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COLABORATIVO 1


Enviado por   •  20 de Marzo de 2013  •  2.520 Palabras (11 Páginas)  •  939 Visitas

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COLABORATIVO 2

Vejez y Muerte como Espacio de Construcción de Sentido

Tutora: MARLY J. BAHAMON

Universidad Nacional Abierta y a Distancia

(UNAD)

4) Consultar el significado de la muerte para la tradición judeocristiana.

Se debe desarrollar un cuadro comparativo donde se tengan en cuenta los siguientes momentos históricos: Antes de Cristo, Medioevo, Modernidad, Posmodernidad.

CUADRO COMPARATIVO.

ANTES DE CRISTO MEDIOEVO MODERNIDAD POSMODERNIDAD

4000-5000 años, donde encontramos la más primitiva descripción del proceso del duelo humano y de los rituales respectivos. Con todo, nunca hubo en la historia del hombre otro período durante el cual los rituales funerarios y la expresión del duelo cobrara tal dramatismo y realidad como durante el largo período de la antigüedad, expresiones que rayan, ciertamente, en lo mitológico. La muerte señala en la comunidad que ha pasado algo, y hay grandes y fastuosas pausas (p.ej., los juegos fúnebres). La muerte de un individuo afecta en todo la continuidad del ritmo social: en la ciudad nada continua igual.

Todos los sacramentos, principalmente los de la iniciación cristiana, tienen como fin último la Pascua definitiva del cristiano, es decir, la que a través de la muerte hace entrar al creyente en la vida del Reino. Entonces se cumple en él lo que la fe y la esperanza han confesado: "Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro".

El sentido cristiano de la muerte es revelado a la luz del Misterio Pascual de la muerte y la resurrección de Cristo, en quien radica nuestra única esperanza. El cristiano que muere en Cristo Jesús "sale de este cuerpo para vivir con el Señor".

El día de la muerte inaugura para el cristiano, al término de su vida sacramental, la plenitud de su nuevo nacimiento comenzado en el Bautismo, la "semejanza" definitiva a "imagen del Hijo", conferida por la Unción del Espíritu Santo y la participación en el Banquete del Reino anticipado en la Eucaristía, aunque pueda todavía necesitar últimas purificaciones para revestirse de la túnica nupcial.

La Iglesia que, como Madre, ha llevado sacramentalmente en su seno al cristiano durante su peregrinación terrena, lo acompaña al término de su caminar para entregarlo "en las manos del Padre".

Tenemos como más frecuentes: llanto intenso, desvanecimientos, rasgado de vestidos, gemidos de agudos trinos, golpes en la cabeza y en el pecho (rito de plañideras cisias), arrancamiento de pelos de la barba y la cabeza, heridas en el rostro producto de violentos arañazos, gritos agudos, arrastrarse por el suelo, golpear la tierra con las dos manos, etc. Por otro lado, en los funerales podían tener lugar sacrificios humanos y de animales.

El segundo ritual de interés son los juegos fúnebres que se llevaban a cabo durante los primeros nueve días tras el fallecimiento: la carrera de carros, el pugilato, la lucha, la carrera, el combate, el lanzamiento del peso, el juego del arco y el lanzamiento de jabalina. Las exequias cristianas son una celebración litúrgica de la Iglesia. El ministerio de la Iglesia pretende expresar también aquí la comunión eficaz con el difunto, hacer participar en esa comunión a la asamblea reunida para las exequias y anunciarles la vida eterna.

Los diferentes ritos de las exequias expresan el carácter pascual de la muerte cristiana y responden a las situaciones y a las tradiciones de cada región, aún en lo referente al color litúrgico.

El Ordo exequiarum o Ritual de los Funerales de la liturgia romana propone tres tipos de celebración de las exequias, correspondientes a tres lugares de su desarrollo (la casa, la iglesia, el cementerio), y según la importancia que les presten la familia, las costumbres locales, la cultura y la piedad popular. Por otra parte, este desarrollo es común a todas las tradiciones litúrgicas.

La Acogida de la Comunidad: El saludo de fe abre la celebración. Los familiares del difunto son acogidos con una palabra de "consolación" (en el sentido el Nuevo Testamento: la fuerza del Espíritu Santo es la esperanza. La comunidad orante que se reúne espera también "las palabras de vida eterna". La muerte de un miembro de la comunidad (o el aniversario, el séptimo o el trigésimo día) es un acontecimiento que debe hacer superar las perspectivas de "este mundo" y atraer a los fieles a las verdaderas perspectivas de la fe en Cristo resucitado.

La Liturgia de la Palabra. La celebración de la Liturgia de la Palabra en las exequias exige una preparación, tanto más atenta cuanto que la asamblea allí presente puede incluir fieles poco asiduos a la liturgia y amigos del difunto que no son cristianos. La homilía, en particular, debe "evitar" el género literario de elogio fúnebre y debe iluminar el misterio de la muerte cristiana a la luz de Cristo resucitado.

El Sacrificio Eucarístico. Cuando la celebración tiene lugar en la Iglesia, la Eucaristía es el corazón de la realidad pascual de la muerte cristiana. La Iglesia expresa entonces su comunión eficaz con el difunto: ofreciendo al Padre, en el Espíritu Santo, el sacrificio y resurrección de Cristo, pide que su hijo sea purificado de sus pecados y de sus consecuencias y que sea admitido a la plenitud pascual de la mesa del Reino. Así celebrada la Eucaristía, la comunidad de fieles, especialmente la familia del difunto, aprende a vivir en comunión con quien "se durmió en el Señor", comulgando con el Cuerpo de Cristo, de quien es miembro vivo, y orando luego por él y con él.

1690. El Adiós ("a Dios") al difunto es "su recomendación a Dios" por la Iglesia. Es el "último adiós por el que la comunidad cristiana despide a uno de sus miembros antes que su cuerpo sea llevado a su sepulcro". La tradición bizantina lo expresa con el beso de adiós al difunto: "Con este saludo final se canta por su partida de esta vida y por su separación, pero también porque existe una comunión y una reunión. En efecto, una vez muertos no estamos en absoluto separados unos de otros, pues todos recorremos el mismo camino y nos volvemos a encontrar en un mismo lugar. No nos separaremos jamás, porque vivimos para Cristo y ahora estamos unidos a Cristo, yendo hacia él... estaremos todos juntos en Cristo". Los cuerpos de los difuntos deben

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