El Suicidio ¿Condena o Defensa?
keklo89Ensayo10 de Agosto de 2015
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Introducción
A continuación se discutirá un tema que afecta grandemente la sociedad actual. Es un tema conocido por todos, al que lamentablemente se le ha creado una especie de tabú, ya que no todos dejan saber su intención de suicidarse o la familia de quien lo hace no lo expresa. El suicidio es el acto donde una persona se quita la vida, causando su propia muerte. Muchos sociólogos llevan estudiando el suicidio y publicando información sobre este hecho aproximadamente desde que tuvo lugar la aparición esta ciencia como tal hasta el día de hoy. Posiblemente uno de los estudios sociológicos más conocidos sobre la relación que existe entre el individuo y la sociedad es el análisis del suicidio que llevó a cabo el sociólogo francés Emile Durkheim. El estudio de Durkheim comenzó en el año 1835 con una definición de suicidio como: Todo caso de muerte que resulta directa o indirectamente de un acto positivo o negativo realizado por la víctima misma, y que, según ella sabía, debía producir este resultado.
El suicidio es la primera causa de muerte externa en España, donde cada día ocho personas se quitan la vida. El 90% de los suicidios están vinculados a una enfermedad mental, aunque los profesionales advierten que también hay otros factores de riesgo como las adicciones al alcohol y las drogas o los problemas en relación de afecto. El psicólogo Esteban Figueirido afirmaba para este periódico acerca de ese 10% que no está vinculado con las enfermedades mentales: “Lo que más llama la atención es que una persona sin patología psiquiátrica se suicide. Aunque la realidad es que la persona, en el momento en que se suicida suele encontrarse en un estancamiento o deterioro psicológico importante”.
Nos queda claro que si este problema se reconoce como tal y deja de silenciarse, puede detectarse y trabajar con ello de forma más efectiva, provocando así que el número de personas que deciden quitarse la vida a nivel mundial disminuya considerablemente.
Suicidio
Comenzaré definiendo lo que es el suicidio, según “La Real Academia Española”, el suicidio es la acción y efecto de quitarse la vida. Claro está que se refiere a un acto individual de cada persona. Según el portal español “Protestante Digital” en el mundo se suicidan 2,700 personas al día y 54,000 personas lo intentan, una cifra significante que supera la suma de las víctimas mortales diarias en una guerra o los homicidios diarios. A pesar de que hay un aumento en la cifra de suicidios, es un tema que cual se mantiene bastante silenciando ya que los familiares y las personas que viven rodeadas de este problema prefieren callar. Una psiquiatra, llamada Carmen Tejedor, investigó por más de 30 años el suicidio. En el 2006 logró reducir un 23% el reintento de suicidio de sus pacientes. Tejedor definía al suicida como aquel que quiere poner fin a una situación que considera intolerable. Su sufrimiento puede estar causado por varios motivos: sentirse maltratado por la sociedad, anticipar desgracias, o el grupo más numeroso, el que quiere poner fin a su sufrimiento.
Se han presentado muchas razones para explicar el alto índice de suicidio, pero podemos decir que no depende de una causa en particular, sino que, es un conjunto de factores, tales como la situación social y económica, la miseria, una búsqueda inadecuada de lo que se considera la felicidad y que a menudo termina en crueles decepciones, la búsqueda del placer, la influencia de los medios de comunicación y de las noticias sensacionalistas que provee a diario a sus lectores, las influencias de la herencia, los estragos del alcoholismo, entre muchas cosas más. Pero es innegable que el factor religioso es muchísimo más importante, pues el aumento en los suicidios guarda relación con personas que no pertenecen o se han alejado de alguna religión.
El sociólogo francés Emile Durkheim a raíz de varios estudios es quien vincula el suicidio como un problema social. Durkheim busca explicar el suicidio de modo positivo y negativo. Un ejemplo de un acto positivo puede ser dispararse en la cabeza, ya que el individuo se quita la vida por sí mismo. Mientras que un ejemplo de un acto negativo puede ser rehusarse a ingerir cualquier medicina hasta dejarse morir, es decir, el individuo renuncia a su vida.
El primer argumento a favor del suicidio se fundamenta en el derecho natural del individuo sobre su propio cuerpo y su propia vida. Según el fundamenta en el derecho natural del individuo sobre su propio cuerpo y su propia vida. Según el mismo, sólo el ser humano individual tiene la autoridad para decidir qué hacer con su cuerpo y con su vida. La vida le pertenece a él y, por lo tanto, él es quien debe decidir qué hacer con ella, cómo vivirla y dónde vivirla, qué comer y qué vestir, cuándo vivir y cuándo morir.
El segundo argumento utiliza como premisa el principio de la libertad individual. Este principio establece que “las personas, siendo individuos con diferencias individuales, deben poseer la libertad para escoger sus propios caminos y sus medios hacia la moral”. El ser humano es un agente libre. La libertad que posee es, desde la perspectiva de la ética, su más importante atributo. Sin libertad resultaría incorrecto el hablar de ética y de moral. Aun las diversas religiones reconocen la importancia de este requisito y predican del ser humano que éste fue creado por Dios a su “imagen y semejanza” y que esa “imagen” se refiere al libre albedrío con que Dios dotó a su principal criatura. Por ende, dado que el suicidio es un acto libre y voluntario del individuo, dado que interviene sólo con su cuerpo y su vida, y dado que impedir el libre albedrío de su voluntad sería en sí mismo un acto inmoral, el suicidio no debe ser visto como una conducta voluntad sería en sí mismo un acto inmoral, el suicidio no debe ser visto como una conducta contraria a la ética.
El tercer argumento a favor del suicidio es el de los precedentes. Aunque es un argumento débil, nos ayuda a mirar este controvertible tema desde una perspectiva nueva y diferente. Señala este argumento que, en el pasado, innumerables personas a quienes admiramos, respetamos y veneramos pusieron fin a sus vidas mediante el suicidio. Sócrates y Séneca, los valerosos héroes de la resistencia judía en Masada, el mítico Sansón, Yukio Mishima, Alfonsina Storni y muchos otros filósofos, escritores, líderes religiosos y políticos y personas comunes y corrientes han cometido suicidio. Ninguno de ellos ha sido tildado jamás de inmoral, anti-ético o perverso. El suicidio, además, no es considerado inmoral en muchas otras culturas y religiones. Budismo, Shintoísmo e Islam, entre otras, no sólo no lo prohíben ni lo consideran inmoral, sino que explícitamente lo autorizan, lo aprueban y, en no pocas ocasiones, lo fomentan y lo aplauden.
Como último argumento a favor del suicidio Sigmund Freud sostiene que la teoría de que el suicidio es hostilidad desplazada. Refiriéndose a que ninguna persona con un problema mental experimenta impulsos al suicidio que no sean impulsos homicidas, impulsados primero hacia otras personas y vueltos luego contra el mismo. El acto suicida es un acto de hostilidad que abandona su objeto originario y se vuelve en contra la persona. De esta manera se ve como un acto positivo al preferir terminar con su vida, antes de quitársela a otra persona.
El primer argumento en contra de la moralidad del suicidio es aquel que afirma que toda persona que comete suicidio o intenta suicidarse actúa de forma irracional o se encuentra mental o emocionalmente perturbada. Este argumento, llamado el argumento de la irracionalidad del suicidio, suele acompañarse con declaraciones como: “Nadie en su sano juicio se privaría de su propia vida”.
Este argumento tiene dos grandes defectos. En primer lugar, es una generalización apresurada, que afirma, sin fundamentos ni evidencias, que todo suicida actúa irracionalmente. Demostrar semejante afirmación es imposible. En segundo lugar, la irracionalidad de un acto no equivale automáticamente a su inmoralidad. En otras palabras, aun si se pudiese demostrar que todo suicidio es un acto irracional, esa demostración no implicaría necesariamente que el suicidio es un acto inmoral o contrario a la ética.
El segundo argumento es el argumento religioso. Éste afirma que sólo Dios tiene la autoridad o el derecho de dar y quitar la vida. Según esta interpretación, la vida es un obsequio, la vida no pertenece al ser humano, es un regalo de Dios y sólo Él puede decidir cuando otorgarla y cuando quitarla. De acuerdo con la Biblia, el que una persona cometa suicidio no es lo que determina su entrada al cielo. Una persona no salva que comete suicidio, no ha hecho más que “facilitar” su trayecto al lago de fuego. Sin embargo, la persona que cometió suicidio, a la larga irá al infierno por rechazar la salvación a través de Cristo, y no por cometer suicidio. La Biblia menciona cuatro personas específicas que cometieron suicidio: Saúl (1ª Samuel 31:4), Ahitofel (2ª Samuel 17:23), Zimri (1ª Reyes 16:18), y Judas (Mateo 27:5). Ellos fueron hombres crueles, malvados, pecadores. La Biblia ve al suicidio igual que al asesinato porque es asesinarse uno mismo. Dios es quien va a decidir cuándo y cómo va a morir una persona. De acuerdo con la Biblia, tomar ese poder en sus propias manos, es blasfemia contra Dios.
El tercer argumento, el efecto dominó, afirma que permitir, autorizar o legitimar el suicidio crearía un mal precedente, pues una vez la sociedad acepte la moralidad del suicidio, habrá abierto las puertas por las que permitirá entrar también a otros actos que, aunque hoy son considerados reprobables, por su similitud con el suicidio deben ser igualmente aceptados. Si declaramos moral el suicidio, sugiere este argumento, estaríamos lógicamente obligados a aceptar la moralidad del homicidio, el aborto, la eutanasia, etc.
El argumento de la justicia es la cuarta objeción a la moralidad del suicidio. De acuerdo a este argumento, el suicidio es un acto inmoral porque es, esencialmente, un acto egoísta que provoca dolor y sufrimiento inmerecidos a los sobrevivientes. Aquel que comete suicidio roba a sus familiares, a su esposa e hijos, a la sociedad en general, el amor, el sustento, el trabajo y cualquier otra aportación que estaba obligado a proveer.
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