Ardoino, J Y Berger G. 1986

“La evaluación como interpretación”

Evaluación

• La evaluación se basa en los términos de significado y significación. Implica un cuestionamiento sobre el sentido.

• La evaluación representa un proceso y una gestión que comporta siempre y necesariamente zonas de opacidad irreductibles.

• Evaluar como control corresponde a las actividades naturales y espontaneas.

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Desde 1968 la noción de control ha sido poco tolerada por su asimilación al control social, policiaco o jerárquico y se ha vuelto insoportable. Las nociones de control y de evaluación se corresponden y se oponen a la vez, en una relación de bipolaridad. Ambas pertenecen a dos universos, dos ordenes diferentes.

Control

• El objetivo de los procedimientos de control es el de comparar el grado de conformidad, sino es que de identidad, entre un modelo de referencia, y los fenómenos emergentes u ocurrentes.

• Esta aproximación se aplica también al control físico, aduanero, policiaco, sanitario, contable, etc.

• El control se centra sobre la coherencia y la homogeneidad.

Cuando se deja el campo de las actitudes naturales parece penetrar en el de los corpusmetodologicos, ¿cómo operar una distinción sistemática entre los procesos de evaluación y los procesos de control? . Primer elemento de referencia, las variables espacio/tiempo. El control centrado sobre el espacio como base de medida, se sitúa fuera del tiempo, sobre todo cuanto “factoraliza”, ahora que la evaluación por que es un proceso, es indisociable de un “vivido” histórico y temporal. La Segunda distinción igualmente epistemológica, el control se levanta forzosamente de lo explicativo y de lo explicado, por su voluntad de comienzo de establecer la transparencia. La “representación” que se hace de los fenómenos no es la misma. Todo proceso de evaluación sumerge en el espesor y la opacidad de los inconscientes, de la astucia, de la duplicidad misma de los diferentes intereses presentes. El universo de la evaluación, el que implica los sentidos, tiene pocas cosas que ver con el del control, mundo del rigor y de lo explicado, mucho más aun que lo explicitado y lo dilucidado. Y es precisamente por alejar la cuestión del sentido que la sociedad tecnocrática actual se “tataniza” o se retrae sobre las perspectivas del control.

Una distinción epistemológica.

La distinción control/evaluación no recupera solamente una separación entre practicas diferentes. Delimita, en efecto, dos universos diferentes pero necesarios complementariamente.

Un cambio de paradigma

Se pueden contemplar tres consecuencias de esta distinción epistemológica entre control y evaluación.

1. El control en tanto que verificación, se inscribe en una epistemología positiva y descansa sobre la hipótesis, o más aún, sobre el ideal de la intercambiabilidad precisa de los controladores.

2. El control representa un proyecto finito y total. Al límite, el ideal del control es de controlar todo.

3. Controlar consiste en medir las desviaciones y las variaciones entre un referido y un referente constante sino que es inmutable, porque sirve de patrón permanente.

Los efectos que se dicen “perversos”

Dar un verdadero estatuto al conflicto y a la heterogeneidad conduce a configurar buen número de nociones y notablemente aquella del efecto llamado perverso. Boudon, definió las inatendidas consecuencias de un dispositivo y les bautizo como “efectos perversos”. Las operaciones de control no pueden jamás integrar realmente lo inatendido, porque implican un razonamiento y practicas basadas sobre la homogeneidad. Así, el control de la inteligencia, el trabajo de la imaginación o el absurdo-sensato del sueño pasa por su transformación en resultados reparables y comparables con una lista-tipo. La evaluación representa un trabajo de imaginación, sino es que del imaginario, por que hay que inventar y construir los referentes que no están dados a priori.

La etiquetación “evaluador”

La formación del evaluador supone, desarrollar las capacidades de análisis multiferencial de las situaciones. De igual manera existen individuos mejor capacitados que otros para ayudar a un equipo de evaluación y si algunos realizan ese trabajo como verdaderos “artistas”, la evaluación no puede, en ningún caso, convertirse en una profesión banalizada. Para el control, todo es claro. Se encuentra de un lado el centro, los financieros, la cúspide de la jerarquía, del otro la periferia, la base, los controlados. Al contrario, la evaluación no se sitúa jamás en donde se le asigne residencia, sino a los márgenes del dispositivo, en los huecos, en lo no dicho por el discurso. El verdadero evaluador es aquel que decide por su propia acción.

Fernández S, J (2000). Evaluación del Curriculum: perspectivas curriculares y enfoques en su evaluación. En Ángulo, F y Blanco, N. teoría y Desarrollo Curricular. (pp.297-312). Málaga: Aljibe.

Esta observación de Lundgren pone de manifiesto la importancia y la influencia que la evaluación ejerce dentro del sistema educativo y de los currícula escolares. La evaluación condiciona y determina la vida académica dentro y fuera del aula, en todos los estamentos educativos, desde el trabajo de los estudiantes o la labor de los docentes individualmente, hasta las decisiones políticas al más alto nivel.

El papel y el enfoque de la evaluación desde las diversas perspectivas curriculares.

De entre los elementos que configuran la enseñanza y el curriculum, quizás sea la evaluación el que más controversia despierte y sobre el que menos se ha profundizado en nuestro sistema educativo. En todo sistema es necesaria la evaluación como factor capaz de producir información sistemática y veraz que reoriente sus elementos y estructura. En la enseñanza la evaluación adquiere una significación particular por cuanto se presenta como mecanismo permanente de control de las condiciones del funcionamiento y de los resultados del sistema comunicación didáctica (Pérez, Gómez, 1988).

Perspectiva técnica o evaluación para el control

El curriculum entendido como producto

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