Ejemplo de Un análisis signo simbólico

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

ENSAYO PRIMER PARCIAL

TÍTULO: UN ANÁLISIS SIGNO - SIMBÓLICO

NOMBRE: VERÓNICA FLORES MORA

CURSO: SEGUNDO 2

FECHA: 23 DE OCTUBRE DE 2017

QUITO – ECUADOR

     Dentro de nuestra sociedad la necesidad de comunicarnos y transmitir nuestros pensamientos y emociones es básica para nuestra convivencia, y no solo eso, sino también para nuestra supervivencia. De acuerdo a Jung (1995): “El hombre emplea la palabra hablada o escrita para expresar el significado de lo que desea transmitir” (p.20). Por tanto, se pone en evidencia que un sistema codificado de signos es elemental para el desarrollo en una sociedad. No solamente los seres humanos empleamos uno de estos sistemas; los animales también tienen su propia manera de entenderse. Por ello es básico distinguir que no en todos será igual, pues el sistema que maneja un tucán no es igual al de una fragata, así como las reacciones de un dicho animal no serán iguales a las de otro, todas estas estarán sujetas básicamente al ambiente donde se estén desenvolviendo y a los factores influyentes desde su origen y a medida que los cambios contextuales tengan lugar. ¿Se podría considerar que los animales pueden aprender un lenguaje?, en teoría si los animales tienen su aparato cognitivo y biológico lo suficientemente desarrollado podrían hacerlo, pero como ya se mencionó, esto depende del lugar donde el animal esté y por tanto aprender un lenguaje ajeno estaría fuera de su contexto; además este sistema de adquisición del leguaje solo se ha descrito como presente en los seres humanos mas no en los animales.

     Al referirnos al manejo de los signos en los seres humanos podemos comenzar mencionando la capacidad de pensamiento que: “implica que el hombre tiene una relación mediata con la naturaleza (o con su entorno). Esto significa que la satisfacción de sus necesidades no es inmediata sino, justamente, que está mediada por el pensamiento. De esta manera crea un nuevo entorno más apto para vivir junto con sus congéneres” (Ferraro, 1998, p.1). A partir de allí, podemos comenzar un análisis más profundo acerca de los signos y posteriormente de los símbolos entendiéndolos desde ya como parte de un lenguaje cultural y que para ser comprendidos deben ser puestos en práctica dentro de una sociedad. Entonces, partiendo desde el signo los entendemos con ayuda de un ejemplo de la siguiente manera: “Algunos son meras abreviaciones o hileras de iniciales como ONU, UNICEF, o UNESCO; otros son conocidas marcas de fábrica, nombres de medicamentos patentados, emblemas o insignias. Aunque estos carecen de significado en sí mismos, adquirieron un significado reconocible mediante el uso común o una intención deliberada. Tales cosas no son símbolos. Son signos y no hacen más que denotar los objetos a los que están vinculados” (Jung, 1995, p.20). Es de este ejemplo que podemos formular nuestra propia definición de signo, entendiéndolo como un elemento que nos permite conocer algo, es decir, que tienen una intención comunicativa. Cada signo se ve sujeto a la interpretación del individuo que será el encargado de proveerle significación al signo, por ejemplo, de acuerdo a Simon (1998) al referirnos al signo “!” se puede decir que nada tiene que ver con peligro y es más bien un signo de exclamación, pero aun así su interpretación puede ser asociada con conceptos parecidos, tales como alerta o amenaza. ¿Cómo lograr una distinción entre estos signos humanos y los signos empleados por los animales?, pues como antes se dijo, los animales dependen de su contexto y los hechos dados en el momento para hacer uso de signos, pero al referirnos a los signos humanos se puede reconocer que fijarse en el hecho no es fundamental pues se pueden tener nociones basadas en el pasado, futuro, hechos reales o imaginarios. Por todo cabe recalcar que: “el uso de signos permite simplificar el arduo y complejo proceso cognitivo de conceptualizar la experiencia humana junto con las intrincadas relaciones entre objetos externos a nuestra consciencia, teniendo como telón de fondo la relación hombre-mundo.” (Moreno, 2016, p.98).

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