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EL HOMBRE EN BUSCA DEL SENTIDO


Enviado por   •  26 de Junio de 2014  •  1.903 Palabras (8 Páginas)  •  187 Visitas

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Esta obra cambió mi forma de ver las cosas, puesto que antes de empezar a leerla me encontraba en un gran cambio emocional.

Me dio trabajo aceptar muchas cosas que dice el libro y creo que es porque en la actualidad, el ser humano está perdiendo su esencia, su valor propio y se encuentra inmerso en un mundo que lo aleja de la orilla de su ser.

La primera parte del libro relata con el auto vivió en el campo de concentración y las cosas que tuve que observar dentro de el, y desde el primer relato pude observar como la vida de un ser humano puede perder tanto valor y llegar a convertirse solo en un número; en un número sin nombre, sin identidad, quitándole todo lo que pudiese tener (su familia, su ropa, dinero, libros, hasta los cabellos), su valor humano, el respeto por su ser, y paradójicamente esto ocurre en la actualidad con el mundo en donde la tecnología, el progreso material (del cual no estoy en contra, pero sé que debemos manejarlo adecuadamente) y la “moda” en ocasiones te hace perder todo lo esencial de ser humano. Por ejemplo una hija mata a su madre y para a formar una cifra estadística, un número más que perdió identidad, valor de ser y sobre todo lo más valioso que tenía su vida. Mientras que su hija vive prisionera de una sociedad que a veces pide que el hombre deje de ser como tal y lo convierte en un ser sin escrúpulos ni compasión.

Siguiendo con el relato, cuando se encuentra dentro del campo de concentración, el autor, cuenta que al momento de ser seleccionados cada persona ve como su vida pasa a ser elegida entre una izquierda, que significa el fin de su vida en una cámara de gas, y una derecha que significa esperar si al día siguiente seguirás vivo. Esta parte me hizo reflexionar en cómo pudo sentirse el autor y las maneras a las que recurrió para seguir luchando, a pesar del miedo y el temor que le recorría en toda la sangre, que fue capaz de poner toda su energía para ser salvado y dirigido a caminar hacia la derecha, sin saber quizá lo que le esperaría después. Nuestra vida es así en una constante de lucha, de poner lo mejor de nosotros por sobrevivir, sin saber lo que va pasar más adelante, a esto se le llama deseo de vivir.

El camino hacia la derecha te libraba de la cámara de gas, les daba la oportunidad de seguir viviendo, pero les presentaba situaciones aún peores que soportar, sin tiempo límite, ni corto. Fue de valientes soportar la denigración total, el maltrato y ver al ser humano como un máquina de trabajo, es sorpréndete como como sobrevivieron al frío, ropa en mal estado, el hambre y la escasa comida que consistía en un plato de sopa insípida y un trozo de pan, la falta de higiene y aun así tener fuerzas para seguir trabajando y seguir luchando por sobrevivir.

Aunque en estas circunstancias se descubre las pequeñas cosas que te hacían ser una persona con libertad, como el caminar a voluntad, contestar el teléfono y detalles pequeños que antes no le dabas el valor necesario, pero ahora desearías que vuelvan a ser como antes, pero verse ahora inmerso en ese mundo es seguro que les invadía el sentimiento de apatía, de falta de ganas de vivir y de luchar.

El autor relata que la apatía era el principal síntoma de la segunda fase, y esto se generaba debido a que los prisioneros sabían que habían “capos” que los golpeaban más que otros, que debían de levantarse lo más temprano posible para que les toque un buen “capo” o que hacerse amigo de alguno de ellos les sería favorable para que les pueda tocar algo del fondo de la olla en su plato de sopa, sus vidas se convirtieron en una rutina para conseguir lo menos desagradable de lo peor cada día y cómo liberarse de eso, es donde el autor relata que la mayor manera de librarse de ese ambiente tétrico era la mente, el sentimiento del interior de cada uno, porque era lo único que no habían tocado y se sumergían en esos pensamientos, en las cosas que dejaron fueran del campo de concentración o en las cosas que harían fuera de el; a veces la vida puede poner muchas pruebas, o encontrarnos con cosas externas que pueden herir nuestro entorno; pero lo único que nadie puede tocar es nuestro interior, nuestros recuerdo, anhelos, nuestra esencia; yo, en particular, me interno muchas veces en mi para liberarme de muchas cosas que pasaban en mi exterior y puedo decir que es mágico poder abrigarse en sí mismo, aunque esto termine cuando la realidad te da un golpe, así como cuando un “capo” le da un latigazo a un prisionero.

Las personas que estuvieron en el campo de concentración descubrieron lo que realmente era el sufrimiento en todos los sentidos (moral, de necesidad, soledad, abandono) debe ser terrible el no tener que comer, ni agua con que limpiarse o beber, mucho menos una cama cuando no tenían ni ropa para abrigarse, es aquí donde viene una pregunta, que en particular, hizo cambiar mis esquemas: Para qué seguir sufriendo? Por qué mejor no darse al abandono y dejarse morir?, si esto ocurriera de nada valdría soportar tanto sufrimiento, la mayoría de los prisioneros tenía la esperanza de que ese sufrimiento tenía un fin, o que habría valido la pena porque serán libres de todo eso,. Muchas veces me he preguntado por qué me tocó sufrir tantas cosas, como la separación de mis padres y otras cosas, pero ahora puedo entender que valieron la pena, que tienen un fin y que por lo tanto

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