Educar Para La Paz
Analizare13 de Julio de 2012
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CONSTRUIR LA PAZ A TRAVÉS DEL BUEN TRATO
INTRODUCCIÓN
“La paz no solo se define por la ausencia de guerra y de conflicto, es también un concepto dinámico que necesita ser aprehendido en términos positivos, como lo son la presencia de justicia y armonía sociales, la posibilidad para los seres humanos de realizar plenamente sus potencialidades y el respeto a su derecho a vivir con dignidad a lo largo de su vida (…) un desarrollo humano durable no puede tener lugar sin paz y sin un desarrollo humano endógeno y continuo, la paz no puede ser mantenida”. Reunión consultiva del programa cultura de paz, UNESCO 1994
La educación para la paz es un concepto pluridimensional. Esta noción incluye elementos y practicas que van desde las acciones de sensibilización, tener información confiable, objetiva y actualizada, hasta prácticas concretas de una formación sólida que busque como objetivo explícito el mantenimiento de la paz.
La educación en si misma no puede imponer un estado de paz ni resolver aspectos relacionados con violaciones a los derechos humanos o conflictos que atenten contra la paz. Pero la educación es un aspecto indispensable en todo proceso que pretenda alcanzar la paz, en particular ante una situación de violencia. La educación debe contemplarse antes, durante y después de los conflictos, y la educación para la paz se considera una práctica preventiva contra los conflictos, un ingrediente sin el cual tampoco pueden resolverse los grandes problemas de nuestro tiempo.
No se puede educar para la paz sin conocer el origen del conflicto y sin plantearlo en la dimensión de la paz y de los derechos humanos. Este elemento es fundamental, no se trata de buenos propósitos, sino de entender el conflicto, su origen y causas, de situarlo en un proceso histórico-político, de identificar el papel de los diversos actores, es importante que la educación para la paz refleje las demandas más sentidas de cada sociedad.
La educación para la paz y los derechos humanos es una tendencia cada vez más extendida y reconocida en México; impulsada, primero por organizaciones civiles y por instituciones de educación superior, después por algunos organismos públicos como las comisiones de derechos humanos, los institutos electorales y secretarías de educación; actualmente se ha constituido en una de las posturas existentes para educar en valores en el país. (Papadimitiou, 2005)
Todos sabemos que educar niños y niñas menores de 6 años es una gran responsabilidad, significa que estamos contribuyendo en la formación de las personas que va a conformar la futura sociedad, su potencial de desarrollo y crecimiento, por lo tanto la educación inicial adquiere una particular relevancia en la formación de los seres humanos. Es la etapa de vida más importante por que los niños y niñas comienzan a internalizar valores, a desarrollar actitudes, a formar su personalidad y los adultos tienen un rol determinante en esta tarea.
Modelar actitudes y valores es una responsabilidad fundamental de los padres y adultos que rodean al niño y niña, es decir su familia, la escuela donde el niño asiste. Sin embargo la familia es claramente el primer contexto de aprendizaje para las personas, es donde aprendemos a relacionarnos, a convivir, a expresar nuestros afectos, a manifestar nuestras diferencias, es el espacio donde aprendemos de nuestros errores, a modificar nuestras conductas, a reconocernos como personas.
Cuando los adultos tienen conocimiento y toman conciencia del problema de una manera integral, los recursos y mecanismos con que ellos cuentan, tales como sus propias experiencias de vida, características y fortalezas; podrán abordar constructivamente esa crisis o problema. Conversar la situación, acoger los sentimientos y emociones, explicitar las normas con claridad y adaptarlas con flexibilidad, respetar las diferencias, tomar acuerdos en conjunto, así se logra finalmente modificar el conflicto.
Sin embargo, en ocasiones los adultos utilizan estrategias no adecuadas como por ejemplo el castigo físico o castigo psicológico, que en oportunidades son utilizados por los padres debido a que no cuentan con otras alternativas para corregir a los niños o niñas. Así como también se debe a las experiencias de los padres vividas en su niñez, padres víctimas de violencia o padres sin experiencias de afecto y apego, que reproducen las formas y métodos de su propia crianza.
Este es un tema educable, es decir que se pueden modificar las conductas negativas de los adultos, de los padres, trabajando y enfrentando el tema. Es relevante hacerlo, ya que sabemos los nocivos efectos que tiene el castigo tanto físico como psicológico en el desarrollo de niños y niñas de cualquier edad, especialmente cuando proyectamos su futuro y conocemos las consecuencias posibles que hombres y mujeres podrían enfrentar en su vida de adultos.
ANTECEDENTES
Tras la tragedia de la Segunda guerra mundial es cuando comienzan a aparecer los primeros intentos de tratar la educación para la paz desde un punto de vista psicopedagógico. En concreto, hay dos líneas contribuyentes paralelas, como son, por un lado, el legado de la noviolencia, y por otro, las iniciativas que se encuadrarían en la historia de la renovación educativa.
El legado de la noviolencia aporta a la educación para la paz sus primeras raíces, y las más esenciales a su vez. Es el fundador del Jainismo, Mahavir, quien enfatiza el principio didáctico de la noviolencia, o “ahimsa”, como un deber y valor máximo para el hombre. Este mismo concepto lo une posteriormente Buda al de piedad.
También cabe señalar la importancia de algunos pasajes de la doctrina de Cristo, que buscan promover valores como la justicia, paz, noviolencia, etc.
Siglos más tarde, aparecen otras figuras de gran importancia en la Educación para la Paz, su influencia en la educación, como por las experiencias que desarrollaron. Se trata de Tolstoi y Tagore. El primero defendía unos principios educativos basados en el amor y la noviolencia. Su rechazo a cualquier tipo de violencia lleva a la asunción del principio de la “no intervención”, que viene siendo la traducción pedagógica de la noviolencia. Por esto, en toda educación ha de darse una libertad total; ha de estar caracterizada por la cooperación, el amor, y un ambiente de libertad.
Tagore, por su parte, fundó lo que era la Casa de la Paz, o “Santiniketan”. Bajo su perspectiva, por medio de la educación se puede cambiar el mundo. Su pensamiento educativo se basa en el contacto con la naturaleza, y la armonía del espíritu con la creación y la educación en la vida.
La contribución pedagógica está conformada por la historia de la educación, en la cual cabe señalar a dos autores, que son Comenio, y Rousseau, promotores de la educación basada en el respeto a los niños, la unión con la naturaleza, y la fraternidad universal.
El pensamiento educativo de Comenio se resume en la fe en la naturaleza humana, el utopismo pedagógico, y el mundialismo.
También el pensamiento de Rousseau se caracteriza por el utopismo pedagógico, pero se centra más en el principio de la libertad, de no coartar el desarrollo natural.
La escuela nueva, es la primera ola de educación para la paz y constituye la primera iniciativa sólida de reflexión y acción educativa por la paz, por su carácter internacionalista.
La Sociedad de Naciones y la Oficina Internacional de Educación, era un órgano que tenía como fin solucionar conflictos internacionales, y la mejora de las relaciones. Pero en relación con la educación, su único objetivo era la difusión de ciertos principios entre los jóvenes. Más adelante, se habla ya de que la educación se apoye en la vida real, y que se contemplen en el currículo contenidos que sensibilicen sobre la necesidad de evitar la guerra y estimulen la unidad internacional.
La Oficina Internacional de la Educación se creó gracias al movimiento pedagógico creado por el instituto Rousseau. Este órgano es un elemento decisivo en la difusión y la conceptualización de la EP (Educación para la paz).
La Liga internacional de la Educación Nueva, se consolidó con la celebración del I Congreso Internacional de Educación, en 1921. Entre los principios aprobados, constan los referidos a la igualdad y cooperación entre ambos sexos y otros referidos a la educación para la paz, que son el quinto y el séptimo.
María Montessori es una referencia clave en la Educación para la Paz, tanto en su conceptualización como un en su difusión. Es defensora del concepto de paz positiva, y considera la educación para la paz no solo un fin, sino también un medio. También atribuye a la educación la posibilidad del ser humano para hacer desaparecer la guerra, acercándose así al utopismo pedagógico.
Su pensamiento pedagógico se resume en una crítica a la educación tradicional, una enorme confianza en la infancia (como agente de transformación social), utopismo pedagógico y el universalismo.
A pesar de haber principios comunes, la educación para la paz se enfoca desde perspectivas diferentes, como son el enfoque psicologicista, y el sociopedagógico.
La primera, está representada por P. Bovet, que habla de “canalizar el instinto luchador”, en lugar de reprimir al niño, o negarle el conocimiento de las situaciones sociales de lucha y violencia.
El enfoque sociopedagógico está representado por J. Dewey, que conecta el concepto de paz con el avance
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