Adultez Y Rol Social

ADULTEZ Y ROL SOCIAL

Desde la perspectiva del curso de vida, se argumenta que los roles adecuados a cada “etapa” de la misma, son objeto de regulación social. Es decir, que las sociedades generan expectativas y reglas sociales estableciendo determinada normatividad social acerca de la secuencia y momentos de ocurrencia de los eventos importantes que llevaran a la vida adulta.

La transición hacia la adultez es vista como un proceso enmarcado en un periodo del curso natural de la vida de los individuos, que esta moldeado por una serie de instituciones sociales, como la escuela, la familia, el mercado de trabajo, el estado, la religión, entro otras. Es decir, “que el hombre no es solamente una realidad bilógica natural, sino también una realidad cultural” (Savater, 1991).

A esta etapa llamada adultez, se le atribuyen un sinfín de características como lo son la estabilidad, la responsabilidad, el asumir valores, conformar una familia, elección de pareja, independencia, abandono del hogar, un trabajo, entre otras. Pero ¿Qué sucede cuando no se cumplen estas? ¿No se es considerado adulto, aun que se esté dentro de los parámetro de edad que esta establece? Tal vez este rol que se le otorga al adulto tiene la funcionalidad de “guía” o referencia dentro del complejo sistema social para los más jóvenes.

En contraste, estos papeles, valores, reglas e instituciones sociales, nos producen un agradable sentido de pertenencia. Es decir, así como el adulto tiene la función de guía o referencia para los jóvenes dentro de determinado constructo social; dicho constructo social, lleno de reglas, valores e instituciones que nos “hacen” desempeñar papeles o roles falso, es con el propósito de ser reconocidos como miembros de dicha sociedad, es decir, nos dan un sentido de partencia.

Pero ¿Qué pasa si el constructo social en el que se desenvuelve un individuo padeciera la “patología de la normalidad?

Si bien es cierto que el ya mencionado sentido de pertenecía es de vital importancia para la vida de un individuo, también es cierto como lo menciona Erich Fromm que es engañoso el estado mental de los individuos de una sociedad, en cuanto a su “aprobación consensual” de ideas, pues erróneamente, se cree que el hecho de que la mayoría de la gente comparta ciertas ideas o roles, demuestra la “validez” de estos. Es decir, “el suceso de que millones de personas compartan el mismo vicio, no convierte este vicio en virtudes. Ni el hecho de que millones de personas compartan la misma patología no convierte a esas personas en “mentalmente sanas” ( Fromm, 1955)

Es importante reconocer que los roles sociales impuestos para el adulto, nos dan un sustento de pertenencia, de igual manera, si este

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