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El apego


Enviado por   •  10 de Enero de 2022  •  Ensayos  •  2.667 Palabras (11 Páginas)  •  41 Visitas

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UNIVERSIDAD ESTATAL DE MILAGRO

FACULTAD DE EDUCACIÓN

CARRERA PEDAGOGÍA EN LENGUA Y LITERATURA.

TEMA:

Ensayo el apego.

ASIGNATURA:

Psicología, desarrollo y aprendizaje humano.

ALUMNA:

Adriana Mirella López Limones.

DOCENTE:

Moreira Macías María Fernanda.

FECHA DE ENTREGA:

Domingo 25 de julio, 2021.

MILAGRO – ECUADOR.

EL APEGO

La obra de la atadura sensible en los menores adoptados sustancia una relación de peculiaridades que pueden ser explicadas a dividir de la interpretación de la ingenuidad de estos niños y niñas, especialmente atendiendo a cuáles fueron sus experiencias previas, las razones por las que fueron separados de su prole de comienzo y los bártulos que todo ello ha podido haber en su granazón psicosocial. Los niños adoptados, especialmente si lo fueron transcurrido su primer año de vida, presentaran máximo derrame de desarrollar patrones de inclinación rocoso y el florecimiento de modelos representacionales negativos sobre otras potenciales figuras de acto sexual y sobre sí mismos como merecedores de sus atenciones. Sin embargo, es supuesto la intervención para cicatrizar la soltura afectiva y para consagrar unas bases sólidas sobre las que se construya su florecimiento psicológico, a través de la inoculación de los malos tratos, la potenciación de los posibles personales de menores y familias que permitan la corrección de las secuelas emocionales de los adoptados.

La intervención post-adoptiva endeudamiento orientarse al comienzo de una base de seguridad, partida para familias adoptantes como para menores adoptados. Palabras clave: Adopción, adoptados, familias adoptivas, simpatía, compostura afectiva.

El acto sexual constituye el clave esencial de nuestro brío emocional (Bowlby, 1969, 1980, 1986). Este ensayista lo conceptualizaba como la confín de los seres humanos a gestar fuertes vínculos afectivos con determinadas personas. Los bebés nacen con un repertorio de conductas de bienquerencia; mediante su mirada, su sonrisa su llanto, etc. Pueden denominar la expectativa del adulto que les atiende y alcanzar sus cuidados. El despacho de un nulo de relaciones positivas y estables con un reflexivo emocionable a su deposición bastará para que el menor experimente fuertes alma de derrame hacia esa persona, de guisa que la echará de aparte cuando no esté, la reclamará cuando necesite ayuda, y la buscará tras su ausencia.

La existencia de diferencias individuales en el linaje de la unión afectiva de los menores ha traído consigo que la sondeo se haya centrado en entender las causas de estas diferencias. En sus trabajos Ainsworth y colaboradores (1978) ya detectaron que los niños seguros eran aquellos cuyos cuidadores se mostraban más sensibles (accesibles y disponibles) en las interacciones, que interpretaban las señales del niño de guisa objetiva, que eran capaces de amoldarse y objetar a ellas con precipitación y eficacia. Bowlby (1969, 1973) explicaba estas diferencias en categoría de los “modelos de deber o representacionales internos” que los niños desarrollan a lo amplio de su niñez en escalafón de la etapa de disponibilidad y accesibilidad de sus figuras de apego. Según las actitudes percibidas, se desarrollarán expectativas acerca de lo que ellos pueden encomendar de dichas figuras en situaciones futuras. De guisa similar, el estereotipo operativo sobre sí mismo reflejará el concepto de cuan recibido o inaceptable se es a los luceros de las figuras de aprecio. Sin embargo, la placa de inclinación no tiene porqué ser necesariamente adecuada para que un bebé se aferre a ella. Un angelito maltratado por sus padres puede proponer lazos de derramamiento en dirección a ellos, manifestando con posterioridad las consecuencias de saliente bienquerencia inadecuado. De hecho, son numerosas las investigaciones que señalan que un ancho porcentaje de menores que han experimentado alguna manera de detrimento o grosería en primera sus infancias tienen un ejemplo acalorado en sus mecanismos de emboscada.  Al contendiente de los niños y las niñas que crecen en ambientes familiares en los que se responde de manera positiva y consecuente a sus demandas de esperanza, riesgo y ayuda (y que, consecuentemente, desarrollan apegos de cualquiera seguro), los que sufren situaciones de vulgaridad, descuido o modalidades más dramáticas de malos tratos, desarrollan frecuentemente tipos de coito o correctamente inseguro o adecuadamente desordenado y desorientado (Carlson, Cicchetti, Barnett y Braunwald, 1989).

Los trastornos del amor, el “detrimento de los trastornos”, como lo denomina Barudy et al. (2005), porque daña una de las capacidades que definen al ser humano que es la de sincerarse consigo mismo y con los demás de una manera sana y constructiva, deben mencionarse de modo destacada entre las consecuencias negativas del maltrato infantil.

La consecuencia dirigente en el pincho de la adopción, a la luz de esta óptica teórica, es que los niños adoptados, especialmente si lo fueron transcurrido su primer año de vida, presentaran máximo riesgo de sugerir patrones de coito inseguro (Grotevant y cols., 1988, Rutter et al., 2002) y el fructificación de modelos representacionales negativos sobre otras potenciales figuras de aprecio y sobre sí mismos como merecedores de sus atenciones. Estos modelos repercutirán sobre las relaciones emocionales más acullá de los primeros años, comportando espinas en el despacho de nuevas compromiso vinculares y provocando una mayor efusión de inadaptación en todas las áreas de su funcionamiento psicológico y social, reproduciendo estos comportamientos y pautas disfuncionales de simpatía cuando entren en final con otros adultos. Aunque las investigaciones en nuestro país no son muy numerosas, los datos de algunas de las más recientes (Palacios, Sánchez, León, 2005) son relevantes. En su despacho un 16% de los niños adoptados presentaban características, a su entronización a su aviso progenie, asimilables a un maltrato de sexo y un 40% no presentaba esta avería en regular etapa sin embargo si indicios de ello. De hecho, unos sustanciosos signos de menores adoptados presentan en el cortejo inicial con sus familias adoptivas dos patrones de comportamiento. En ocasiones se manejó de niños inhibidos emocionalmente con grados variables de aislamiento social e incomunicación afectivo. Estos menores muestran un desliz de espera coincidente por el entorno, un brazo de ánimo apático, degeneración de fortuna en los momentos lúdicos, desmerecimiento de linde óptico o de respuesta a la voz.

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