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El Desarrollo Y La Evaluación De Las Actitudes

eyleen_197720 de Mayo de 2012

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El desarrollo y la evaluación de las actitudes®

Dra. Laura Frade

Actualmente, uno de los grandes cuestionamientos que tenemos los docentes es cómo se desarrollan las actitudes y cómo se evalúan ya que estas son un constructo (objeto conceptual) que impone varios dilemas y problemas. Por ejemplo, ¿cómo podemos desarrollar actitudes positivas en el aula? ¿Cuál es la actitud correcta en el aula? Participar, estar calladito respondiendo al docente, traer el uniforme y mostrar interés en el trabajo, o bien cuestionarlo, aportar ideas y proponer y por lo tanto no dejarlo hablar. ¿Qué es lo que se puede considerar como una actitud correcta y como otra incorrecta? Más aún, ¿podemos considerar que una actitud es correcta o incorrecta? ¿Qué es lo que debemos hacer para impulsar las actitudes idóneas al Siglo XXI, las que requerirán para salir adelante y que podemos hacer para evaluarlas?

El problema de inicio es que no nos hemos puesto a pensar exactamente qué es una actitud y qué queremos identificar en ella, cómo se desarrollan, cuáles son las actitudes que debemos promover y qué podemos observar e identificar cuando queremos evaluarlas.

Para empezar comenzaremos por definirlas, una actitud es un comportamiento observable que demuestra un sujeto frente a un fenómeno, evento, situación o circunstancia y que incluye al menos siete elementos básicos:

• El interés o motivación que le genera dicho evento

• La norma social que deberá mostrar frente al mismo

• El valor que se le asigna a lo que observa e identifica en el fenómeno o evento

• El sentimiento que le genera, sea explícito o implícito.

• La expresión corporal que manifiesta, lo que incluye gestos, caras, movimientos

• El temperamento del sujeto

• La intención y la voluntad

Estos siete elementos se demuestran en la actitud, por lo tanto ésta es un constructo complejo que involucra factores sociales, emocionales, cognitivos y motrices. Por ejemplo:

Si observamos en el aula que Juanito mira con desdén a una compañera, tiene una actitud que se explica por: el interés que tiene Juanito en otra persona, en donde expresa una norma no convencional no aceptada porque el desdén implica menosprecio, hacer menos, lo que además trae implícito un valor: no considera a los demás como iguales, pero también hace explícito su sentimiento, no la quiere y todo esto lo expresa con un gesto que tiene una intención: la mira feo para hacer hincapié en que no le cae, pero además como es tímido no supo cómo decirlo sin ofender.

En cualquier actitud que expresa una persona, al menos seis de los elementos están incluidos de manera permanente, puesto que cuando una persona expresa una actitud siempre podremos analizar y extraer los mismos, éstos son: interés, norma social, valor, sentimiento, temperamento y expresión corporal manifiesta, pero uno de ellos, la intencionalidad, no siempre es consciente, es decir que podemos manifestar actitudes sin que necesariamente sepamos porque lo estamos haciendo, por esto podemos decir que hay actitudes conscientes y actitudes inconscientes y que la diferencia es la intención y la voluntad con la que se ejercen. Por ejemplo, uno puede tomar una actitud positiva conscientemente pero también puede hacerlo inconscientemente, de manera que lo que se expresa puede darse sin que exista una razón explícita de lo que se está haciendo.

Además, la actitud como comportamiento observable y expresivo, es necesariamente interpretada por otro sujeto, de manera que, si bien uno puede estar sólo y presentar una actitud determinada, consciente e inconsciente, para que sea actitud deberá existir "el otro que la interprete". De hecho la actitud como expresión es un acto de comunicación que muchas veces emerge no sólo por lo que el sujeto tiene ganas de emitir, sino por lo que le despierta el otro, el que está enfrente, en este caso el docente.

Esto implica entonces que la actitud cuenta con un factor relacional en la interpretación de la misma, es decir el comportamiento del sujeto es interpretado por otro que determina lo que expresa la actitud del que la emitió, por tanto la actitud como tal no existe sí el otro no la identifica, nuestras actitudes son para otros o bien se expresan en relación a un objeto de conocimiento o un objeto sobre él cual hay que actuar. Esto impone un problema porque el sujeto que está frente al que expresa la actitud es quién interpretará la misma. Así uno puede interpretar que lo que expresó Juanito en su actitud fue desdén pero en realidad lo que él está pensando es que el vestido de su compañera no le gustó y no supo expresarlo en otro gesto distinto.

Por otra parte la actitud también se expresa en tiempo y en oportunidad, está condicionada por el contexto interno y externo al sujeto, así una actitud se puede presentar de momento frente a un hecho o evento, o bien se puede presentar por un largo tiempo frente a un contexto que permanece como tal. Así un sujeto puede contar con una actitud desafiante frente a la docente, pero esto no lo hace frente a los padres, mientras que un trabajador puede contar con una actitud renuente a participar en su trabajo por un largo periodo de tiempo. El asunto es que la actitud se desata de manera temporal o permanente frente a un contexto o condición que lo desata, es circunstancial.

En este contexto podemos afirmar que la actitud es un constructo netamente subjetivo que se emite en relación a un evento externo pero que emana de una situación interna y que dicha subjetividad se expresa tanto como por el que la expresa como por el que la interpreta. No es como el conocimiento en el cual puede existir más convencionalidad social sobre el concepto o el procedimiento a seguir, así en el concepto de tiempo todos podemos llegar a ciertos acuerdos sobre lo que es o no es, pero identificar si la actitud de uno de los estudiantes es aceptable o no, deberá estar determinado por criterios externos previamente definidos con los cuáles se especifique en qué medida el comportamiento expresado ha cumplido con ellos, de manera que la subjetividad de ambos, el estudiante que la lleva a cabo y el docente que la interpreta, adquiera ciertos elementos objetivos que permitan desarrollar en el sujeto que aprende la claridad necesaria sobre lo que se quiere que adopte como actitud en la sociedad a la que le tocará vivir.

Por ejemplo, un estudiante puede mostrar interés por la tarea, hacerla con gusto cumpliendo la norma social de hacerlo en silencio, aunque a lo mejor, muy adentro de su alma, no le está gustando y está pensando: "...sólo lo hago así como si me gustará para que no me pongan mala calificación". Por esto podemos afirmar que una actitud es un constructo profundamente subjetivo, emocional y complejo que no se reduce sólo al interés o la motivación, ni tampoco en la expresión corporal negativa o positiva que se demuestra frente a un evento como suele pensarse.

Por otra parte las actitudes se desarrollan a lo largo de la vida, es decir no se nace con ellas, son un constructo biológico y social al mismo tiempo, porque el temperamento, es decir la forma de reaccionar frente a los eventos se hereda, pero la cultura de la comunidad en la que se vive forma cómo enfrentamos los acontecimientos. Así la actitud que se toma en un entierro es algo que se ha adquirido, pero como lo manejamos internamente y el impacto que tiene en nuestra vida, si nos deprimimos o lo superamos, es algo que depende también de nuestra constitución biológica, de nuestra forma de ser emocionalmente.

Si consideramos los siete elementos que la constituyen: interés o motivación, norma social, valor que se le adjudica, sentimiento, temperamento, intención y voluntad así como expresión corporal que se manifiesta, y visualizamos al sujeto como un sujeto de derecho, es decir que posee y tiene el derecho a la libertad de expresión, de ser y de sentir, lo único que podemos evaluar en la actitud es la norma social y el valor que se le adjudica. Es decir que, no podemos obligar al sujeto a contar con sentimientos, emociones, motivaciones, y expresiones que no desee poseer, contar y manifestar o bien contrarias a su deseo, porque esto limita su capacidad para ser lo que quiera ser. Por ejemplo, ¿podemos calificar si un estudiante posee interés y motivación en clase, podemos exigirle que lo tenga si el tema, el tipo de clase, lo que hizo el docente no lo motiva, o bien si le interesa más la clase de arte que las matemáticas? ¿Podemos obligarlo a sentir lo mismo frente a un evento que a él o a ella no le gusta? ¿Debemos obligarlo a que le guste traer el uniforme? La respuesta es NO, si queremos construir una sociedad en las que las libertades se ejerzan, respeten y en donde cada individualidad sea apreciada como tal en un marco de derechos.

En este contexto, lo que podríamos exigir es que el sujeto exprese una actitud de acuerdo con la convención o norma social establecida y que adquiera y exprese los valores que la humanidad ha ido construyendo y universalizando a lo largo de la historia de la humanidad. No obstante, si el sujeto quiere expresarse de otra manera, no convencional pero sin ofender y herir a nadie, ¿tenemos el derecho de quitarle su libertad? No. Podemos hacerlo entender que lo que no es convencional le traerá problemas, como vestirse de blanco en lugar de vestirse de negro en un entierro porque ha decidido que el luto chino es mejor, dado que no le impone el estereotipo de que todo lo negro es malo y él no quiere ser racista, pero la libertad de elección es suya. Es decir que podemos formar normas sociales que tarde que temprano serán aceptadas o cuestionadas por el sujeto.

¿Entonces qué es lo

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