El Hombre Light
bbetobbena29 de Octubre de 2014
34.205 Palabras (137 Páginas)244 Visitas
PRÓLOGO
Éste es un libro de denuncia. Desde hace ya unos años me preocupan los
derroteros por los que se dirige la sociedad opulenta del bienestar en Occidente, y
también porque su influencia en el resto de los continentes abre camino, crea
opinión y propone argumentos. Es una sociedad, en cierta medida, que está enferma,
de la cual emerge el hombre light, un sujeto que lleva por bandera una
tetralogía nihilista: hedonismo-consumismo-permisividad-relatividad. Todos ellos
enhebrados por el materialismo. Un individuo así se parece mucho a los
denominados productos light de nuestros días: comidas sin calorías y sin grasas,
cerveza sin alcohol, azúcar sin glucosa, tabaco sin nicotina, Coca-Cola sin cafeína y
sin azúcar, mantequilla sin grasa... y un hombre sin sustancia, sin contenido,
entregado al dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones.
El hombre light carece de referentes, tiene un gran vacío moral y no es
feliz, aun teniendo materialmente casi todo. Esto es lo grave. Éste es mi
diagnóstico, y a lo largo de estas páginas describo sus principales características, a
la vez que hago sugerencias de cómo escapar y salirse de ese camino errado que
tiene un final triste y pesimista.
Frente a la cultura del instante está la solidez de un pensamiento
humanista; frente a la ausencia de vínculos, el compromiso con los ideales. Es
necesario superar el pensamiento débil con argumentos e ilusiones lo
suficientemente atractivos para el hombre como para que eleven su dignidad y sus
pretensiones. Se atraviesa así el itinerario que va de la inutilidad de la existencia a
la búsqueda de un sentido a través de la coherencia y del compromiso con los
demás, escapando así de la grave sentencia de Thomas Hobbes: «El hombre es un
lobo para el hombre.»
Hay que conseguir un ser humano que quiere saber lo que es bueno y lo
que es malo; que se apoya en el progreso humano y científico, pero que no se
entrega a la cultura de la vida fácil, en la que cualquier motivación tiene como fin el
bienestar, un determinado nivel de vida o placer sin más. Sabiendo que no hay
verdadero progreso humano si éste no se desarrolla con un fondo moral.
8
I. EL HOMBRE LIGHT
Perfil psicológico
Estamos asistiendo al final de una civilización, y podemos decir que ésta se
cierra con la caída en bloque de los sistemas totalitarios en los países del Este de
Europa. Aún quedan reductos sin desmantelar, en esa misma línea política e
ideológica, aunque por otra parte se anuncian nuevas prisiones para el hombre, con
otro ropaje y semblantes bien diversos.
Así como en los últimos años se han puesto de moda ciertos productos
light -el tabaco, algunas bebidas o ciertos alimentos-, también se ha ido gestando
un tipo de hombre que podría ser calificado como el hombre light.
¿Cuál es su perfil psicológico? ¿Cómo podría quedar definido? Se trata de
un hombre relativamente bien informado, pero con escasa educación humana, muy
entregado al pragmatismo, por una parte, y a bastantes tópicos, por otra. Todo le
interesa, pero a nivel superficial; no es capaz de hacer la síntesis de aquello que
percibe, y, en consecuencia, se ha ido convirtiendo en un sujeto trivial, ligero,
frívolo, que lo acepta todo, pero que carece de unos criterios sólidos en su
conducta. Todo se torna en él etéreo, leve, volátil, banal, permisivo. Ha visto tantos
cambios, tan rápidos y en un tiempo tan corto, que empieza a no saber a qué
atenerse o, lo que es lo mismo, hace suyas las afirmaciones como «Todo vale»,
«Qué más da» o «Las cosas han cambiado». Y así, nos encontramos con un buen
profesional en su tema, que conoce bien la tarea que tiene entre manos, pero que
fuera de ese contexto va a la deriva, sin ideas claras, atrapado -como está- en un
mundo lleno de información, que le distrae, pero que poco a poco le convierte en
un hombre superficial, indiferente, permisivo, en el que anida un gran vacío moral.
Las conquistas técnicas y científicas - impensables hace tan sólo unos
años- nos han traído unos logros evidentes: la revolución informática, los
avances de la ciencia en sus diversos aspectos, un orden social más justo y
perfecto, la preocupación operativa sobre los derechos humanos, la
democratización de tantos países y, ahora, la caída en bloque del comunismo. Pero
9
frente a todo ello hay que poner sobre el tapete aspectos de la realidad que
funcionan mal y que muestran la otra cara de la moneda:
a) materialismo: hace que un individuo tenga cierto reconocimiento social
por el único hecho de ganar mucho dinero.
b) hedonismo: pasarlo bien a costa de lo que sea es el nuevo código de
comportamiento, lo que apunta hacia la muerte de los ideales, el vacío de
sentido y la búsqueda de una serie de sensaciones cada vez más nuevas y
excitantes.
c) permisividad: arrasa los mejores propósitos e ideales.
d) revolución sin finalidad y sin programa: la ética permisiva sustituye a la
moral, lo cual engendra un desconcierto generalizado.
e) relativismo: todo es relativo, con lo que se cae en la absolutización de lo
relativo; brotan así unas reglas presididas por la subjetividad.
f) consumismo: representa la fórmula postmoderna de la libertad.
Así, las grandes transformaciones sufridas por la sociedad en los últimos
años son, al principio, contempladas con sorpresa, luego con una progresiva
indiferencia o, en otros casos, como la necesidad de aceptar lo inevitable. La nueva
epidemia de crisis y rupturas conyugales, el drama de las drogas, la marginación de
tantos jóvenes, el paro laboral y otros hechos de la vida cotidiana se admiten sin
más, como algo que está ahí y contra lo que no se puede hacer nada.
De los entresijos de esta realidad sociocultural va surgiendo el nuevo
hombre light, producto de su tiempo. Si aplicamos la pupila observadora nos encontramos
con que en él se dan los siguientes ingredientes: pensamiento débil,
convicciones sin firmeza, asepsia en sus compromisos, indiferencia sui generis
hecha de curiosidad y relativismo a la vez...; su ideología es el pragmatismo, su
norma de conducta, la vigencia social, lo que se lleva, lo que está de moda; su
ética se fundamenta en la estadística, sustituía de la conciencia; su moral, repleta
de neutralidad, falta de compromiso y subjetividad, queda relegada a la intimidad,
sin atreverse a salir en público.
El ideal aséptico
No hay en el hombre light entusiasmos desmedidos ni heroísmos. La
cultura light es una síntesis insulsa que transita por la banda media de la sociedad:
10
comidas sin calorías, sin grasas, sin excitantes... todo suave, ligero, sin riesgos, con
la seguridad por delante. Un hombre así no dejará huella. En su vida ya no hay
rebeliones, puesto que su moral se ha convertido en una ética de reglas de
urbanidad o en una mera actitud estética. El ideal aséptico es la nueva utopía,
porque, como dice Lipovetsky, estamos en la era del vacío. De esas rendijas surge
el nuevo hombre cool, representado por el telespectador que con el mando a
distancia pasa de un canal a otro buscando no se sabe bien qué o por el sujeto que
dedica el fin de semana a la lectura de periódicos y revistas, sin tiempo casi -o sin
capacidad- para otras ocupaciones más interesantes.
El hombre light es frío, no cree en casi nada, sus opiniones cambian
rápidamente y ha desertado de los valores trascendentes. Por eso se ha ido
volviendo cada vez más vulnerable; por eso ha ido cayendo en una cierta
indefensión. De este modo, resulta más fácil manipularlo, llevarlo de acá para allá,
pero todo sin demasiada pasión. Se han hecho muchas concesiones sobre
cuestiones esenciales, y los retos y esfuerzos ya no apuntan hacia la formación de
un individuo más humano, culto y espiritual, sino hacia la búsqueda del placer y el
bienestar a toda costa, además del dinero.
Podemos decir que estamos en la era del plástico, el nuevo signo de los
tiempos. De él se deriva un cierto pragmatismo de usar y tirar, lo que conduce a
que cada día impere con más fuerza un nuevo modelo de héroe: el del triunfador,
que aspira -como muchos hombres lights de este tramo final del siglo XX- al poder,
la fama, un buen nivel de vida.... por encima de todo, caiga quien caiga. Es el
héroe de las series de televisión americanas, y sus motivaciones primordiales son el
éxito, el triunfo, la relevancia social y, especialmente, ese poderoso caballero que
es el dinero.
Es un hombre que antes o después se irá quedando huérfano de
humanidad. Del Mayo del 68 francés no queda ni rastro, las protestas se han extinguido;
no prosperan fácilmente ni la solidaridad ni la colaboración, sino más bien
la rivalidad teñida de hostilidad. Se trata de un hombre sin vínculos,
descomprometido, en el que la indiferencia estética se alía con la desvinculación de
casi
...