Didáctica De La música. Cómo Y Por Qué Enseñar música A Los Niños Pequeños
031606 de Mayo de 2012
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Lima, 2009 [Murray Schafer y cómo enseñar música a los niños pequeños]
Luis Guerrero Ortiz | Lima, junio de 2009 1
Cómo y por qué enseñar música a los niños pequeños
La revolución creativa propuesta por Murray Schafer
Luis Guerrero Ortiz
Lima, junio de 2009
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Introducción
El presente ensayo busca exponer de manera muy sucinta las ideas de Ray-mond Murray Schafer, compositor, educador musical, escritor, ambientalista, académico y artista visual canadiense, conocido internacionalmente por su Proyecto «Paisaje Sonoro Mundial» y su lucha por la ecología acústica, pero con ideas pedagógicas muy sólidas e innovadoras en el ámbito de la formación musical de los niños.
Expongo brevemente las razones por las que la enseñanza de la música deber-ía tener un lugar mucho más significativo en la educación básica, empezando por la educación inicial y recorriéndola hasta el fin de la secundaria. Basándo-me en las ideas de Schafer, expongo a continuación los aspectos centrales que debería considerar la educación musical de los niños. Finalmente, propongo al-gunas reflexiones sobre los retos y las responsabilidades que corresponderían a las políticas públicas para abrir camino a esta pedagogía en el sistema edu-cativo nacional.
Los textos de Murray que he podido revisar son, definitivamente, más ricos en ideas, argumentos e imágenes de los que he logrado resumir y comentar en este trabajo, pero espero haber podido dar cuenta de lo esencial de sus plan-teamientos para la educación musical de los niños pequeños.
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1. Importancia de la música en la formación de los niños
Cuan Johan Huizinga se preguntaba en 1938 acerca de la utilidad del juego en la vida de un ser humano, después de examinar las múltiples respuestas apor-tadas por la psicología, la antropología o la educación, llegaba a una conclu-sión muy simple: ninguna. Es decir, los humanos, al igual que los animales, juegan porque sí, porque es parte de su naturaleza, algo inherente a un modo de ser, una disposición que brota de una necesidad intrínseca cuya satisfacción le resulta imprescindible, independientemente del tipo de beneficio que pudiera reportarle a algún ámbito específico de su desarrollo. Así, nuestro impulso a ju-gar, afirmaba Huizinga, recorre todas las edades del hombre y se expresa en la necesidad no racional de volver placentero el quehacer humano, más allá de los resultados que pudiera generar1.
De un modo muy semejante, Murray Schafer plantea que la música no vuelve buena a la gente ni es la expresión sublime del universo, como sostenía Arthur Schopenhauer, filósofo alemán del siglo XIX. «Justificar la música fundamen-talmente sobre otras bases que no sean su importancia para la estimulación y coordinación intelectual, muscular y nerviosa conduce a problemas que sólo pueden ser resueltos a la larga por medios no musicales» dice Schafer2. Así, la música existe y se practica desde tiempos inmemoriales simplemente porque «nos eleva de nuestro cautiverio vegetal» y permite desplegar de manera más plena nuestra condición humana.
Es así como la exclusión o la marginalidad de la música en la educación formal y específicamente en la educación de los niños, representa una mutilación, una negación o cuando menos una distorsión de su identidad. En las sociedades contemporáneas, dice Schafer, hegemoniza la «cultura del ojo» y la habilidad
1 HUIZINGA, Johan. Homo ludens. Alianza Editorial, 1990, Madrid. (El libro de bolsillo, 412).
2 R. Murray Schafer, El rinoceronte en el aula. Ricordi, Buenos Aires, 1984, p.33
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de escuchar de los niños se está deteriorando de manera alarmante3, algo que ya está reportando serias consecuencias en la calidad de vida de la gente, tan-to en el plano biológico e individual, como social y cultural.
La importancia de enseñar música a los niños, entonces, radica en la posibili-dad de formar una generación que recupere una capacidad inherente a su na-turaleza como es la de reconocer y disfrutar los diversos sonidos de su entorno, los que existen y los que ella pueden producir, distinguiéndolos del ruido. Pero además, que pueda ser capaz incluso de crear música con ellos y de intervenir hasta en el diseño del paisaje acústico de su propia comunidad. Sin duda, es-tas capacidades le van a abrir, a la vez, la posibilidad de ser una generación con mayor capacidad para escucharse a sí misma y para conectarse con los sonidos de su propia voz o de sus pensamientos, algo que la velocidad y la po-lución sonora que caracteriza la vida social actual, tanto como el nivel de estrés que esto genera, permite cada vez menos.
2. Cómo enseñar música a los niños
Dice Hemsy que el profesor de música de la segunda mitad del siglo XX «no enseña pedagogía y ni siquiera enseña música, sino hace música con sus alumnos»4, lo que implica hacerse cargo tanto de las satisfacciones como de los riesgos de esta manera de aprender música, con libertad creativa y en co-rresponsabilidad entre pares.
La afirmación de Hemsy, sin embargo, no es antojadiza. Martín-Barbero señala que la sociedad contemporánea sufre transformaciones de gran envergadura antropológica, que han puesto de relieve las tensiones entre los tres tipos de
3 Kendall Wrightson, Soundscape: The Journal of Acoustic Ecology, (2000), Volume 1, Nº 1, Traducción: Diana Maggi-olo. 2000, pp.10-13.
4 R. Murray Schafer, El rinoceronte… p.9
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cultura que describía Margaret Mead: la cultura POSTFIGURATIVA, donde «los ni-ños aprenden primordialmente de sus mayores», la COFIGURATIVA, donde «tanto los niños como los adultos aprenden de sus pares», y la PREFIGURATIVA, donde «los adultos también aprenden de los niños»5.
Dicho de otro modo, «la sociedad POSTFIGURATIVA es aquella en la que el pasa-do de los adultos determina el futuro de las nuevas generaciones, de forma que existe el convencimiento de que las formas de vida y de saber de los viejos son inmutables e imperecederas. La sociedad COFIGURATIVA denomina otro tipo de cultura, “en la que el modelo de vida lo constituye la conducta de los contem-poráneos, lo que implica que el comportamiento de los jóvenes podrá diferir en algunos aspectos del de sus abuelos y del de sus padres”. Mientras, la cultura PREFIGURATIVA es aquella en la que los pares reemplazan a los padres y a los abuelos instaurando una ruptura generacional, que es la que vivimos actual-mente, no como un cambio de contenido de los procesos culturales, sino de la naturaleza de sus procesos»6.
Según Juan Carlos Jurado, este encuentro de las lógicas COFIGURATIVAS y PRE-FIGURATIVAS en la cultura contemporánea es la que hoy caracteriza a las socie-dades urbanas de Latinoamérica y del mundo, lo que significa que «los apren-dizajes y las formas de vínculo social de los niños y jóvenes dependen menos que antes de los adultos, derivándose mayores grados de autonomía en sus formas de explorar el mundo, de socializarse y de educarse»7.
En este contexto de cambios culturales, si lo que se busca es comprometer ge-nuinamente a las actuales generaciones con su propio aprendizaje y crecimien-to personal, se requiere una educación que sepa partir de las propias habilida-
5 Margaret Mead, Cultura y compromiso, Granica, B.Aires, 1970, p.35
6 Martín-Barbero, (1996) J. «Heredando el futuro. Pensar la educación desde la comunicación», en Nómadas. Comuni-cación y educación: una relación estratégica (5). Bogotá, Fundación Universidad Central-DIUC, p. 14
7 Juan Carlos Jurado, Problemáticas socioeducativas de la infancia y la juventud contemporánea. Revista Iberoameri-cana de Educación. Número 31: Enero-Abril 2003.
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des e intereses de los niños y darles la oportunidad de ponerlos en juego a través de procesos tan activos y colaborativos como gratificantes.
Esa es la perspectiva que propone el músico y compositor canadiense Murray Schafer para la enseñanza de la música a los niños: en primer lugar, darles la posibilidad de aprender a descubrir el paisaje sonoro del mundo y escuchar to-dos los sonidos del entorno; en segundo lugar, permitirles descubrir el potencial creativo que cada uno posee para hacer su propia música; en tercer lugar, pro-piciar el encuentro de la música con todas las artes, haciendo de su aprendiza-je una experiencia multisensorial que supere la clásica fragmentación que ca-racteriza a la educación formal. Esta es la perspectiva que desarrollaremos a continuación:
2.1. Limpiando los oídos y descubriendo el paisaje sonoro
Murray Schafer denomina PAISAJE SONORO (soundscape) al medio ambiente en tanto espacio ubicado entre el sonido y el ruido, constituyendo una especie de composición universal en la que todos somos partícipes. Su propuesta es aprender a escuchar el mundo como si fuera una composición8. De acuerdo a sus investigaciones, en el Paisaje Sonoro pueden distinguirse tres clases de elementos que contribuyen a la identidad de cada lugar específico:
a)
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