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EXIGENCIAS DEL EJERCICIO PROFESIONAL

juan_monte7 de Mayo de 2015

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EXIGENCIAS DEL EJERCICIO PORFESIONAL

Según Campani (1980) se considerará ejercicio profesional a toda actividad técnica, científica y/o docente y su consiguiente responsabilidad, sean realizadas en forma pública o privada, libremente o en relación de dependencia y que requieren la capacitación que otorga el título proporcionado por universidades oficiales o privadas reconocidas por el Estado.

Ahora nos referiremos a las exigencias que afectan directamente al ejercicio profesional, las cuales son:

La honradez: La dimensión moral de la profesión implica la honradez en la persona que la desempeña. El Diccionario de la Real Academia define la honradez como: " cualidad de probo, proceder del propio hombre recto". Definición que lleva consigo la probidad humana. El sentido de este término encierra, pues, una actitud permanente de bondad, rectitud de ánimo e integridad en el obrar. Las reglas morales encerradas en el extenso sentido de la palabra honradez, pueden sintetizarse en lo siguiente: La honradez nace de la adecuación de la conducta a los principios que rigen la conciencia personal del profesional.

La rectitud procede de la adecuación de la conducta a las normas legítimamente establecidas. La probidad puede venir del orden de las relaciones del profesional con los otros compañeros, alumnos, padres y representantes, proveedores, clientes, ciudadanos, la sociedad, etc. El cumplimiento de los deberes de justicia en las relaciones con los otros no es, precisamente, el desenfrenado afán de lucro, la competencia desleal, la propaganda engañosa, el descrédito, e intriga profesional. La responsabilidad de los profesionales ante los otros miembros de la propia profesión postula velar por el honor y la honradez de la misma.

La diligencia: Es una condición indispensable del profesional. La diligencia tomada como entrega y solicitud por el trabajo, es una condición indispensable del profesional. El incumplimiento de los compromisos laborales son exponentes manifiestos de negligencia profesional.

Espíritu de Servicio: La profesión docente implica espíritu de servicio. El aspecto social de la profesión es algo esencial a la misma. El profesional ejerce una función social. Debe, en justicia, cooperar con la máxima diligencia e interés al bien común de la misma manera que el desea que todas las otras profesiones ajenas a las suyas ejerzan sus cometidos con garantía y diligencia. Otras exigencias en esta materia han sido reflejadas en distintos Códigos Éticos, incluso en el Parlamentario, tal es el caso del Parlamento Británico, cuando en 1994 por solicitud expresa del Primer Ministro de entonces, John Mayor, este señaló: " No se puede afirmar en forma definitiva, que se ha producido un deterioro significativo en las normas de conducta que prevalecen en la vida pública de los parlamentarios, ministros y empleados administrativos. En todo caso, se puede señalar que la conducta en la vida pública de los funcionarios de alto y mediano rango estará siendo supervisada de una forma más directa que en el pasado".

Continúa señalando Mayor: " Sería un alivio pensar que la opinión pública considera que ha habido un mayor cumplimiento en las normas por parte de los servidores públicos debido al incremento en la actividad investigativa de los medios y su intrusión en las vidas privadas de las figuras públicas. Sin embargo, no pensamos que ésta sea la única respuesta. Los medios impresos generalmente publican, lo que a su juicio, son los hechos. "La erosión de la confianza que tiene la opinión pública de los funcionarios que desempeñan un cargo en el gobierno es un asunto que tiene graves implicaciones.

Goman (1992), señala los beneficios que se logran al existir un gran compromiso en el trabajo que desempeña el profesional, incluyendo el docente. Estos beneficios son los siguientes: Alta calidad, Alto rendimiento, Poco cambio de personal, Buena reputación, Moral alta, y Espíritu de Equipo. La contraparte de esto, es decir el alto costo del poco compromiso origina las siguientes consecuencias: Baja calidad, Bajo rendimiento, Rotación de personal, Mala reputación, Baja moral, y Espíritu de equipo bajo.

Tomando en consideración los Valores que forman parte de la cultura organizacional educativa, cada uno de los profesionales de la docencia, tiene la responsabilidad de mantener las normas de conducta que la comunidad y los usuarios de los servicios que ella presta, esperan de ellos. Esto con el fin con de resguardar la integridad de la institución. Además son responsables ante la opinión pública por la labor realizada en los planteles en los cuales están adscritos. Los profesionales de la docencia deberán cumplir y demostrar con su ejemplo, con los principios generales de conducta que se aplican a todas las personas en su vida pública.

Además de la Abnegación, Integridad, Objetividad, Responsabilidad, Transparencia, Honestidad y Liderazgo, el principal deber de los profesionales de la docencia es servir a su país a través de sus competencias, acciones y ejemplos, instrumentadas en el área geográfica delimitada a tal fin, es decir, el plantel y la comunidad donde este está ubicado. Deberá contribuir con su ejemplo a fomentar y cultivar los siguientes valores: Amistad, Disciplina, Objetividad, Autonomía, Eficacia, Originalidad, Autoridad, Eficiencia, Pluralismo, Coherencia, Excelencia, Prudencia, Colaboración, Flexibilidad, Perseverancia, Compromiso, Humildad, Respeto, Confianza, Identidad, Responsabilidad, Control, Imparcialidad, Serenidad, Crítica, Independencia, Sinceridad, Democracia, Lealtad, Tolerancia, Diálogo, Liderazgo, Tradición, entre otros.

Se espera de los cuadros superiores los siguientes códigos de conducta: Optimismo, de pensamiento crítico de profundidad y altura, de compromiso personal, de interdisciplinariedad, de creatividad, de actividad, de sencillez y modestia, de entusiasmo, de discurso ordenado, de organización, de compañerismo, de precisión conceptual, de respeto, de objetividad y neutralidad, de sinceridad, además, debe garantizar los mecanismos más idóneos para la investigación de casos de presunta conducta indebida por parte de los empleados que incurran en ella. Las sanciones a que hubiese lugar en este sentido son de carácter disciplinario y Ético. Este mecanismo es independiente de los que se establecen en la normativa legal, según corresponda el caso. Se espera que todo docente se comporte de acuerdo con las normas más rigurosas de conducta personal y constitucional.

En lo particular deberán garantizar que no se presenten conflictos entre sus deberes personales y sus intereses particulares. Deberá mantener el debido Secreto Profesional para con la información que tenga acceso durante el desempeño de sus funciones. Esto debe privar igualmente en aquellos casos en donde la información pueda ser obtenida en forma accidental, para lo cual el empleado debe informar a su inmediato superior del hecho en cuestión. El secreto profesional no cesa, aun en la circunstancia en la que el docente deje de prestar sus servicios en el plantel u organización, al cual estaba adscrito. Debe rechazar en cualquier caso y circunstancia y no solicitar jamás, ni para sí mismo ni para terceros, pagos, beneficios o privilegios en ocasión de los servicios que le son inherentes a sus funciones. Igualmente debe rehusar con firmeza inequívoca el mantenimiento de relaciones o de intereses, con personas u organizaciones, que sean incompatibles con su cargo y con las atribuciones y funciones que le están asignadas, teniendo en cuenta la misión que le está encomendada al docente debe ser cumplida con la máxima eficiencia, objetividad e imparcialidad y con estricto apego a las leyes.

EL PROFESIONALISMO DEL ROSTRO HUMANO

La idea central que sustentaremos se refiere a que los maestros, sin menoscabo de otras áreas de conocimiento, necesitamos desarrollar más una formación y una práctica pedagógica humanista (filosófica y literaria), que nos permita recuperar la educación como arte, como búsqueda y como un diálogo capaz de satisfacer las necesidades más profundas de comunicación personal, lo cual permitiría encontrar un mayor sentido a las actividades de enseñanza y aprendizaje y por lo consiguiente a la propia vida de profesores, alumnos y comunidades.

Establece Maupas (1975) que la formación y el desarrollo profesional del docente debe orientarse hacia la búsqueda de una educación que se pregunta continuamente sobre el sentido último de la misma; una educación que no se limite a los problemas de la socialización y el desarrollo cognitivo; sino que, con una actitud metafísica sobria, se encamine al descubrimiento de la persona y del valor de la alteridad, a la aprehensión del sentido estético y poético de la realidad y a sembrar inquietudes por desentrañar el misterio que encierra el destino final del hombre y del mundo.

La educación que necesitamos en las instituciones formadoras de maestros y en el nivel básico, no debe dirigirse solamente a la apropiación del conocimiento y al desarrollo de la ciencia que acumula y desecha ideas, cuestiona hechos y construye y destruye teorías; sino que debe dársele un lugar y un tiempo al saber filosófico, a las experiencias y situaciones que son fuente de esclarecimiento de valores, que iluminan y dan sentido a la existencia de las personas y al destino de las comunidades.

El Sentido de La Educación

Las reflexiones que presentan Rojas (2007) y Paredes (2008) tienen como propósito recordar y/o sugerir algunas ideas sobre el sentido último y trascendente que tiene o pudiera tener la educación para los profesores y alumnos de educación básica y de las instituciones

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