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El Autoconcepto


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2014  •  3.076 Palabras (13 Páginas)  •  246 Visitas

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EL AUTOCONCEPTO

El sí mismo es un concepto que ha interesado desde hace muchos siglos a muchos diferentes filósofos y más recientemente a los psicólogos.

Incialmente la idea de conocerse a sí mismo estuvo vinculada a la literatura, historia, música, etc. La psicología reconoce que uno de los aspectos más importantes en la cognición humana son la capacidad de autoconciencia, de la identidad y de la autoevaluación, la autopercepción por lo tanto parece tener una especial importancia en todo lo relacionado con el individuo y su comportamiento. A través de la historia de la Psicología la importancia del autoconcepto ha variado mucho. Se estudió con gran énfasis en los primeros tiempos en que la introspección ejercía su dominio sobre el pensamiento; sin embargo fue dejado de lado por el surgimiento del conductismo.

James (1890) elabora su teoría del Self mediante la introspección personal y la observación de la conducta y actitudes de otros, y sugiere que el sujeto es tanto un conocedor como un objeto de conocimiento. El self, según James, puede actuar tanto como un agente con capacidad para pensar y percibir como algo, un objeto, sobre el que se reflexiona. Por ese motivo, uno puede pensar, percibir y conocer muchas cosas, incluyéndose a sí mismo. Cuando nos referimos al sujeto (conocedor) estaríamos hablando, según este autor, del yo, mientras que si tratamos de uno mismo como objeto de conocimiento entonces nos referimos al mi. No obstante, esta diferenciación en la práctica no parece tan clara ya que, entre otras razones, lo que una persona conoce de sí mismo se encuentra determinado por las características del yo como el mi (Rogers, 1987).

Una segunda aportación de James ha sido la de diferenciar entre sí los conceptos de autoestima y autoconcepto (González, Nuñez, Porto, Santorum y Valle, 1990). Sin embargo, con el paso del tiempo este asunto fue dejado de lado hasta tal punto que se han construido escalas de evaluación en las que se mezclan items que supuestamente miden el grado de conformidad del sujeto respecto a ciertos atributos con items que miden las autopercepciones sobre la presencia, o ausencia (e incluso el grado), de dichos atributos. Este hecho ha conducido a la disparidad, inconsistencia y escasa significatividad de los resultados de los trabajos realizados sobre este tema hasta la década de los ochenta. Actualmente, los investigadores más representativos en esta área, incluso quienes creen que la autoestima es un elemento integrante del autoconcepto, están de acuerdo en que es necesario diferenciar ambos constructos (por ejemplo, Fleming y Courtney, 1984; Greenwald, Bellezza y Banaji, 1988; Marsh, 1986ª; Watkins y Dhawan, 1989).

Cooley y Mead (en McDavid y Harari, 1985) fueron los primeros en sugerir que el concepto de sí mismo nace de las identificaciones y de la interacción con otras personas. Uno adquiere el concepto de sí mismo al asumir el papel de otras personas, poniéndose en su lugar para poder mirarse a sí mismo. Mead describía este proceso como el de asumir el papel del "otro significante". En un inicio el niño se ve como cree que lo ven las otras personas que son especialmente importantes para él, como padres y maestros. Más tarde el individuo desarrolla un concepto mixto sintetizado a partir de sus interacciones con mucha gente, durante un tiempo largo, y desarrolla un concepto altamente generalizado de otros. Esta concepción colectiva representa otro tipo de papel en el que uno puede incorporarse para voltear y mirarse a sí mismo, este recibe el nombre de "otro generalizado". Cooley (1902) señaló el papel que juega la imaginación en la integración social. Hace el análisis del yo-espejo, indicando que uno se ve a sí mismo como se imagina que es visto por los demás, y no realmente como lo ven los otros.

Mead (1934) destacó la importancia de la interacción social en el origen y desarrollo de sí mismo, asevera que este surge en el proceso de comunicación a través de las actitudes y percepciones de los "otros significativos". Mead señaló que el sí mismo es reflexivo, distinguiendo entre el yo como parte actuante y espontáneo del ser, y el "mi" como la parte del sí mismo que reflexiona, juzga, y evalúa a la persona. Cooley y Mead dan una mayor atención al "mi", enfatizando cómo lo social en particular emerge a través de la interacción con los otros. (Harter, 1983).

Cooley (1902), en su teoría del Looking-glass self, mantiene que el propio proceso de autoconocimiento conduce al individuo a percibirse de la manera que cree que los demás le ven. Es decir, las autopercepciones (unidades mínimas de análisis del autoconcepto) están en función del feedback de otros. Esta idea expresada inicialmente por Cooley ha sido desarrollada por Mead (1934) señalando que las autopercepciones son construcciones desarrolladas de un contexto social determinado por lo que se encuentran influenciadas por el comportamiento de los demás con los que se interactúa. Este autor también ha reflexionado sobre la estructura del autoconcepto. Para Mead el autoconcepto sería multidimensional (en tanto que habría tantas dimensiones como roles desempeñaba el sujeto a lo largo de su vida) y jerárquico (unas autopercepciones tendrían mayor importancia que otras, por lo que estarían ordenadas de manera jerárquica en base a su centralidad e importancia).

Sullivan (1953) quien ha desarrollado una teoría más refinada sobre la función del feedback de otros sobre la construcción del yo. El aspecto central de su teoría radica en que algunos individuos, están dispuestos a recibir mayor cantidad (y calidad) de información de determinadas personas que de otras. De hecho, no todos los otros tienen la capacidad de influir sobre nuestra conducta. Aquellos que tienen gran poder de influencia Sullivan les ha denominado los otros significativos, e incluso, dentro de este reducido grupo de personas se encontrarían los otros más significativos, y que son las tres o cuatro personas que determinan fuertemente al individuo. Según Rosenberg (1979), los niños tienen en su madre a la persona más importante y significativa, seguida del padre, hermanos, profesores y compañeros de edad. Estas personas, las más significativos, son las elegidas por la sociedad para trasmitir al individuo las normas, valores, actitudes,..., que debe asimilar y sobre las que construir su yo. De esta forma, aunque el grupo de los otros significativos sea un fenómeno universal, el contenido del feedback transmitido varía de cultura a cultura (Cantor y Kihlstrom, 1986; Oyserman, 1993; Roland, 1988; Shweder, 1990; Triandis, 1989;Veroff, 1983) y las autopercepciones, por lo tanto, son muy diferentes

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