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El Pueblo


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2013  •  8.717 Palabras (35 Páginas)  •  214 Visitas

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Oronzo Giordano “Religiosidad popular en la Alta Edad Media”, Ed. Gredos, Madrid, 1983

INTRODUCCION

La religiosidad popular. Paganismo y cristianismo. la conversión. El catecumenado

Pag.9: “Conocemos la religiosidad popular sólo indirectamente, a través de las reprimendas y amonestaciones del clero, más atento a los aspectos negativos, aberrantes y no conformes con sus directrices, preocupado por las desviaciones de piedad oficial y por las prácticas supersticiosas de tantas mulierculae, de tantos rustici, de tantos idiotae. El paganismo de estas masas, que nos ha llegado casi de rebote, representa la religiosidad reprimida, combatida y castigada con todas las sanciones espirituales y materiales.”

Pag.12: “También las clases aristocráticas y la multitud de los funcionarios públicos, mientras ostentaban aún una fe y un respeto al Olimpo nacional, se entregaban gustosos a los cultos domésticos y a todas las experiencias que el sincretismo religioso de la época les ofrecía con tanta –pag.13- variedad y con promesas de salvación personal, reafirmando así el valor del destino individual del hombre. Del Oriente venían siempre cultos y religiones nuevos, que en general se convertían en legitimi por reconocimiento estatal y, latinizándose, acababan luego por fundirse en el único concepto que estaba en la base del genium Urbis y de la Fortuna histórica de Roma; la majestad del emperador, siempre augustus et invictus, absorbía y expresaba al mismo tiempo cualquier otra divinidad.”

Pag.13: “Pero el pueblo, a todos los niveles sociales, extraño a este fenómeno político de asimilación, seguía más fiel a la propia piedad hacia sus Dioses domésticos, sus Númenes tutelares, a los que se sentía más íntima y más interesadamente cercano, mientras la nueva religión, el nuevo culto, permanecía siempre externus en todos los sentidos.”

Pag.14: “En el momento de abrazar la nueva fe (bautismo), se le pide al neófito una renuncia explícita y formal a la vieja, junto con una declaración de apostasía total; el rito mismo de la iniciación, acompañado de particulares exorcismos, está constituido por la fórmula de renuncia y de negación a la que sigue el baño lustral; después, toda la vida del neófito, como itinerario del alma, deberá ser una conversión continua.”

Pag.16: “La religiosidad popular de base, expresión espontánea de la masa, no apostata, no se niega ni renuncia a sí misma; asume connotaciones nuevas, se desarrolla en el tiempo y en el espacio en contacto con experiencias nuevas y en condiciones diferentes.”

Pag.19: “<<El fenómeno espiritual, social y político del fin del paganismo –escribe P. Hadot- se extiende desde el siglo I d.C. hasta el IX.... se trata de un proceso lento, que ha conocido alternancias de aceleramientos y retardaciones, de flujos y reflujos. En general se cree que el paganismo fue batido y liquidado completamente por el cristianismo, mientas que probablemente la realidad histórica es mucho más compleja... más que hablar de fin del paganismo, sería preciso hablar de una fusión entre éste y el cristianismo>>”.

P. Hadot, La fine del paganesimo, en H. Ch. Puech, Storia delle religioni, Laterza, Bari, 1977, vol.4, pág.87.

CAPITULO I

Fiestas paganas. Liturgia cristiana. El domingo

Pag.23: En Roma : “También en el culto de Mitra había funciones cotidianas: todos los días se adoraba a Mitra, cuya estatua se despertaba al son de las campanillas; se reunían así los fieles para la iniciación de los neófitos y para el banquete ritual que indicaba su integración total en la comunidad. El día festivo de Mitra era, como para los cristianos, el domingo, que se celebraba con el descanso y con la participación en la liturgia.”

Pag.24: “...en una escultura de Heddernheim se ve al Sol ofreciendo un gran racimo de uvas a Mitra, que tienen en la mano un cuerno para beber el vino; las puntuales correspondencias con el análogo rito eucarístico...”

Pag.33: “Con el paso del tiempo tampoco mejoró el comportamiento común de los fieles en la iglesia.”

Pag.34: “Cuatro años después, el concilio de Narbona establecía para los transgresores del descanso dominical...”

La Misa. Usos litúrgicos. Eulogia y Magia

Pag.36: “El cristiano del período carolingio no reza, sino que recita de memoria o, si es capaz de hacerlo, lee en las horas y en los días establecidos un número de salmos del salterio; <<rezar>>, en este período, se expresa con las palabras psallere et patere, es decir, recitar cierto número de salmos y de padrenuestros.”

Pag.37: “En el período carolingio hay una emblemática evolución en la praxis litúrgica: el altar, que antes se hallaba entre el pueblo y el celebrante, el cual ofrecía el sacrificio vuelto hacia la asamblea, con la que dialogaba y rezaba, ahora se adosa definitivamente al ábside. En consecuencia, el sacerdote debe dar la espalda a los fieles, que quedan abandonados, al otro lado de las colañas de la balaustrada, a la mecánica repetición de algunas fórmulas y de determinados gestos devocionales, y son excluidos de la liturgia activa y de la participación directa en el sacrificio. La misa se convierte en tarea y deber del sacerdote, que asume el papel de primer y exclusivo actor en la representación de un drama ritual, del que la masa de los fieles, espectadores pasivos, público reunido por obligación va comprendiendo cada vez menos.”

A tener en cuenta: en la época carolingia cada vez menos personas entienden el latín.

Pag.39: “La misa, inicialmente acto único y solemne de toda la cogregatio fidelium, se transforma en una práctica de un solo fidelis, que quiere su misa personal.”

Pag.40: “...el sacerdote es un funcionario, más que un intérprete y un mediador de la piedad popular, y se pone al servicio del que encarga la misma a cambio de una compensación en dinero.”

Pag.43: “En el sínodo Trulano II, del año 692, se prohibía una vez más el uso de la leche y de la miel para la misa.

Podemos recordar de paso que estos dos elementos eran bien conocidos y muy comunes tanto en la liturgia cristiana como en la pagana. Desde los primeros siglos del cristianismo, a los neófitos, el día del bautismo, se les ofrecía precisamente leche y miel; la costumbre se mantiene aún en algunos sitios: en tiempos de Jerónimo estaba bastante difundida, y sabemos que se prolongó

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