Analisis ético De Secretos De Divan

La película Secretos de Diván presenta contextos completamente diferentes, por un lado el lugar en donde residen, Estados Unidos con sus costumbres occidentales y muy liberales en contraposición con las costumbres de los judíos.

Se trata de una familia judía que viviendo en E.E.U.U. pretende que sus hijos continúen sus tradiciones, lo cual es muy difícil cuando las costumbres son completamente diferentes.

El problema principal es que el muchacho, hijo de Lisa, descendientes de judíos pero radicados en E.E.U.U. se enamora de Rafi, una estadounidense 14 años mayor que él y su madre muy apegada a las costumbres judías no lo acepta y trata de convencerlo para que no continúe con esa relación.

Además Lisa es psicóloga y por casualidades de la vida Rafi es su paciente y ella le cuenta de su relación con un joven menor que ella. En un principio Lisa la alienta a seguir adelante, sin embargo cuando se entera de que es su hijo (el novio), no le parece adecuado, cambiando de perspectiva sus intervenciones, queriendo evitar la relación entre su paciente y su hijo, por lo que se podría decir que obra precipitadamente sin prever las consecuencias en que pueden desembocar ese actuar irreflexivo, en este caso dejando de lado los objetivos de la terapia e incurriendo en una “imprudencia”.

Posteriormente busca terapia y supervisión pero continúa dándole terapia a Rafi, enterándose de secretos muy íntimos de su hijo por medio de ésta. Llegando en una oportunidad a plantearle al hijo cuestiones referidas a la utilización de hisopos, cuestión que se había enterado por medio del análisis de su paciente. En cuanto al secreto profesional, el código establece en el art. 2.4 “Los psicólogos no deben intervenir en asuntos que puedan obligarlos a revelar conocimientos amparados por el secreto profesional. Tampoco les está permitido usar en provecho propio las confidencias recibidas en el ejercicio de su profesión”. Teniendo en cuenta también que no es necesario que el secreto haya sido conocido por comunicación verbal y con pedidos explícitos de reserva, basta que tenga conocimiento de ello por razones de estado o cargo, para que se suponga el acceso a una esfera del secreto. Tampoco es necesario que el autor de la confidencia sea él mismo el interesado en la reserva, ya que la información pueden contener contenidos referidos a otros.

Debemos destacar que los terapeutas se enfrentan al desafío de mantener un equilibrio entre sus valores personales y los principios éticos de su profesión y la ley. La ética requiere un ejercicio reflexivo donde la norma es tomada y elegida con asunción de la responsabilidad sobre los efectos del acto. De acuerdo con el código de ética F.E.P.R.A. en cuanto a las responsabilidades en las relaciones profesionales con los consultantes, “los psicólogos deberán ser conscientes de la posición asimétrica que ocupan frente a sus consultantes y no podrán hacer uso de su influencia más que con fines benéficos para estos”. Este artículo se ve quebrantado cuando Lisa insta a los pacientes a comportamientos que en lo particular a sus hijos les reprocharía, hay una clara incoherencia por lo que no se percibe un equilibrio entre lo que piensa y aconseja durante terapia. Si bien es cierto que por su cultura, debería tener claro qué casos según la misma o qué tipo de población puede atender y qué tipo de problemas y población no puede atender. En el caso del psicoanálisis, esto implicaría un punto ciego, que no es tratado de forma adecuada por la supervisión.

El bienestar del cliente versus las necesidades del terapeuta, en el caso de la película ganan las necesidades de la terapeuta, ya que ella en lugar de dar prioridad a la paciente, ahonda en detalles para saber acerca de la vida de su hijo. No es ético porque es deber de la terapeuta velar por el proceso y bienestar de la paciente. Aquí también vemos otra violación

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