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Conceptos sobre la adolescencia


Enviado por   •  30 de Enero de 2014  •  Trabajos  •  2.327 Palabras (10 Páginas)  •  317 Visitas

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Conceptos sobre la adolescencia:

Peter Blos, Stanley Hall,

Marco histórico del concepto «adolescencia»

1. Construcción del concepto adolescencia

El término adolescencia proviene de la palabra latina adolesco, que significa ‘crecer, desarrollarse, ir en aumento’. Marcelo Cao relata que la condición adolescente es reformulada por cada nueva generación en función de pautas socioculturales dominantes.

El interés por los jóvenes se remonta a la antigüedad. En la cultura griega, Platón explica que el desarrollo humano, o del alma, abarca tres aspectos diferentes: deseo, espíritu y razón. La razón se adquiere en la juventud, por lo cual, en los niños estaría indicada la enseñanza de la música y la vida deportiva, y en los jóvenes, la educación debería abarcar la ciencia y las matemáticas. Según Aristóteles, los jóvenes: «tienen fuertes pasiones, el deseo sexual los arrebata […]. Son mudables y volubles en sus deseos, que mientras duran, son violentos, pero pasan rápidamente […]. Su alto aprecio por el honor hace que no soporten ser menospreciados, y que se indignen si imaginan que se los trata injustamente […], pero si bien aman el honor aman aún más la victoria […] su predisposición a la esperanza les hace sentirse equiparados con las cosas magnas, y esto implica tener ideas exaltadas. Preferirían siempre participar en acciones nobles que en acciones útiles, ya que su vida está gobernada más por el sentido moral que por el razonamiento […]. Quieren más que los hombres mayores a sus amigos, allegados y compañeros, porque les gusta pasar sus días en compañía de otros […]. Aman demasiado y odian demasiado y así con todo […]. Adoran la diversión y por consiguiente el gracioso ingenio que es la insolencia bien educada». Para Aristóteles, lo más importante es la adquisición de la autodeterminación. Dividió el desarrollo humano en tres períodos: infancia, niñez y juventud. En el pasaje de la niñez a la juventud, es decir, desde la pubertad hasta los 21 años, el varón adolescente adquiere la capacidad de elegir libremente y de autocontrolarse.

Desde los griegos hasta el siglo XVII, el niño es visualizado como un adulto en miniatura. Se pensaba que tenía los mismos intereses que sus padres y se lo trataba con dura disciplina. La edad no era considerada como factor importante ni revelador de la experiencia.

En la Edad Media y en el Renacimiento, los ritos de la pubertad (prácticas por las que se adoctrina en tradiciones, historia, costumbres, leyes y tabúes de la tribu), variaban según la clase social. La identidad que se asignaba a los jóvenes era igual a la de todos los demás de su misma clase social; objetivos e ideales eran idénticos. Entre la nobleza y la burguesía, el hito más importante era la presentación en sociedad. Entre campesinos y artesanos, la incorporación a la vida laboral, el pasaje de aprendiz a maestro (Cao).

Antes que la psicología se transformara en ciencia, filósofos, teólogos y educadores contribuyeron a la comprensión de la naturaleza humana y del desarrollo humano. El siglo XVIII, considerado como el de la Ilustración o Siglo de las Luces, es también llamado por muchos como el siglo pedagógico por excelencia, en el que la educación ocupó gran parte de las preocupaciones de los reyes, de los pensadores y de los políticos, así, surgieron en este siglo las figuras de dos grandes de la pedagogía y la educación, Rousseau y Pestalozzi. Se sientan, en ese entonces, las bases de la educación estatal y nacional. El pensamiento de Jean Jaques Rousseau marcó toda la pedagogía. Pensaba que la sociedad desfiguraba al hombre cambiando su natural bondad en maldad, daba valor a la psicología de los instintos y de las emociones, y creó los principios de una pedagogía que abarcaba la infancia, la adolescencia y, aún, la primera juventud. Proponía una educación cuya finalidad primordial fuera la conservación de la naturaleza humana; el desarrollo físico y espiritual del niño debía darse de forma espontánea; cada nuevo conocimiento adquirido sería producto del interés natural del niño y un acto creador que proviene del propio interior del educando. «Esta educación activa o autoactiva, tiene como ventaja aprender por nosotros mismos, pues no debemos acostumbrarnos a una servil sumisión a la autoridad de los demás, sino que, ejercitando nuestra razón, adquiramos cada vez más ingenio para conocer las relaciones de las cosas, conexionando nuestras ideas e inventando instrumentos; en cambio, adoptando todo lo que se nos imponga, el espíritu se desenvuelve torpe e indiferente, como un hombre siempre vestido y servido por sus criados, que a fin de cuentas pierde la actividad y el uso de sus miembros». Rousseau consideraba que la educación de las mujeres «debe ser relativa a los hombres, gustándoles ser útiles y amar, y honrar al hombre haciéndole la vida agradable y dulce, siendo estos los deberes de las mujeres de todos los tiempos».

«Dos veces, por decirlo así, nacemos: una para existir y otra para vivir». «Todos los hombres nacen pobres y desnudos, y es la sociedad quien los convierte en cortesanos, en reyes o en potentados, aunque también puede ser la sociedad quien los vuelva miserables y los colme de males, pesares y necesidades, hasta causarles al fin la muerte, pues ningún mortal está exento de ella». «El ardor de la adolescencia, lejos de ser un impedimento para la educación, puede convertirse en un poderoso aliado para perfeccionarla, pues de los primeros efectos del corazón, se originan las primeras voces de la conciencia, también los primeros afectos y efectos del odio y del amor, originando con esto la justicia y la bondad, haciendo hincapié en que no es posible establecer ninguna ley natural basándonos solo en la razón, sino que necesario es acudir a la conciencia» (J. Rousseau, Emilio, Tomo V).

Perrot relata, que en el siglo XIX, el niño se había transformado en el centro de la familia. En la clase media, la mujer se ocupaba de su educación dentro del hogar. Al ir creciendo, el padre podía interesarse por la educación de sus hijos varones, pero rara vez por la de sus hijas mujeres. Tutores y nodrizas contribuían en las casas de los más pudientes. Entre los campesinos, la realidad era otra. La familia ampliada vivía toda junta, y los niños debían aprender los oficios de sus padres o aquellos que les eran más accesibles. Solían concurrir a escuelas rurales donde la edad de los alumnos variaba ampliamente: niños de 5 años aprendían con púberes y con jóvenes. Allí, los castigos corporales eran frecuentes. Se los incluía, rápidamente, en las labores del campo y artesanales, y las compartían con adultos y ancianos.

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