Carl Rogers

Carl Rogers.

Terapia centrada del cliente.

La perspectiva de Carl Rogers era casi opuesta al psicoanálisis, pero comparte unas cuantas características. Ambas se desarrollaron a partir de encuentros terapéuticos con personas que tenían problemas.

Mundo fenomenológico.

Su teoría de la personalidad se desarrollo principalmente de los encuentros terapéuticos con pacientes, con ciertos conceptos filosóficos acerca de la naturaleza de las personas. La fenomenología afirma que la conducta está determinada en su totalidad, por el campo fenomenológico de la persona. Fenomenológico es todo aquello que experimenta la persona en un momento dado en el tiempo. Un concepto muy importante dentro de la teoría fenomenológica es el sí mismo fenomenológico, la persona experimenta como el “mi mismo” y afirma que el impulso humano básico consiste en conservar y aumenta el si mismo fenomenológico. En este sentido la autoestima se vuelve origen de la conducta.

Proposiciones teóricas.

Rogers formulo proposiciones acerca de la personalidad, afirmo que los individuos existen dentro de un mundo de experiencia, en el cual ellos son el centro.

La tendencia humana se dirige hacia el mantenimiento y aumento del sí mismo que experimenta. El proceso de autorrealización es lo que produce el movimiento progresivo en la vida, el terapeuta depende en gran medida del contacto terapéutico con el cliente.

La conducta es fundamentalmente un conjunto de intentos dirigidos hacia metas del organismo. Un concepto crucial es el del sí mismo, la conciencia del ser y del propio funcionamiento. La estructura del sí mismo se forma a partir de las interacciones con el ambiente y en particular las evaluaciones de otros acerca de la persona. El sí mismo es un patrón organizado, fluido y consiste en percepciones acerca de las características y relaciones del yo o mí mismo.

Teoría de la terapia.

Afirmó Rogers, la psicoterapia es la “liberación de una capacidad ya existente en un individuo potencialmente competente, no la manipulación experta de una personalidad más o menos pasiva”. Este es el llamado potencial de crecimiento, depende tanto del terapeuta centrado en el cliente. Todas las personas poseen dicho potencial, la cuestión es liberarlo. Las características del terapeuta que precipitan todo el proceso son: 1) comprensión empática precisa. 2) aceptación positiva incondicional y 3) autenticidad o congruencia.

Empatía: Especie de sensibilidad hacia las necesidades, sentimientos y circunstancias del cliente. Dice Rogers “podemos proporcionar alguna comprensión acerca de la manera en que el cliente se ve a sí mismo. El terapeuta debe dejar de lado su preocupación por el diagnostico y por la del mismo debe destacar valoraciones profesionales.

Aceptación positiva incondicional: es nada más y nada menos que un respeto por el cliente como ser humano.

Congruencia: parecería contradicción con las cualidades de empatía y aceptación positiva.

En general las sesiones de terapia se programan una vez por semana, luego son sesiones mas frecuentes, adicionales y llamadas telefónicas porque conduce a una dependencia que podría sofocar cualquier sentido de crecimiento. Rogers describió siete etapas:

1. Primera etapa: renuencia a revelar el si mismo, reconocimiento de los propios sentimientos; constructos rígidos.

2. Segunda etapa: ocasiones se describen sentimientos, las persona aun esta lejos de su propia experiencia personal.

3. Tercera etapa: sentimientos pasados como inaceptables; flujo más libre de expresiones acerca del sí mismo.

4. Cuarta etapa: descripción libre de sentimientos personales.

5. Quinta etapa: expresión libre de sentimientos y aceptación de éstos; los sentimientos antes negados, aunque atemorizantes se encuentran de manera clara en la conciencia.

6. Sexta etapa: aceptación de sentimientos sin necesidad de negación, sensación vivida.

7. Séptima etapa: ahora el individuo esta cómodo al experimentarse a si mismo, experimenta nuevos sentimientos.

La terapia resta énfasis al diagnostico o evaluación o se les evita. Se considera que la evaluación formal no sólo es innecesaria sino que realmente es perjudicial. La evaluación coloca al psicólogo en un papel superior, que puede impedir el desarrollo de la autonomía y la autorrealización. El abandono de la evaluación parece implicar

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