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Adolescencia desde punta de vista filosófico


Enviado por   •  3 de Marzo de 2020  •  Resúmenes  •  1.559 Palabras (7 Páginas)  •  126 Visitas

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Adolescencia

G. Stanley Hall

Al sostener que el niño y la raza humana son claves importantes esto consciente de las limitaciones y capacidades de la teoría de la recapitulación en el campo de la biología, ahora estoy convencido de que sus aplicaciones psicogenéticas tienen un método propio,  relacionando la niñez y la juventud con el desarrollo de la raza humana, ahí podremos encontrar normas verdaderas para enfrentar la tendencia a la precocidad en el hogar, la escuela, la iglesia y la civilización en general, y también para establecer criterios tanto para diagnosticar como para medir el detenimiento y el retraso del individuo y la raza. Los individuos difieren ampliamente no sólo en edad sino también en la secuencia de las etapas de repetición de la historia de la raza, el conocimiento de las nacientes etapas.

Las concepciones modernas, sugieren una inminente síntesis que pueda dar a nuestra práctica época y tierra la tan anhelada y demorada ciencia del hombre. Utilizando al máximo las lecciones del pasado, deberían liberarse también de los subjetivismos excesivos, de las limitaciones de los viejos sistemas y métodos, y sentir como deber máximo emprender la menos crítica y más constructiva labor de erigir más amplias moradas filosóficas para el alma. Desde un punto de vista general, he tratado de demostrar cómo la verdad acerca de las cuestiones del alma, en un sentido único, nunca es completa o segura sino hasta que se aplica a la educación. El periodo de los ocho a los 12 años es único en la vida humana: está terminando la crítica etapa de la dentición, el cerebro está a punto de alcanzar el tamaño y peso de la edad adulta, la salud está casi en su mejor estado, la actividad es mayor y mucho más variada que nunca antes o después, y existe una peculiar tolerancia, vitalidad y resistencia al cansancio. El niño desarrolla una vida propia fuera del círculo del hogar, y sus intereses naturales nunca son tan independientes de la influencia de los adultos. La percepción es muy aguda y existe una gran inmunidad al riesgo, al peligro, al accidente y a la tentación. La culminación de una etapa de la vida, como si representara lo que alguna vez fue, por un extenso y relativamente estacionario periodo, la edad de madurez en alguna remota. La herencia es hasta este momento más estable y segura.

A pesar de su dominio, la función de la madurez sexual y la capacidad de procrear pueden oscilar por encima o debajo de la línea de la edad, independientemente de las cualidades, por lo general tan estrechamente relacionadas con ella.

Rousseau entregaría los años prepubescentes a la naturaleza y a estos impulsos hereditarios primitivos y admitiría el brote de los rasgos fundamentales del salvajismo a los doce años de edad. La psicología biológica encuentra muchas razones para confirmar esta idea si tan sólo se pudiera ofrecer el entorno adecuado. Los rudimentarios órganos del alma, en esta etapa negados, pervertidos o reprimidos, que más tarde resurgen en formas amenazantes, podrían madurar en su momento para después inmunizarnos en los años de madurez,

Estos instintos nativistas y más o menos crueles pueden y deben ser alimentados y formados. Las profundas y fuertes ansias del individuo por revivir las ancestrales experiencias y ocupaciones de la raza pueden y deben atenderse, al menos de una manera secundaria e indirecta. El arte del maestro debe animar todo lo que los recursos de la literatura, la tradición y la historia ofrecen, lo cual representa las exuberantes e imperfectas virtudes de la niñez, de manera que el niño, con su imaginación casi visual, reforzada por los impulsos recapitulatorios psiconómicos, pueda disponer de toda su herencia. De esta manera no sólo los rescatamos del peligro de perderlos, sino también utilizamos, para un crecimiento físico posterior, los resultados de una herencia superior, que son los elementos más importantes.

Debemos enseñar naturaleza, para hacerlo debemos acercar más al niño a la naturaleza, no debemos mantenerlo en el área domesticada,  donde es prisionero de las condiciones modernas.

Debemos trasplantar, a los ocho años, no antes, a la escuela con su imperfecta iluminación, ventilación y temperatura. Debemos cerrar la naturaleza y abrir los libros, hay que someterlo a disciplinas especiales y formarlo en las más elevadas cualidades de la edad adulta.

Para el niño las exigencias más sabias resultan ajenas, arbitrarias, heterónomas, artificiales, los sentidos son agudos y están alerta, las reacciones son inmediatas y vigorosas y la memoria es rápida. Nunca estará más susceptible para el entrenamiento y la disciplina, ni será tan flexible para habituarse o adaptarse tan rápidamente a nuevas condiciones.

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