Aspecto De La Normalida

ASPECTOS DE LA NORMALIDAD

CONCEPTOS SUBJETIVOS DE NORMALIDAD

Cuando pregunto a mis alumnos porque les ha interesado estudiar psicología anormal, unos me dicen que por las ventajas profesionales que ofrece la creciente necesidad de psicólogos clínicos y consejeros psicológicos; otros esperan aprovechar los casos patológicos para escribir algo original; otros vieron despertar su conciencia social y desean ayudar en la lucha contra la delincuencia juvenil, contra los prejuicios, el alcoholismo y las enfermedades mentales.

Ciertos alumnos admiten que su deseo es conocer mejor sus propios trastornos psíquicos y esperan lograrlo conociendo la forma en que otras personas han resueltos sus conflictos e inadaptaciones. Todos están de acuerdo en que el conocimiento de lo anormal les interesa más que el de lo normal por enfocar nuestra atención sobre cosas que suelen pasar desapercibidas. Una encuesta demostró que los libros que tratan de caracteres extraños y anormales ejercen especial fascinación sobre la mayor parte de los estudiantes.

En la adolescencia, la lucha por la independencia lleva consigo frecuentemente actos de agresión y un comportamiento extraño como medio de autoafirmación.

¿Cuándo comienzan los trastornos? ¿Es el infante, todavía no expuesto al odio ni la perversión, un ángel tan puro como pretenden las madres? Muchas biografías nos hablan de la malicia de los niños muy pequeños.

Aunque a los nueve meses el niño no es consciente del dolor que alegremente produce, a los cuatro años tiene fantasías cuyas características serian anormales en un adulto.

Pero la conducta de un infante o de un niño no nos preocupa para definir la normalidad. Lo normal y lo anormal depende, entre otros factores, de la edad. Pasemos ahora a la sociedad adulta.

En nuestra cultura, hay situaciones en las que cierto tipo de conducta es aceptado, en tanto que sería considerado como anormal en otras circunstancias.

El concepto de normalidad cambia también geográficas y económicamente dentro del mismo país. Las costumbres de un estado, una aldea y hasta de una familia pueden parecer anormales a los miembros de otro estado, aldea o familia.

Hay una distinción de valores entre el rico y el pobre, el artista y el hombre de negocios. Pero al menos, el individuo mismo ¿no e s una constante de normalidad? De ninguna manera. Pasa todas las noches varias horas en estados anormales semejantes a los delirios, la esquizofrania y la paranoia.

Y en estado de vigilia, el amor, el odio y los celos son anormales comparados con la vida cotidiana. Lo que es normal en estado de excitación es anormal en estado de calma.

Nuestros ensueños y manías, nuestros juegos y supersticiones, que tienen características de obsesiones ilusorias, indican que el mundo anormal de los sueños en ilusiones proyecta sus sombras sobre el mundo de lo normal.

Se revela así que el concepto de normalidad es relativo. Es diferente según las distintas civilizaciones y sociedades, la situación y la edad, distinto también en cada sexo y en los varios estados mentales, tales como la vigilia y el sueño, la calma y la excitación.

Cada uno ve el mundo de distinta manera; rara vez están dos personas absolutamente de acuerdo sobre la misma cosa.

Esto no es solo cuestión de filosofía; podemos demostrarlo física, biológica y psicológicamente. ¿Cómo veo yo una cosa, por ejemplo, una mesa? La luz pasa a través de la ventana y es reflejada por la mesa; no, esto está ya mal explicado. No hay ni “luz” ni “mesa”. Lo que hay son longitudes de onda de cierta frecuencia que se la nzan sobre un objeto X.

Un daltónico, un miope y un présbita perciben la misma cosa de distinta manera. Pero aunque cada uno de nosotros estuviera en las mismas condiciones, veríamos la mesa de diferente modo, porque cada objeto evoca asociaciones que modifican su percepción.

Pero aunque teóricamente no podamos ponernos de acuerdo sobre un objeto, prácticamente si hay tal acuerdo. Aunque el término “normalidad” es necesariamente subjetivo, prácticamente podemos estar de acuerdo acerca de su estructura objetiva. Además de los valores cambiantes relativos de la normalidad. Hay ciertas características absolutas y estables.

Los trastornos de las funciones endocrinas producen anomalías tales como la acromegalia, es decir, el aumento de tamaño de la cabeza, las manos y los pies; cretinismo, idiocia y distintas deformaciones. También producen perversiones sexuales, hiperexcitabilidad , disminución de la viveza y otras muchas reacciones anormales.

Del mismo modo que tenemos un modelo de normalidad para el organismo físico y las funciones corporales, también lo tenemos para las funciones psíquicas, especialmente si consideramos que el cuerpo y la mente son interdependientes.

VALORACION

Todo el mundo experimenta estados emocionales anormales, cuando la intensidad y la cualidad de los sentimientos se desvían repentinamente de la norma habitual.

En los casos extremos, llamamos anormales esos estados y como tales han sido calificados en todas las épocas y en todas las culturas. El común dominador de tales estados anormales es la desviación del nivel psíquico habitual ya sea hacia arriba o hacia abajo o, metafóricamente hablando, por aumento o disminución de la energía psíquica.

Según el concepto estadístico de norma, una persona normal es aquella que esta próxima a la tendencia de un grupo típico de individuos.

El peligro de este concepto es evidente si el hombre medio se conduce anormalmente, como ocurrió en la Alemania nazi, donde las prácticas inhumanas fueron consideradas como normales.

El punto más elevado de la curva representa el término medio, con el mayor número de casos, y desciende gradualmente a uno y a otro lado en sentido positivo y negativo no habiendo una línea divisoria clara entre normalidad y anormalidad.

Siguiendo el punto de vista normativo se erigen ideales, por ejemplo, los diez mandamientos, convirtiendo en norma la ética media. Esta teoría sirvió de guia moral y ayudo a crear ideales terapéuticos

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