asociaciones; se considera el aprendizaje en relación con la situación particular, por lo que las leyes generales del aprendizaje son consideradas como poco importantes o irrelevantes. La atención se centra en el mundo real, o en el aprendizaje de material significativo, más que en el aprendizaje de materiales artificiales (por ejemplo, listas de palabras) en ámbitos de laboratorio, y se pone más énfasis en el aprendiz que en el sujeto y también en los aspectos sociales y cooperativos del aprendizaje.

        Las concepciones más actuales del aprendizaje están influidas por dos grandes corrientes. La primera considera el aprendizaje más como una construcción que como un proceso reproductivo. El aprendiz no se limita sólo a recordar el material que debe aprender; más bien lo que hace es construir su propia representación mental del material, selecciona la información que considera relevante e interpreta esa información en función de sus conocimientos previos y de sus necesidades actuales, añadiendo información que no está presente de forma explícita para poder dar sentido al nuevo material. Aunque el tema del constructivismo está presente en la mayor parte de los debates actuales sobre el aprendizaje, hay variaciones considerables en los fundamentos filosóficos y teóricos de las distintas perspectivas adoptadas por investigadores particulares La segunda perspectiva sostiene que el aprendizaje es un proceso social, cultural e interpersonal, que está más influenciado por factores sociales, emocionales y culturales que por factores cognitivos (Shuell, 1993).

        Como paso previo al análisis de las perspectivas más importantes sobre el aprendizaje, junto con sus implicaciones a nivel educativo, consideramos conveniente plantear algunos de los postulados básicos en los que se fundamentan los dos grandes enfoques psicológicos que han dominado casi la totalidad de la historia de la psicología del aprendizaje. Con respecto al enfoque conductista, podríamos destacar
como principios fundamentales los siguientes (para una revisión, véase, por ejemplo, Pozo, 1989):

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