Aspectos Psicológicos Del Paciente Pediátrico, Manejo Con Los Padres
rcropqelne28 de Octubre de 2013
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La enfermedad supone la pérdida de la adaptación, o bien una crisis del organismo humano en su intento de mantener un equilibrio adaptativo.
Los estímulos de tensión física, psicológica o social pueden afectar al niño y determinar una alteración de su equilibrio y la aparición de un estado de malestar o enfermedad. En estos casos sus defensas psicológicas así como sus mecanismos de adaptación conductual o social, pueden ser necesarios para mantener dicha homeostasis.
De la capacidad adaptativa del niño en el momento de la experiencia causante del estrés, así como de la naturaleza, duración e intensidad del estímulo, va a depender que se produzca, bien un estado de armonía adaptativa, o bien un importante colapso en su ajuste, con una paralización temporal del crecimiento y desarrollo.
Es necesario tener en cuenta las notorias variaciones individuales que hacen que la enfermedad se acompañe de un componente afectivo propio de cada niño con base en su estado de desarrollo y su historia personal y familiar. Recuérdese el viejo aforismo que dice "No hay enfermedades sino enfermos".
Los efectos emocionales más importantes de la enfermedad sobre el niño suelen dividirse en dos categorías:
1. Los que son el resultado de la interrupción del modo normal de vida.
2. Aquellos que resultan de los pensamientos o reacciones emocionales del niño con respeto a la enfermedad misma. Entre éstos son frecuentes:
• Ansiedad. Explica los cambios anímicos que ocurren en los niños. Algunos se vuelven introvertidos y otros quisquillosos que exigen atenciones durante todo el día.
• Temor a morir. Esta situación es más común en los niños enfermos de lo que los padres o los médicos suponen y hace necesaria una actitud de diálogo y ayuda ante ella.
• Culpabilidad y deseo de recibir castigo. En los niños en edad escolar son habituales las explicaciones culposas de la enfermedad como atribuir la diabetes a que "comí mucho azúcar" o la fiebre reumática a que "corrí demasiado". A menudo los niños interpretan su enfermedad como un castigo por sus malas acciones o por la violación del referente normativo establecido, como es de frecuente ocurrencia en los niños víctimas de quemaduras. Ante el niño enfermo, parte importante del tratamiento es aclararle a éste las interpretaciones que tiene sobre la enfermedad y sus causas; brindarle explicaciones adecuadas, tranquilizarlo y animarlo en sus vivencias personales, teniendo siempre en cuenta su grado de desarrollo psíquico.
• Ira y resentimiento. Con alguna frecuencia los niños rehúsan cooperar con su tratamiento o ingerir las drogas que les son prescritas. Esta situación es más frecuente en las fases iniciales de la enfermedad.
• Disminución de la autoestima. La mayoría de las enfermedades producen alteración de la imagen corporal que el niño ha venido construyendo en sus percepciones subjetivas. El hecho de sentirse en condiciones de desventaja ante sus compañeros constituye un reto grande para su autoestima, el cual afrontará de acuerdo con la alta o baja autoimagen que haya logrado construir en sus experiencias previas.
• Sentimientos de impotencia. Por lo general, la enfermedad entraña algún tipo de reposo y la necesidad de ser atendido. La restricción de los movimientos puede ser más perturbadora para el niño que la misma enfermedad. Las restricciones motrices en la infancia suelen aumentar las expresiones de sentimientos agresivos en los niños de cualquier edad. Lo anterior puede asociarse con desasosiego e irritabilidad.
Los efectos que la enfermedad ocasiona en el niño varían según la enfermedad misma, las técnicas de diagnóstico y tratamiento, la personalidad del niño y la dinámica de la constelación familiar.
A este respecto, vale la pena anotar que la enfermedad del niño
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