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Enviado por   •  2 de Octubre de 2013  •  3.101 Palabras (13 Páginas)  •  200 Visitas

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Parte I LA CULTURA FUNDAMENTOS EPISTEMOLÓGICOS

1.1 El concepto de cultura, su polivalencia semántica y dimensiones

El análisis de la cultura desde el punto de vista de las ciencias sociales, tropieza desde el inicio con un serio obstáculo: la extrema diversidad de significados, que parece desalentar de entrada cualquier intento de conceptualización rigurosa. Como ya se sabe cultura tiene una amplia gama de conceptualizaciones lo cual muchas veces se convierte en una dificultad el no poder tener un solo concepto, pero pienso que esto no se puede dar por lo abundante que es el tema ay que me atrevo a decir que todo lo que nos rodea en nuestra vida diaria esta ligado con la cultura.

La amplia polisemia del concepto cultura y la disputa acerca de las definiciones que ha acompañado incesantemente la historia de la formación del concepto objeto de atención, han posibilitado la aparición de libros en los que aparecen plasmados dicha situación, aún después de su incorporación al léxico de las ciencias sociales, tal como argumentan entre otros Kroeber, Philipe Beneton, R. Williams. Adicionalmente otra dificultad se deriva del hecho de que, tanto en el campo de la filosofía como en el de las ciencias sociales, el concepto de cultura forma parte de una familia de conceptos totalizantes estrechamente emparentados entre sí por su finalidad común, que es la aprehensión de los procesos simbólicos de la sociedad, y que por eso mismo se recubren total o parcialmente: mentalidades, ideología, imaginario social. De ahí se origina un problema de delimitación de fronteras y de homologación de significados que también ha hecho correr ríos de tinta como señalan, Robert Possaert, Eunice Dirham, Michael Vovelle .

Una forma de reducción de la indeterminación semántica del término que se analiza sería retener solamente los conceptos construidos por la sociología y la antropología, desechando la variedad de sentidos que le han conferido la tradición filosófica, literaria y el discurso social común.

Ocurre que en los ámbitos de la sociología y la antropología que supuestamente trabajan con conceptos construidos en función de paradigmas teóricos muy precisos, la cultura sigue siendo objeto de definiciones muy diversas, según la diversidad de intereses teóricos y metodológicos en juego, análisis que aparece abordado por Pietro Rossi en su antología”Il concetto di cultura por Haus Meter Thurn en Soziologie de kultur”.

Las ideas antes expuestas impone una doble tarea; por una parte se requiere una nueva crítica del estatus teórico del concepto de cultura en las principales corrientes o tradiciones en la antropología y de la sociología; y por otra urge reponer un concepto de cultura, que responda a las exigencias epistemológicas de coherencia y homogeneidad semántica, y a la vez este lo suficientemente vinculado a la práctica científica de dichas corrientes o tradiciones, para ganar un relativo consenso entre los cientistas sociales.

1.2 Etimología y filiación histórica del concepto

La historia de las ciencias demuestra que la filosofía y el sentido común han sido los proveedores de la mayoría de los conceptos que circulan en las ciencias sociales y que, después de haber sido reconstruidos y reformulados por la teoría, frecuentemente no logran desembarazarse del todo de sus connotaciones históricas y hasta políticas de origen.

El término de cultura admite dos grandes familias de acepciones: las que se refieren a la acción o proceso de cultivar (donde caben significados tales como formación, educación, “paideia”, “cultura animi” entre otras); y las que se refieren al estado de lo que ha sido cultivado, que pueden ser, según los casos, estados subjetivos (tales como buen gusto, hábitos o maneras distinguidas, modelos de comportamientos, acervo de conocimientos,

Estilos de vida, “ethos cultural” en el sentido de Bordieu; estados objetivos, cuando se habla de “patrimonio” artístico cultural, de herencia o de capital cultural, de instituciones culturales, de “cultura objetiva”, de cultura material.

De forma general predomina el sentido activo del término, que hasta el siglo XV se aplica casi exclusivamente al cultivo de la tierra según Jacques Charpentraux, René Kaes.

Sólo excepcionalmente encontramos el uso analógico referido al “cultivo” de las facultades o de las capacidades humanas, como el caso de la “cultura animi” ciceroniana, con una connotación fuertemente selectiva, elitista e individualista. A partir de aquí la cultura será ante todo, un concepto valorativo, predominantemente ligado a la personalidad del individuo: mediante su adquisición el hombre obtiene una forma más elevada de identidad social e individual. El hombre así formado se encontrará más cerca de quienes se han formado de la misma manera, y más lejos, en cambio, de todos los demás. El concepto de cultura desde su origen está íntimamente ligado con la constitución y perpetuidad de las jerarquías sociales. El ciudadano culto en la antigüedad se elevaba, consciente o inconscientemente, por encima de los incultos.

Las tesis culturales premarxistas destacan la existencia de la cultura en dos formas, una objeto y resultado terminado, la otra en forma subjetiva; esto es: el hombre como creador sentando las bases de su propia existencia y al mismo tiempo desarrollando sus capacidades de asimilación. Su principal limitación conduce al desarrollo de la forma subjetiva-activa.

La cultura en su origen se puede percibir como producto humano en un primer momento, que se “construye” en la vida social comunitaria, se produce o genera, se transmite o comunica y preserva históricamente las manifestaciones culturales como manera de mantener la cohesión social, apoyada en el sentimiento de pertenencia y ubicada en un espacio particular que es donde se asienta la comunidad, aunque la misma cambie de geografía, se mantendrán la identidad y esto lo realiza cada generación a través del tiempo.

El campo de la cultura es vasto y cambiante. Nadie, ni siquiera un equipo de investigadores, puede hacer una reconstrucción tan detallada de toda una sociedad, ni siquiera de un grupo pequeño, sin embargo, es posible obtener datos cuidadosamente descritos de los aspectos más importantes de una cultura.

En 1871, Edgard Taylor publicó su “Cultura Primitiva”, y aunque, la nueva ciencia, la moderna antropología que él creó prácticamente desde sus cimientos, ha tenido muchos y grandes hombres durante ese período, ningún libro acerca de esta materia ha resistido la prueba del tiempo tan bien como el suyo, por eso parece recurrente considerarlo a modo de fundamento

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