Médica Psiquiatra
aquarell_rouge16 de Diciembre de 2012
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SER FELIZ DE A. ELLIS
Ejercicio n-1 de TRE
AI principio, el siguiente ejercicio parece muy sencillo, pero no es tan fácil como parece. Le proporciona práctica para diferenciar sus sentimientos negativos apropiados de los inapropiados cuando crea que algo «desafortunado» ocurre en su vida, o cuando se preocupe por un «mal» acontecimiento que tenga lugar.
Diferenciar la preocupación, la cautela y la vigilancia apropiadas, y la ansiedad, el nerviosismo y el pánico inapropiados.
Imagine alguna cosa muy mala o desafortunada que podría pasarle dentro de poco, como perder un buen trabajo, resultar herido en un accidente, o perder a un ser querido. Imagine vividamente que este acontecimiento puede ocurrir fácilmente. ¿Cómo se siente? ¿Qué se está diciendo a sí mismo para crear este sentimiento?
Si siente una preocupación o cautela apropiadas, se estará diciendo a sí mismo algo como:
«Realmente no me gustaría que pasara esa cosa desafortunada, pero si ocurre, podré soportarlo».
«Si mi pareja estuviera muy enferma o muriera, sería muy triste, pero aún lograría vivir y ser razonablemente feliz.»
«Si perdiera la vista, esto sería extremadamente incapacitante, pero aún podría disfrutar de muchas cosas.»
Fíjese en que todos estos pensamientos hablan de las carencias que tendría y de cómo sentiría que ocurrieran ciertos acontecimientos, pero todos añaden un pero que aún le dejaría una opción para vivir y disfrutar de la vida.
Si siente una ansiedad, nerviosismo o pánico no «apropiados, busque este tipo de tengo que, necesidades, catastrofismo, no-puedo-soportarlos, hundimiento de sí mismo y sobregeneralizaciones:
«Si perdiera mi trabajo, como no tengo que hacer, nunca podría volver a tener un buen trabajo, ¡y eso demostraría que soy completamente incompetentel».
«Tengo que tener una garantía de que mi pareja no debe morir, porque si lo hiciera, no podría soportar estar solo y siempre estaría deprimido.»
«¡ Es absolutamente necesario que no pierda la vista, porque si así fuera, mi vida sería espantosa y horrible, y nunca podría volver a disfrutar de nada!»
Fíjese en que se trata de predicciones de dolor completo e incondicional y que no le dejan ninguna escapatoria a un sufrimiento constante.
Imagine, de nuevo, que algo espantoso le pasa realmente, como perder todo su dinero, tener un jefe que siempre le critique, o que su mejor amigo o su pareja le traten muy injustamente.
¿Al imaginarlo, sólo lo siente, está triste, y lo lamenta?
¿O se siente también inapropiadamente deprimido o enfadado?
Si se siente deprimido, busque tendría que, debería, y tengo que como éstos: «Tendría que haber tenido más cuidado con mi dinero. Qué tonto fui por no haber sido más prudente!».
«¡Mi jefe no debeía criticarme de esa manera! No puedo soportar ese tipo de críticas continuas!» Si se siente muy enfadado, busque afirmaciones que expresen una necesidad-perturbadora.
Respecto a sí mismo como éstas:
«¡Mi mejor imigo no tiene que tratarme tan injustamente! ¡Es un perfecto canalia!». «¡Mis condiciones de vida tienen que ser mejores de lo que son! ¡Qué injusto y terrible es que las cosas sean así!»
Siempre que tenga sentimientos negativos intensos ya sea porque estén pasando desgracias en realidad, o porque imagine que podrían sucederle, vea si estos sentimientos son el resultado apropiado de sus deseos y anhelos de que pasen cosas mejores. ¿O los está creando yendo más allá de sus preferencias e inventando potentes “tendría que”, “debería”, “tengo que”, exigencias, imposiciones y necesidades. Si es así, está transformando la preocupación y la cautela en preocupación excesiva, ansiedad grave y pánico. ¡Observe la diferencia real entre sus sentimientos!
¿Puede el pensamiento científíco eliminar su sufrimiento emocional?
Usted puede ver por pura lógica que si sólo —y quiero decir sólo— se quedara con sus deseos y preferencias, y nunca —y quiero decir nunca— cayera en exigencias poco realistas de que sus deseos tengan que cumplirse, muy pocas veces podría trastornarse, trastornarse realmente, por nada. ¿Por qué? Porque sus preferencias empiezan con: «Me gustaría mucho o preferiría tener éxito, aprobación o comodidad», y acaban con la conclusión: «Pero no es que tenga que tenerlos. No me moriría si no los tuviera. Y podría ser feliz (aunque no tan feliz) sin ello es posible que empiecen con: «Por supuesto que no me gusta o detesto el fracaso, el rechazo o la incomodidad». Y concluyan con: «Pero si experimento el fracaso, el rechazo o el dolor, podré soportarlos». No me hundiré. Puedo ser razonablemente feliz (aunque no tan feliz) de todos modos aunque tenga estas desafortunadas experiencias».
Sin embargo, cuando usted insiste en que siempre tiene que tener o hacer algo, piensa de esta manera: «Como me gustaría muchísimo o preferiría tener éxito, aprobación o placer, tengo que tenerlos prácticamente bajo todas las condiciones. ¡Y si no lo consigo, como sin duda tengo que hacer, es horrible, no puedo soportarlo, soy una persona inferior por no ser capaz de conseguirlo, y el mundo es un lugar horrible por no darme lo que tengo que tener! ¡Estoy seguro de que nunca lo conseguiré, y por lo tanto no podré ser feliz en absolutol». Si piensa de esta manera rígida y con esta necesidad perturbadora, sentirá frecuentemente ansiedad, depresión y hostilidad.
¿Son los tengo dogmáticos e incondicionales las únicas causas de los problemas emocionales? No, no exactamente. Algunos trastomos, como la psicosis y la epilepsia o la depresión y el alcoholismo graves, pueden implicar problemas físicos y otras formas de pensamiento disfuncional.
Pero los trastomos emocionales o neurosis habituales (como la mayoría de los sentimientos de ansiedad y rabia) tienen su origen en gran parte en pensamientos excesivamente perfeccionistas, ¿Incluso cuando tiene fuertes sentimientos de inadecuación? Sí, sus sentimientos de inferioridad son, irónicamente, el resultado de sus exigencias de una perfección casi divina.
No todos los trastornos emocionales tienen su origen en pensamientos soberbios. Pero sí la mayoría de ellos. Y si usted se exige a sí mismo no tener que cometer errores, también puede exigirse a sí mismo no tener que ser neurótico.
Tenemos un talento innato para aceptar y crear ideas autolesivas. Y además, nuestro entorno nos ayuda considerablemente dándonos problemas reales (como la pobreza, la enfermedad y la injusticia) y apoyando a menudo nuestros pensamientos rígidos (como por ejemplo: «Como tengo una capacidad musical, debería ser sin duda un músico destacado»).
¿Puede hacerlo realmente?
Usted puede pensar cientíñcamente. Como señaló en 1955 un brillante psicólogo, George Kelly, usted es un científico nato. De este modo, usted predice lo que pasará si decide ahorrar dinero oara comprar un buen coche. Y. una vez lo ha decidido, observa los resultados de su decisión y los comprueba para intentar confirmar sus predicciones. ¿Será capaz realmente de ahorrar lo suficiente? ¿Si lo hace, podrá comprarse un buen coche? Usted prueba a ver.
Ésa es la esencia de la ciencia: establecer unas hipótesis o posibilidades plausibles y después experimentar poniéndolas a prueba para mantenerlas o desecharlas. Puesto que una hipótesis no es un hecho, sino sólo una posibilidad, una suposición. Y usted la pone a prueba para determinar si es correcta. Si se demuestra que es falsa, usted la desecha y prueba con una nueva hipótesis. Si parece correcta, la mantiene tentativamente; pero está siempre preparado para cambiarla si posteriormente aparece evidencia contra ella.
Éste es el método científico. Seguramente no sea infalible y a menudo produce resultados inciertos. Pero probablemente sea el mejor método que tenemos para descubrir la «verdad» y entender la «realidad». Muchos místicos y religiosos han argumentado que la ciencia sólo nos da una visión limitada de la realidad y que podemos llegar a la verdad absoluta y a la comprensión cósmica a través de la pura intuición o la experiencia directa de la energía central del universo. Son teorías —¡o hipótesis!— interesantes. Pero difícilmente probadas hasta ahora. Y lo más probable es que nunca podamos probarlas o refutarlas. Por lo tanto, no son ciencia.
La ciencia no es meramente el uso de la lógica y los hechos para comprobar o falsar una teoría. Es más importante el hecho de que consiste en una revisión y un cambio continuo de teorías y en el intentó de reemplazarlas por ideas más válidas y posibilidades más útiles. Es más flexible que rígida, y tiene una actitud abierta en lugar de dogmática. Se esfuerza por alcanzar una mayor verdad, pero no la Verdad (¡con V mayúscula!)’ absoluta y perfecta.
Los principios de la TRE que se esbozan en este libro mantienen que el pensamiento anticientífico, irracional, es una de las principales causas de los trastomos emocionales y que si la TRE le convence para ser un científico eficaz, sabrá cómo rechazar tenazmente amargarse la vida con prácticamente cualquier cosa. ¡Sí, cualquier cosa!
Si usted es sistemáticamente científíco y flexible con sus deseos, preferencias y valores, evitará que terminen convirtiéndose en dogmas contraproducentes. Pensará: «Sin duda prefiero tener una buena profesión y estar con una pareja que quiera». Pero no añadirá con extremismo —¡y sin ningún rigor científico!—: a) «Tengo que ener una buena
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