EL ENFOQUE POSITIVO DE LA EDUCACIÓN
TanyabutronTarea16 de Mayo de 2017
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[pic 1]Universidad Autónoma [pic 2][pic 3]
del Estado de Hidalgo
Instituto de Ciencias de la Salud
Área académica de Psicología
Materia: Psicología Pedagógica
Profesor: Dr. Rubén García Cruz
Alumna: Tanya Butron Islas
Agosto 2016
EL ENFOQUE POSITIVO DE LA EDUCACIÓN
El enfoque positivo surge en Estados Unidos en los años noventa y su nacimiento se debe en gran parte a Psicología Positiva, por lo cual Godoy (2004) menciona que la Psicología Positiva, es el estudio de los seres humanos enfocada en sus potencialidades, recursos y bienestar; así como la capacidad que tiene para reponerse de vivencias negativas. De igual manera Pérez y Domínguez (2011) señalan que el enfoque positivo se basa en el desarrollo de las potencialidades del individuo y fortalezas cognitivo-emocionales, las cuales conllevan al progreso social y personal.
Siguiendo con Pérez y Domínguez, el enfoque positivo de la educación está vinculado con la realización de un yo positivo y la filosofía eudemónica, la cual establece que las personas que poseemos déficits, pero también capacidades y fortalezas que debemos potenciar y desarrollar para obtener crecimiento personal. Aunado a esto la Psicología Positiva nos da la posibilidad de redefinir que la educación es un lugar que permite el desarrollo de las fortalezas personales de los alumnos (Esteban, Cabaco y Litago 2013).
Dicho lo anterior, los modelos pedagógicos que integran una concepción humanista del proceso educativo realzan el desarrollo integral del educando desde el punto de vista social y personal, así mismo la educación es un proceso dinámico e integral que busca el crecimiento y desarrollo individual y colectivo. Las instituciones educativas deben tener como finalidad insertar el desarrollo de la moral y bienestar de sus educandos a través del proceso educativo para lograr el fortalecimiento de la autonomía, felicidad e iniciativa personal (Pérez y Domínguez, 2011).
Todas las escuelas tienen que ser positivas en sus logros y desarrollo. La originalidad del enfoque de la Escuela Positiva tiene su énfasis en la coordinación de tres objetivos complementarios: organizacional, profesional y escolar. Como organización, la Escuela Positiva se caracterizaría por la eficacia y la eficiencia, profesionalmente por la motivación y satisfacción de sus maestros y escolarmente por el desarrollo instruccional y personal de los alumnos (Moreno y Gálvez, 2010).
Aunado a lo anterior De Andrés Viloria (2005) menciona que la escuela es uno de los escenarios sobresalientes en el cual el niño aprende y se influenciado, por lo cual es indispensable que en este escenario se les enseñe a sus alumnos a ser emocionalmente más inteligentes, brindándoles estrategias y habilidades emocionales básicas que ayuden a disminuir los factores de riesgo que existen en la sociedad.
Es por ello que el enfoque positivo se refiere a educar para optimizar la madurez personal y social, también incluye configurar un yo positivo que vaya dirigido a la promoción de valores, autodirección, autocuidado, que vayan enfocados al logro de la felicidad. En la perspectiva de la Educación emocional se insiste en la capacidad del autogobierno emocional, debido a que existe vinculación con el bienestar personal y el funcionamiento óptimo (Pérez y Domínguez, 2011).
Todo esto nos lleva a la necesidad de incorporar nuevos modelos, al respecto Elías (2003) menciona varios motivos que nos llevan a pensar en la necesidad de programas de educación emocional.
- Los medios de comunicación son transmisores de contenido emocional, por lo cual los niños deben ser capaces de aprender a procesar.
- El interés creciente por parte de los educadores en el tema de la educación emocional.
- La necesidad de enseñar a los infantes las estrategias de afrontamiento para solucionar situaciones adversas con altas probabilidades de éxito.
- Las competencias socio-emocionales son un aspecto básico del desarrollo humano y de la preparación para la vida.
En síntesis Pérez y Domínguez (2011) describen que el enfoque positivo de la educación mantiene su interés en las fortalezas y recursos de las comunidades, grupos e individuos con la el fin de optimizar su desarrollo pleno. Educar para el desarrollo positivo requiere integrar el concepto de sí mismo, para que el sujeto sea capaz de liderar su propio proyecto de vida, la educación positiva busca construir una visión integradora de la personalidad a través de la educación emocional y educación del carácter.
Centrados en el desarrollo positivo humano
Actualmente, la comunidad educativa se encuentran en la tarea de posibilitar un sobresaliente proceso de innovación en la educación que se fundamente desde investigaciones científicas. Los enfoques positivos en las ciencias sociales han cobrado interés en establecer investigaciones basadas en el desarrollo humano y la felicidad, aunque son conceptos polisémicos difíciles de abordar desde las investigaciones científicas, cada vez está creciendo el interés en abordarlas desde enfoques científicos (Pérez y Domínguez, 2011).
De igual manera Campos (2010) menciona que promover el desarrollo humano está vinculado con el aumento de la calidad de la educación, sin embargo para poder mejorar la educación se necesita que los países realicen investigaciones científicas que den como resultado la implementación de procesos innovadores que permitan transformar y apostar por una mejor educación.
El enfoque hedónico
El enfoque hedónico tiene su tradición en muchos personajes de la filosofía y de la Psicología, sus orígenes se remontan en Aristipo, filósofo griego del siglo IV a.C.
Pérez y Domínguez (2011) mencionan que el “enfoque hedónico entiende que la felicidad es un estado psicológico caracterizado por un mayor número de emociones positivas y un nivel bajo de emociones negativas” (p. 77).
De acuerdo a Godoy (2004) existen ciertos consensos sobre lo que es el bienestar subjetivo:
- El bienestar tiene una dimensión básica y general que es subjetiva.
- El bienestar estaría compuesto por dos facetas: Por un lado los aspectos afectivos emocionales y otra ubicada en los aspectos cognitivos-valorativos (se refieren a la evaluación de satisfacción que hace la persona sobre su vida). Ambos aspectos relacionados con la dimensión subjetiva.
Por otro lado las teorías de la felicidad desde una concepción hedónica sostienen que las personas buscan momentos placenteros y evitan las vivencias que les generan emociones negativas, trasladando este enfoque a la ética resulta que las personas obtienen una buena vida cuando logran realizar sus necesidades y logros, por lo tanto una educación orientada al desarrollo positivo humano buscaría fortalecer recursos que incrementen vivencias placenteras (Pérez y Domínguez, 2011).
Pérez y Domínguez (2011) mencionan que algunos programas basados en la inteligencia emocional aplicados en la educación toman conceptos del enfoque hedonista. Los contenidos de aprendizaje se sostienen en la enseñanza de estrategias para la autorregulación emocional, autoconocimiento emocional, empatía y estrategias de afrontamiento funcionales enfocadas en las emociones, así como en estrategias de evitación.
Optimización de nuestras potencialidades
La visión eudemónica engloba la idea de Aristóteles sobre la verdadera felicidad, la cual menciona que surge de la exteriorización de la virtud. La perspectiva eudemónica identifica el concepto de felicidad y vida buena con realización del pleno potencial humano; es decir, con el crecimiento personal, esta concepción utiliza el constructo bienestar psicológico para referirse a la idea de plena realización de potencial psicológico (Pérez y Domínguez, 2011). También la satisfacción con la vida, el afecto positivo y las dimensiones del bienestar eudaimónico permiten predecir resultados positivos en la salud (Valverde, 2009).
Es importante destacar que Peterson y Seligman (2004) aportan la teoría de las fuerzas distintivas, la cual supone que la satisfacción vital, la felicidad o bienestar psicológico de las personas depende en gran medida de las fortalezas de carácter, las cuales son definidas como rasgos de la personalidad o características personales asociadas a virtudes específicas. O dicho de otra forma De-Pablos-Pons, González-Ramírez y Pérez (2008) mencionan que las fuerzas distintivas son características personales que nos llevan a desarrollar actividades motivadas intrínsecamente. La teoría de las fuerzas distintivas da importantes aportaciones para la creación y diseño de programa enfocados en la educación del carácter, las fortalezas y virtudes humanas. La clasificación existente de las mencionadas fortalezas es el resultado de un esquema conceptual creado en la literatura de textos filosóficos, religiosos y análisis factoriales ulteriores que dan confiabilidad para evaluar las fuerzas distintivas (Pérez y Domínguez, 2011).
Alzina (2003) señala que la educación emocional es una innovación que se justifica en las necesidades sociales, su finalidad es desarrollar competencias emocionales que ayuden a un mejor bienestar personal y social. La educación formal es insuficiente para atender a las respuestas al conjunto de necesidades sociales, es por ello que es importante la existencia de programas que incluyan el concepto de educación emocional.
De acuerdo a Bisquerra-Alzina (2006).
“Los objetivos de la educación emocional pueden resumirse en los siguientes términos “adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones; identificar las emociones de los demás; desarrollar la habilidad para regular las propias emociones; prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas; desarrollar la habilidad para generar emociones positivas; desarrollar la habilidad de automotivarse; adoptar una actitud positiva ante la vida; aprender a fluir, etc.” (p. 18).
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