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Competencia Intelectual


Enviado por   •  7 de Octubre de 2012  •  1.273 Palabras (6 Páginas)  •  5.479 Visitas

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La competencia intelectual. Competencia técnica y humanística. Factores que la determinan. Relieves metodológicos. Relieve deontológico.

La competencia intelectual es tanto como la posesión de la ciencia y la sabiduría. Pero como la posesión perfecta es imposible, de ahí la imperiosa necesidad de luchar permanentemente por acrecentar ese patrimonio del espíritu que, en tanto, es herencia colectiva, cuanto más generosamente el individuo se entrega a su conquista.

El peligro para la edad madura consiste en acostumbrarse a manejar ese patrimonio universal con espíritu de presunción y excesivamente posesivo. El peligro para el joven, cuando logra los primeros contactos con la ciencia y la sabiduría, consiste en amilanarse o replegarse en sí mismo a impulsos de una autocompasión estéril o de un narcisismo ridículo.

Para evitar confusiones. Cuando hablamos de ciencia, nos referimos a las ciencias “positivas” o “naturales,” que constituyen el elemento mayoritario y prevalente (aunque no precisamente fundamental) de la educación científica y tecnológica.

Cuando hablamos de sabiduría entendemos, (además de la riqueza espiritual que es producto de una auténtica cultura), las otras formas del saber humano que son el elemento esencial de la educación humanística, y que no se basan sobre criterios estrictamente cuantitativos, ni sobre métodos formales o matemáticos.

Tanto la educación científica y tecnológica, como la educación humanística -(se advierte sin dificultad porque subrayamos el término común de educación)- deben poseer una dosis suficiente de valor informativo y formativo, si se quiere respetar las leyes de la naturaleza intelectual.

El contenido de la ciencia es indiscutiblemente informativo. ¿Por ello la ciencia no tiene valor formativo?

El contenido de las humanidades es intencionalmente formativo. ¿Hay que decir que carecen de valor informativo?

Con toda modestia, pero con gran sinceridad y firmeza debemos responder:

1) La dosis de formación e información que asimila el estudiante, (y posteriormente el profesionista, aunque no lo parezca) depende fundamentalmente de la jerarquía de sus maestros.

2) No se puede entender cómo alguna enseñanza puede tener un valor formativo, y por lo tanto educativo, sin tener un alto y preciso valor informativo.

3) Es falso y gratuito afirmar que la ciencia no tiene valor formativo.

Es imposible retener, y menos consignar aquí, todo lo que se ha discutido verbalmente y por escrito acerca de este tema; pero ha de resultar interesante reproducir una frase de un eminente pedagogo italiano, que así resumía las ventajas de la formación matemática: “Orden, disciplina, conciencia, claridad, rigor, sencillez, espíritu de control y rectificación, necesidad de evidencia, antiverbalismo, etc.” (A.

Agazzi, en “Ricerche didattiche.” Núms. 10, 11 de 1952). A lo que podríamos agregar la observación de un gran matemático : “Las matemáticas constituyen una óptima palestra para el perfeccionamiento y desarrollo de las facultades lógicas.” (O. Chisini ).

Lo que se dice de las matemáticas debe repetirse de las otras ciencias, que proporcionan a las universidades la oportunidad de cumplir con una de sus máximas responsabilidades: entrenar a los alumnos en la claridad conceptual, en la univocidad de expresiones, en la deducción rigurosa y en el sereno reconocimiento de Las realidades objetivas.

Puntualizando:

A) La ciencia puede proporcionar nobilísimas satisfacciones espirituales, muy afines a la contemplación artística; satisfacciones que no es lícito escamotear a la avidez intelectual del adolescente y del joven.

B) En la inmensa mayoría de los casos la educación humanística prepara al alumno, casi exclusivamente, para la valoración estética de la “obra literaria.” Creemos que hay que ser un poco presumidos o imaginativos para afirmar que los alumnos reciben alguna noción eficaz que les eduque para la apreciación de la obra de arte figurativa o arquitectónica, y mucho menos, musical. La ciencia puede tener oportunidades similares para conocer y gustar la obra de arte.

C) Al mismo tiempo que la ciencia influye (como lo vimos en el número anterior) en la claridad mental y en el rigor intelectual del joven, también puede proporcionarle el “Amor a la Naturaleza,” que consideraron siempre los clásicos

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