Autocuidado Del Psicoterapeuta

Auto-Cuidado del Psicoterapeuta

Por J. V

Sin lugar a dudas, durante mucho tiempo hemos estado inversos en un sistema que nos obliga a posicionaros en una visión rígida, en relación a cómo deberíamos comportarnos. La conceptualización de los problemas y la comunicación de nuestra cultura instaurada a dado paso, a una mala utilización y a un emplazamiento de nuestra propia visión de ver las cosas, las circunstancias y nuestras experiencias.

Es por eso que personalmente creo que bebemos tener una mirada más amplia acerca de las experiencias que vivimos y caminar en la ruta de vida con suposiciones que pueden variar dependiendo de las condiciones del camino, es decir, amoldarnos a nuestros propios cambios, transformaciones, a un lenguaje basado en el proceso y no al contenido o la explicación.

De alguna u otra manera, las corrientes psicológicas han dado paso a lo mismo, una evolución del los pensamientos y explicación de los fenómenos. Desde las primeras postulaciones freudianas se puso en la mesa, la importancia y la curiosidad que entender los procesos y fenómenos que no se podían explicar desde la postura médica, esa visión, cambio drásticamente la manera de abordar los problemas.

Si hago un proceso reflexivo, podría señalar que todo el proceso de evolución de los enfoques, la visión de los problemas, la visión de la persona que sufre, el rol del terapeuta, han sido correctos, hoy en día no podemos criticar la manera en que si hicieron las cosas, pues todo fue un proceso, y como tal, merece una atención especial.

Si no fuera por ese desarrollo no estaríamos donde estamos, una mirada casi totalmente distinta a como vemos las cosas, la persona, el rol del terapeuta, etc.

Quiero detenerme en el rol del terapeuta, y mientras escribo este ensayo surgen ciertas preguntas como por ejemplo ¿Existe un rol determinado? ¿Es la vivencia del terapeuta quien ayuda a “sanar”?, ¿Podría la visión hermenéutica ser la más adecuada?. Pienso que las vivencias experienciales deberían ser la carta de presentación del proceso terapeuta. Debemos ser conscientes de que es lo que nos hace ruido o sentido, ser responsable y en definitiva realizar un proceso de observación, de atención. Por otro lado, incorporar contenidos del otro (Personas) a nuestras propias vivencias, así los procesos como la empatía y la aceptación incondicional resultan más efectivos en el desarrollo terapéutico. En relación a lo mismo, esta incorporación a nuestras propias vivencias hace que nos sensibilicemos aun más, siendo capaces de captar fácilmente el desarrollo del proceso en la persona. Por ejemplo, una persona que esté pasando por un duelo, de alguna manera veremos un reflejo y podríamos decir cuánto falta o que falta para que el duelo se incorpore de una manera más adaptativa.

Ahora bien, algunos enfoques teóricos han dado más importancia a las técnicas que se emplean para resolver los problema de las personas, pero han dejado de lado la importancia en la persona del terapeuta, Pero ¿Cuando ocurre el cambio? ¿Quién única el cambio? ¿Cuál un problema deja de serlo? ¿Sera que la persona tiene que estar completamente motivada? ¿Qué pasa con las personas que no lo están? ¿Es la responsabilidad solo de ellos?

A veces pienso que unos de los grandes vacios, es que atribuimos mucha relevancia a la motivación de la persona y sin lugar a dudas es tremendamente importante. Pero ¿Una persona que no lo este, no podrá recuperarse? Creo que nosotros como generadores de cambios debemos prestar atención a eso, si una persona que no esté motivada pero sufre con el problema, debemos nosotros despertar esa motivación y no culparlo, no patologizar como una persona resistente.

A modo de conclusión, al realizar este ensayo me surgen más dudas y preguntas, me parece mucho más interesante tener estas instancias

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