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Conferencia 31 Freud

pamfrebe20 de Noviembre de 2012

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Reporte de lectura conferencia 31

La descomposición de la personalidad psíquica

El síntoma el más ajeno al yo se encuentra en el interior del alma, proviene de lo reprimido; lo reprimido es para el yo tierra extranjera interior, así como la realidad es tierra extranjera exterior.

El ser humano enferma a raíz del conflicto entre las exigencias de la vida pulsional y la resistencia que dentro de él se eleva contra ellas.

El yo es el sujeto mas genuino, puede tomarse a si mismo como objeto, tratarse como a otros objetos, observarse, criticarse, y una parte de el se contrapone al resto. La instancia dentro del yo que podemos distinguir es la conciencia moral, pero es mas prudente considerar autónoma esa instancia una de cuyas funciones seria la conciencia moral y la otra la observación de si, designare en lo sucesivo a esa instancia en el interior del yo como “superyó”.

El superyó goza de cierta autonomía, persigue sus propios propósitos y es independiente del yo en cuanto a su patrimonio enérgico.

El estado de melancolía es el modo en el que el superyó trata al yo, mientras que en sus periodos sanos el melancólico puede ser mas o menos severo consigo mismo en un ataque melancólico el superyó se vuelve híper severo, insulta, denigra y maltrata al pobre yo, le hace esperar los mas grandes castigos, le reprocha por las acciones de un lejano pasado que en su tiempo se tomo a la ligera; transcurrido cierto numero de meses él es rehabilitado y vuelve a gozar de todos los derechos humanos hasta el próximo ataque.

En el caso de niños son notoriamente amorales, no poseen inhibiciones contra sus impulsos que quieren alcanzar placer. El superyó es desempeñado primero por un poder externo, la autoridad parental. Los progenitores rigen al niños otorgándole pruebas de amor y amenazándolo con castigos. Existe una situación secundaria en el lugar la instancia parental aparece el superyó que ahora observa al yo, lo guía y lo amenaza, exactamente como antes lo hicieron los padres del niño.

El superyó parece haber tomado el rigor de los padres, su función prohibitoria pero en tanto a su amorosa tutela no se encuentra recepción ni continuación alguna.

La base de este proceso de construcción del yo lo llamaremos identificación que es la asimilación de un yo a un yo ajeno. La identificación es una forma muy importante de la ligazón con el prójimo mas no es lo mismo que una elección de objeto.

La institución del superyó se describe como un caso logrado de identificación con la instancia parental. Este resulta mutilado en su fuerza y configuración cuando el complejo de Edipo se ha superado solo de manera imperfecta.

El superyó es también portador del yo, con el que el yo se mide, al que aspira alcanzar y cuya exigencia de una perfección cada ves mas basta se emplea en cumplir.

El sentimiento de inferioridad proviene del vínculo del yo con su superyó y lo mismo que el sentimiento de culpa, expresa la tensión entre ambos.

Al superyó le podemos adjudicar la observación de si, la conciencia moral y la función del ideal. De nuestras puntualizaciones sobre su génesis se desprende que tiene por premisas un hecho biológico de importancia sin igual y un hecho psicológico ineluctable: la prolongada dependencia de la criatura humana de sus progenitores y del complejo de Edipo; a su ves ambos hechos se enlazan estrechamente entre si. El súper yo para nosotros es la subrogación de todas las limitaciones morales, el abogado del afán de la perfección.

La resistencia solo puede ser una exteriorización del yo que en su tiempo llevo a cabo la represión y ahora quiere mantenerla, podemos afirmar que la represión es obra del superyó, él mismo la lleva a cabo o lo hace por encargo suyo el yo que lo obedece.

El yo y superyó en su mayoría son inconscientes,

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