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Duelo En El Adolescente

sansz19 de Marzo de 2014

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INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo investigativo, sobre la relación que existe entre “El Duelo y la Adolescencia” como tema general, se pretende desarrollar y dar un concepto acabado de lo que respecta, primeramente al “Duelo” en sí, entendido como la reacción frente a la pérdida de una persona amada o abstracción que haga sus veces, tal como lo define Sigmund Freud. Para luego relacionar dichos conceptos con la etapa o período por el que deben de transitar todos los seres humanos en edades tempranas de sus vidas, la “adolescencia” significando un período de conmoción que oscila entre lo normal y lo patológico, pero como dice Ana Freud, esta conmoción debe ser considerada como “normal”, señalando además que sería “anormal” la presencia de un equilibrio estable durante el proceso adolescente.

Sobre esta base, y teniendo en cuenta el criterio evolutivo de la psicología, es que podemos aceptar que la adolescencia mas que una etapa estabilizada es un proceso y un desarrollo; dentro del cual se van a producir innumerables cambios en el adolescente, a nivel psicológico, físico y social. Cambios que debe aceptar y superar conscientemente, para así dejar atrás la niñez e ingresar a la adultez de la mejor manera posible.

Es en este proceso donde aparecen los “Duelos” de la adolescencia, manifestándose como dolorosos, implicando una crisis seria, tristeza, y esfuerzo psíquico para superarlos. Según las ideas de Arminda Aberastury podemos decir que el adolescente realiza tres duelos fundamentales y básicos: a) El duelo por el cuerpo infantil perdido; b) El duelo por el rol y la identidad infantiles; y c) El duelo por los padres de la infancia. Pero Aberastury añade un cuarto duelo, al que parece otorgarle menor entidad, el de la perdida de la bisexualidad de la infancia en la medida que se madura y se desarrolla la propia identidad sexual.

Pero sin duda alguna, estos duelos adolescentes se ven ampliamente influenciados socioculturalmente, o sea que los duelos por los que debieron atravesar los adolescentes del pasado, claramente se puede decir que no son los mismos por los que deben pasar los adolescentes actuales.

Por último se trata el interrogante de que si en la adolescencia posmoderna, aún prevalecen los duelos que existían en tiempos pasados o ya no son parte de este proceso normal.

Capítulo I

EL DUELO

Sigmund Freud se ocupa del duelo de una manera singular, pues lo considera un afecto “normal”, incluso en comparación con el enamoramiento. En “Adición metapsicológica a la teoría de los sueños”, de 1917 dice: “Para la investigación nos servimos, con fines comparativos, de ciertos estados y fenómenos que pueden concebirse como los modelos normales de afecciones patológicas, entre ellos se cuentan estados afectivos como el duelo y el enamoramiento...” de esta manera su gran texto sobre el duelo es en comienzo el gran texto Freudiano sobre la melancolía, esa afección que los clásicos habían definido por la presencia de un profundo dolor moral, dolor de existir. En este texto pues, Freud compara la melancolía con el duelo, patológica la primera, dolor normal el segundo, que se consume espontáneamente una vez que se haya renunciado a todo cuánto se ha perdido, esto es que se haya agotado la libido puesta en ello y sea posible recuperarla para otros objetos.

Sigmund Freud dice: “La conjunción de melancolía y duelo parece justificada por el cuadro total de esos dos estados. También son coincidentes las influencias de la vida que los ocasionan, toda vez que podemos discernirlas. El duelo es, por regla general, la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc. A raíz de idénticas influencias, en muchas personas se observa, en lugar de duelo, melancolía (y por eso sospechamos en ellas una disposición enfermiza)”.

“La melancolía se caracteriza psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución de amor propio. Esta última se traduce en reproches y acusaciones de que el paciente se hace objeto a sí mismo, y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo. Este cuadro se nos hace más inteligible cuando reflexionamos que el duelo muestra también esos caracteres, a excepción de uno solo; la perturbación del amor propio. El duelo intenso, reacción a la pérdida de un ser amado, integra el mismo doloroso estado de ánimo, la cesación del interés por el mundo exterior (en cuanto nos recuerda a la persona fallecida), la pérdida de la capacidad de elegir un objeto amoroso (lo que equivale a sustituir al desaparecido) y al apartamiento de toda actividad no conectada con la memoria del ser querido”.

EL TRABAJO DEL DUELO

Uno de los significados que tiene la palabra duelo, es la confrontación entre dos rivales potencialmente antagónicos, en la cual, uno de los dos debe triunfar sobre el otro. Freud, en su texto "Duelo y Melancolía", de 1915, presenta una propuesta que se inscribe en la lógica del duelo en que dos registros antagónicos se debaten, esto es una tendencia que empuja hacia la vida y otra tendencia que empuja a mantenerse del lado de la muerte, del lado del objeto perdido.

¿En qué consiste este trabajo? Es un procedimiento lento y doloroso que tiene como punto de partida la noticia de la pérdida de un objeto amado y como punto de llegada la renuncia y el reencuentro con un deseo por la vida, pero este proceso debe ser ejecutado “pieza por pieza” con un gran gasto de tiempo y de energía.

El trabajo de duelo entonces, se podría expresar como un proceso que está estructurado en una dialéctica, una especie de diálogo entre la realidad expresada como un mandato y la respuesta libidinal del sujeto. El Yo humano se constituye sobre una contradicción, como en una división pues vemos como una parte del Yo se sitúa enfrente de la otra y la valora críticamente, como si la tomara por objeto y la censurara y le exigiera o maltratara incluso como el propio Yo podría hacerlo con otro. Esta dualidad, esta división estructural entonces está en el fundamento de esta dialéctica.

PASOS DEL DUELO

1. En un primer avance del proceso de duelo el “examen de la realidad le ha dicho al sujeto que el objeto no existe más, que ha muerto”. Este mandato le exige retirar las cargas de libido puestas en él. A esta exigencia la respuesta subjetiva es la negación. El sujeto dice ¡No! no es posible, no puede ser, mentira, no puedo creer. Puesto que el sujeto posee una tenaz adherencia a las fuentes de placer disponibles y la dificultad a renunciar a ellas es una tendencia general del aparato psíquico que se rige por principio del placer. En el texto: “Los dos principios del suceder psíquico” Freud plantea que a pesar de la introducción del principio de realidad que se caracteriza por la atención, la percepción, la memoria, el discernimiento y el pensamiento consciente esto es, que se rige por el mandato de la realidad, una porción de nuestra vida anímica permanece disociada, libre de toda confrontación con la realidad, esta porción de la vida anímica esta regida por el principio de placer y busca su satisfacción de manera independiente, siendo así mismo lo que verdaderamente comanda las relaciones del sujeto con lo real, por paradójico que ello pueda parecer.

2. En un segundo avance, Freud antepone nuevamente lo normal como la victoria de la realidad, pero la respuesta del sujeto, es lenta, paulatina y con un enorme costo de dolor, asumir la realidad, despertar, implica un enorme gasto de tiempo y energía.

3. En un tercer avance, al imperativo de la inexistencia del objeto, le responde el sujeto conservando mientras tanto su existencia psíquica. Entonces, si en el primer avance Freud confronta al principio del placer con el principio de realidad, en este avance, confronta al objeto real con un objeto de existencia psíquica, con el cual el sujeto se ha independizado de la exigencia de la realidad. Entonces de qué objeto se trata ahora en el proceso del Duelo, de un objeto amado, idealizado, temido, odiado, pero un objeto que el sujeto ha cargado de representaciones y de libido ya no contando con los atributos propios del objeto en la realidad sino con los atributos de su propio deseo. El estatuto psíquico del objeto depende de la libidinización, de la opción del sujeto, de las respuestas del lado del sujeto.

4. Por esto, en el cuarto avance, mientras la realidad no ha cesado de exigir su obediencia, no deja de insistir en la falta, el sujeto aún da unos rodeos económicos más: “Cada uno de los recuerdos y esperanzas que constituyen un punto de enlace con el objeto es sucesivamente despertado, sobrecargado, realizándose en él una sustracción de libido”.

5. En el momento final del proceso hay por fin una renuncia al objeto, un consentimiento con su pérdida, un desprendimiento de la libido puesta en él, y es esto lo que finalmente le permite al sujeto optar nuevamente por la vida:

“El duelo mueve al Yo, a renunciar al objeto, comunicándole su muerte, ofreciéndole como premio la vida para decidirla”.

Al final pues de todo este proceso, al que Freud llama trabajo, lo que aparece de manera evidente es que el sujeto es quien realiza el trabajo y que su salida es una elección del sujeto que se plantea ya no el debate entre el principio de realidad y el principio del placer

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